Puigdemont negó a Illa en su llamada telefónica que quisiera dinamitar su investidura
- El líder de Junts reconoció al socialista su legitimidad como 'president' para disipar acusaciones de 'trumpismo', en un contacto breve y educado el pasado 10 de agosto
- Más información: El plan de huida de Puigdemont consistió en esconderse en varios pisos hasta que se levantó la 'Operación Jaula'
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Nuevos detalles sobre la llamada que Carles Puigdemont y Salvador Illa mantuvieron tras la investidura del socialista. El líder de Junts le telefoneó el 10 de agosto, dos días después, para reconocer la legitimidad de su presidencia y negarle que tratara de dinamitar su investidura, ni alentar el asalto al Parlament.
El contacto se produjo cuando el socialista tomó posesión del cargo y el neoconvergente ya estaba de vuelta en su residencia de Waterloo, en Bélgica, tras su segunda fuga de Cataluña.
Presidencia legítima
Según ha explicado El Confidencial, un diputado de Junts facilitó el contacto del dirigente del PSC al expresident, quien le trasladó en una llamada breve y con un tono educado que su plan no era reventar el pleno.
Al dos veces fugado le preocupaba, de acuerdo con fuentes neoconvergentes, las acusaciones de trumpismo o de populismo extremo por el espectáculo que él mismo había provocado, tanto en los aledaños del Parlament como en su interior, con los sucesivos intentos de Junts de suspender el pleno.
Primer contacto
Así las cosas, este es el primer contacto que han mantenido nunca ambos líderes políticos catalanes. Además, nunca se han visto cara a cara: cuando Illa cogió las riendas del PSC, Puigdemont ya residía en Waterloo, huido de la justicia española.
Esto podría cambiar, no obstante: el socialista está haciendo una ronda de encuentros con sus predecesores en el cargo. Ya lo ha hecho con Jordi Pujol, José Montilla y Artur Mas y, por el momento, aún no se ha confirmado el encuentro con Puigdemont.
Espectáculo dentro y fuera del Parlament
Las jornadas que comprendieron la investidura y la llamada telefónica entre ambos fueron históricas para la política catalana. La Cámara catalana invistió al primer president socialista para dar carpetazo al procés, al tiempo que el organizador del referéndum del 1 de octubre reapareció en Barcelona a pesar la orden de detención que pesaba sobre él y que, en caso de cumplirse, forzaría la suspensión del pleno.
Junts montó un dispositivo para acompañarle hasta el Parc de la Ciutadella con una masa conformada por diputados, miembros del partido y seguidores independentistas. Pero Puigdemont no siguió el plan, que debía culminar con él entrando a la Cámara para asistir a la sesión. Tras pronunciar su mitin en el escenario habilitado en el Arc del Triomf, entró en un vehículo y huyó de Cataluña.
De paso, el movimiento del líder neoconvergente sumió a los Mossos d'Esquadra en una enorme crisis de credibilidad, al haber burlado de principio a fin su dispositivo para cumplir con el mandato del juez instructor del Tribunal Supremo Pablo Llarena de arrestarlo.