ERC sigue lamiéndose las heridas tras pasar de presidir la Generalitat a un batacazo electoral que les ha situado como tercera fuerza en el Parlament, con tan sólo 20 diputados y apeados por Junts de la hegemonía del independentismo. El paso al lado del candidato Pere Aragonès cayó como un jarro de agua fría en la sede de los republicanos, que esperaban asunción de responsabilidades, pero no de una forma tan inmediata.
Horas después de la debacle, el partido quedó en una situación de orfandad, pero ha durado poco tiempo. Oriol Junqueras ha asumido las riendas, cerrando el paso a liderazgos nuevos y a una reflexión que le señale también como causante de los malos resultados electorales. No obstante, se trata de un “liderazgo débil” y supeditado, básicamente, a que ERC mantenga cargos en la Administración.
En una carta dirigida a la “Cataluña entera”, el presidente de ERC se ha postulado para reconectar con los militantes y simpatizantes que deben recuperar la “confianza” en la formación. Ha asegurado que “se ve con fuerza para seguir trabajando” desde el lugar que determine la militancia, a través de los máximos órganos. Es decir, a través de un Congreso que deberán convocar una vez sea conocido el rol que tendrá ERC en la difícil legislatura que debe arrancar en las próximas semanas.
Culpable de la 'operación Rufián'
Pero muchos han tomado estas palabras como “cantos de sirena”. Es más, la dimisión de Aragonès incitó a algunos colectivos a reclamar asunción de responsabilidades a toda la dirección, incluido el propio Junqueras. Recuerdan que en las últimas elecciones municipales ya perdió la confianza de 300.000 votantes; y le señalan a él como culpable de operaciones como la de situar a Gabriel Rufián en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona). El republicano apostó por el portavoz en el Congreso para intentar desgastar el año pasado a la socialista Núria Parlon y morder el electorado del PSC en el área metropolitana; pero fue un auténtico fracaso que también fue “enterrado rápidamente”.
Sin embargo, las voces que piden que Junqueras dé un paso al lado son menos que las que reclaman que asuma las riendas en uno de sus momentos más delicados. “Debe demostrar fortaleza, al menos mientras se determine cuál será el papel de ERC en esta nueva etapa”. Y es que cabe recordar que los republicanos tienen ahora un dilema: facilitar la investidura del socialista Salvador Illa; postularse a favor de que Carles Puigdemont vuelva a la Generalitat; o bloquear cualquier opción y forzar la repetición electoral.
Junqueras, ¿favorable a un tripartito?
Cualquiera de estas opciones puede ser difícil para el futuro del partido, pero muchos parecen asumir que, dada la situación, se trata de elegir entre “el mal menor”. En este sentido, las mismas fuentes reconocen a este medio que Junqueras querría “resucitar el tripartito” para garantizarse cargos en la Administración. Hoy por hoy, la única forma que tiene de controlar ERC es “mantener la base de poder” con cotizados puestos en el sottogoverno. Acomodar a los cuadros del partido para evitar que levanten la voz.
En este caso, los socialistas podrían explorar entregar la presidencia del Parlament -el segundo cargo más importante de Cataluña- a cambio de lograr el visto bueno de ERC o facilitar un gobierno en minoría.
Mala relación con Puigdemont
Pero, en política, tampoco hay que menospreciar la dimensión personal de las decisiones públicas. Dirigentes de ERC admiten que, con Junqueras al frente, “es más fácil justificar por qué no apoya” la investidura de Puigdemont. Y es que a nadie se le escapa que entre ambos existe una “mala relación” por las diferencias en su hoja de ruta independentista. Durante años, ambos líderes se han ido distanciando y mandando recados envenenados a través de la prensa. Ahora, la ruptura entre ambos es total y prácticamente “imposible” de recomponer. Cualquiera de los dos tendría mejor relación con Salvador Illa, apuntan fuentes republicanas.
Con todo, la carrera política de Junqueras dentro de ERC durará “mientras duren el poder y los cargos”. De él depende que el partido se decante por desbloquear la investidura de Illa o no apoyarle y arrojar a Cataluña a una repetición electoral que podría ser aún más nefasta para la formación. Esto provocaría que la militancia “comience a levantar armas”, sin asumir como un mandato bíblico las tesis de Junqueras.