Sanar las heridas abiertas de ERC: el reto de Junqueras para asegurar su futuro en el partido
- A pesar de su victoria, el exvicepresidente del Govern se enfrenta a una formación rota, con una parte de la militancia en contra y reproches internos sobre su liderazgo que amenazan con complicar su capacidad para recomponer las relaciones
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Los resultados del congreso de Esquerra Republicana (ERC) evidencian la fractura del partido. El triunfo de Oriol Junqueras, más que un respaldo unánime, es un desafío para el futuro de los republicanos.
La nueva dirección tiene la misión de recomponer un partido completamente dividido, en el que una parte de la militancia no avala los 13 años de liderazgo del exvicepresidente del Govern.
Ahora que la tempestad congresual ha pasado, la gran pregunta es: ¿cómo lo hará Junqueras para sanar las heridas abiertas de ERC? ¿Lo conseguirá para mantener su futuro en el partido?
Nova Esquerra sube como la espuma
El reto del exvicepresidente del Govern, que ya era difícil antes de este congreso, se agranda tras conocer los resultados.
La candidatura de Nova Esquerra Nacional, liderada por Xavier Godàs, logró un crecimiento significativo entre la primera y la segunda vuelta.
Los de Godàs alcanzaron 2.308 votos el pasado 30 de noviembre y este sábado crecieron hasta los 2.777 votos, 469 más que en primera vuelta. Mientras, los de Militància Decidim de Junqueras consiguieron 3.157 votos en primera votación y 3.437 votos en segunda, lo que supone un aumento de 280 votos.
La escalada de Nova Esquerra proviene, en gran parte, de la candidatura derrotada en primera vuelta, Foc Nou, que consiguió algo más de 800 votos. Estas últimas dos semanas, los dos presidenciables han hecho esfuerzos para seducir a los militantes de esta candidatura.
Esta dinámica no sólo refleja un desacuerdo con el liderazgo de Junqueras, sino que también pone de manifiesto el auge de una corriente interna que apuesta por una "renovación" profunda de la cúpula del partido.
Fracasos electorales y desconfianza en las bases
El camino hacia la recomposición no será fácil. La misión de Junqueras y de la nueva secretaria general, Elisenda Alamany, es ingente. Probablemente más compleja que cuando Junqueras asumió la presidencia en 2011, en un contexto sin competencia y respaldado por Joan Puigcercós, quien era el presidente de ERC en ese momento.
En aquella época, Junqueras recibió un partido fracturado, pero con una militancia ansiosa por superar los conflictos internos que lo habían debilitado.
Ahora, la situación es más difícil, pues el partido enfrenta además de la crisis interna, el desgaste por los últimos fracasos electorales y la desconexión de una parte de la militancia.
Reproches por la 'Estructura B'
La pérdida de apoyo en las urnas ha sido un claro termómetro de esa fractura. Además, la polémica sobre la 'Estructura B' y el escándalo de los carteles contra los hermanos Maragall han socavado aún más la confianza en su liderazgo.
Junqueras ha intentado desligarse de dicha estructura bajo la excusa de que estaba en prisión. Sin embargo, sus rivales lo señalan como responsable.
En este contexto, la necesidad de "recoser" el partido se convierte en una misión titánica para Junqueras.
Pero sobre la pregunta de cómo recomponer el partido, la respuesta, según, Junqueras, es "muy sencilla". "Sólo hay un partido, que es ERC. El tiempo de las candidaturas ha terminado y la militancia ha hablado", aseguró en su primera intervención como presidente.
Contrapoder a Junqueras
Pero los votantes del sector de Nova Esquerra, que han crecido en número, seguirán ejerciendo de contrapoder, y la voluntad de tensar la cuerda está clara. El hecho de que Godàs haya descartado entrar en la Ejecutiva y no constituirse como una corriente interna oficial también implica que no están dispuestos a ser parte del aparato, sino a desafiarlo desde fuera.
La incógnita es hasta qué punto están dispuestos a seguir presionando y si este sector logrará resistir otros cuatro años bajo el liderazgo de Junqueras antes de proponer una opción alternativa para intentar tomar el control en 2028.
Por su parte, Alamany apuesta por la "recuperación" del partido, buscando tender la mano a los disidentes y superar las divisiones internas.
Sin embargo, esta llamada a la unidad corre el riesgo de ser insuficiente si no se acompaña de medidas concretas que logren integrar a las diversas facciones del partido.
Un paso importante será cómo ERC maneje su relación con los sectores más críticos que no se sienten representados por Junqueras, pero que continúan siendo un pilar fundamental de la militancia republicana.
Junqueras se juega su futuro
El camino hasta la reelección ha sido largo y lleno de reproches entre la candidatura de Junqueras y la de Godàs. Esta última contaba con el apoyo de Marta Rovira, Pere Aragonès, la mayoría de los exconsellers del Govern, y de buena parte de la dirección saliente del partido que presidía Junqueras.
Oriol Junqueras consiguió la presidencia con el apoyo del 52,2% de la militancia, mientras que Xavier Godàs logró el 42,2%.
El futuro de ERC depende de la capacidad de Junqueras para rehacer su liderazgo en un partido fracturado. La respuesta a la pregunta de si Junqueras podrá recomponer el partido está aún por verse, pero lo cierto es que la tarea que tiene por delante es titánica.
Su capacidad de liderazgo, en los próximos años, dependerá no sólo de su habilidad para mantener la unidad dentro de ERC, sino también de su capacidad para adaptarse a los tiempos y responder a las expectativas de una militancia cada vez más exigente.
Si no lo consigue, puede que le pase factura.