Jordi Graupera quiere vivir de la política. El filósofo, periodista y escritor no se rinde y ha impulsado un nuevo proyecto llamado Alhora. Lo ha hecho de la mano de la exconsellera de Educación de la Generalitat, Clara Ponsatí, con quien ya colaboró en el pasado. Es conocida por ser una de las caras más radicales del independentismo y por soflamas como De Madrid al cielo, en la que se mofaba de los muertos por coronavirus en la capital.
Graupera ya lo intentó en 2019, sin éxito. Se presentó como candidato a la alcaldía con Barcelona és capital-Primàries. Una candidatura con la que quería aglutinar a todo el independentismo y que resultó fallida, pues sólo obtuvo 28.230 votos --un 3,74% del total--. “Hemos perdido”, expresó la noche electoral. Pero esa derrota no le ha servido para hacer un nuevo intento con tal de dar el salto al ansiado Parlament a través de un nuevo partido radical que recuerda más a la Cataluña de 2017, cuando se vivieron los años más negros con el procés, que a la actual.
Declaraciones incendiarias
Graupera es filósofo, investigador en la universidad de Princeton y tertuliano influyente dentro del movimiento independentista. Ha ejercido como asesor de Ponsatí, por lo que no sorprenden sus declaraciones incendiarias. Las redes sociales han sido testigo, en numerosas ocasiones, de las ocurrencias de quien un día quiso ser alcalde de Barcelona y que, tras el fiasco, acabó recorriendo platós de televisión. En su afán de ser un icono del nacionalismo, aseguró que el catalán ofrece a los inmigrantes una oportunidad, mientras que el castellano les esclaviza.
En el mundillo le definen como una persona “libre, a quien no le da miedo estamparse”. Dudan de su capacidad para lograr que Alhora entre a la Cámara autonómica teniendo en cuenta la gran oferta de partidos independentistas que se presentarán a las elecciones autonómicas de febrero de 2025. Su principal objetivo ahora es que le financien la campaña electoral, pero “el poder desconfía de él porque es incontrolable”, como lo es la propia Ponsatí.
“Dios los cría y ellos se juntan”, expresan las mismas voces, que si bien lo tildan de "político brillante", también lo ven “narcicista”. “Va por libre y ni él tiene claro su ideal político más allá de tener un talante liberal y ser muy independentista”. Unos tributos con los que difícilmente logrará escaño en el Parlament y, menos aun, la independencia.