Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, con una manifestación independentista de fondo
El independentismo recicla a los líderes del 1-O tras ocho años de fracasos
Carles Puigdemont y Oriol Junqueras reivindicaron este martes el referéndum ilegal reafirmándose en el liderazgo de Junts y ERC, respectivamente
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Han cambiado muchas cosas desde aquel fatídico 1 de octubre de 2017, pero las caras vuelven a ser las mismas.
Las mismas que rompieron la convivencia para acabar incumpliendo sus propias promesas. Las mismas que abocaron a la economía catalana a seguir resintiéndose, incluso ocho años después. Y las mismas que abandonaron las instituciones a su suerte, saltándose la ley.
Homenajes al 1-O
Los principales partidos secesionistas no han querido ni sabido renovarse. Ni el turquesa posconvergente ni el naranja recientemente adoptado por ERC alcanzan a disimular que -y a ello contribuye el liderazgo férreo que estilan- todo vuelve a pasar por el expresident Carles Puigdemont y el exvicepresident Oriol Junqueras.
Y ambos, aunque la estrategia cambie, siguen teniendo el mismo objetivo rupturista al que apelaron anoche en sus particulares y personalísimos homenajes al referéndum ilegal.
Actos paralelos de Junts y ERC
El de Junts, al uso, se nutrió de la clásica amenaza secesionista de "volverlo a hacer". Esa soflama resonó a ambos lados de la pantalla de un acto conmemorativo de los posconvergentes en Cornellà de Terri (Girona), localidad donde, en 2017, el expresident votó sorteando el dispositivo policial que se desplegó en su Amer natal.
Quien fuera su vicepresidente, arropado incluso por quienes conspiraron contra él en el Congreso de ERC del pasado noviembre, aprovechó por su parte la solemnidad de una conferencia dada ayer en el Auditori de Barcelona -y la señalada efeméride- para anunciar su intención de presentarse como candidato de los republicanos a las próximas elecciones.
Llamamientos a la unidad
Ambos apelaron a la "unidad" que hizo posible aquella "victoria", prometiendo "trabajar para poderla recuperar", aunque sin ninguna concreción. El mitin de Junqueras se pareció más a una clase de Historia de las que impartía antes de desafiar a la democracia.
Y Puigdemont, que todavía no sabe qué hará cuando vuelva de Bélgica -donde permanece fugado de la justicia-, insistió en su ya característico victimismo para esconder la falta de rumbo de una formación que se ha quedado sin ideas para afrontar el desafiante devenir que le espera.
Constantes giros de guion
Cuando la compleja aritmética parlamentaria estatal lo puso en bandeja, el plan pasó por arañar una amnistía y otras tantas cesiones al Gobierno de Pedro Sánchez, al que ahora sostienen más por temor a la alternativa que otra cosa.
ERC hizo lo propio con Salvador Illa en la Generalitat cuando los números ya no le daban al secesionismo. Y a la espera queda un modelo de "financiación singular" de Cataluña que, según advirtió ayer el propio líder de los republicanos, en ningún caso será suficiente.
Apoyos a la baja
Ambos sueñan con romper el Estado poco a poco, unos y otros, mientras la colección de derrotas que les acabó llevando a la oposición en Cataluña está más cerca que nunca de dejarles en fuera de juego.
Los sondeos auguran un descalabro con especial impacto en Junts y apuntan a la ultraderecha de Aliança Catalana como destino de buena parte de la pérdida de credibilidad en la vieja guardia, que parece ser lo único que le queda por ofrecer tanto a republicanos como a posconvergentes.
Una Cataluña distinta
Con todo, la llegada de los socialistas al Govern implicó un soterramiento del procés a todas luces definitivo, dibujando un presente en el que Cataluña está a otras cosas y un futuro donde las mayorías, como pretende el president Salvador Illa, están para construir y no para destruir.
El líder de ERC ha entrado en la ecuación y será decisivo en las próximas semanas en la negociación por los Presupuestos de la Generalitat de 2026, que por ahora están en el aire.
El incierto futuro de Puigdemont
Puigdemont, que calcula regresar a Barcelona en diciembre, deberá entonces decidir si, como hasta ahora, sigue queriendo ser protagonista.
Hay quien asegura que no ejercerá el papel que le otorgaron las urnas como líder de la oposición en el Parlament, e incluso que dejará la política. Junts, por ahora, no tiene relevo ni nada que se le parezca.