El Parlament ha regresado durante unas horas a 2017, cuando se vivían los momentos más álgidos del procés y contaba con unos dirigentes de la Mesa independentistas -entre ellos, Carme Forcadell- que admitían a trámite propuestas que reclamaban la secesión pese a la advertencia de los letrados y de la oposición, entonces liderada por Ciudadanos. Pero hay algo que ha cambiado desde aquellos años negros de Cataluña. Seis años atrás, ERC, Junts y la CUP compartían una hoja de ruta que hoy ha caído en saco roto.
Desde que los resultados de las elecciones generales del 23 de julio hicieron a los neoconvergentes necesarios en la gobernabilidad de España, los de Carles Puigdemont no dudan en utilizar cualquier excusa para apretarle las tuercas y advertirle a Pedro Sánchez de que ellos no son tan fáciles como lo son sus exsocios de Esquerra Republicana. Y si bien el expresidente fugado aprieta, pero no ahoga -al menos, por ahora-, ha vuelto a utilizar esta técnica de presión dando apoyo a una iniciativa legislativa popular (ILP) que pide, de nuevo, la ruptura con España.
ERC y PSC negocian las cuentas
Concretamente, la Mesa de la Cámara presidida por la radical Anna Erra ha admitido a trámite una propuesta de Solidaritat Catalana per la Independència -el partido político fundado por el actual presidente del Barça, Joan Laporta, en 2010- y que reclama activar esta demanda de cariz unilateral gracias a los votos a favor de Junts y de la CUP. Pero, a diferencia de años atrás, ha prosperado con la abstención de Esquerra Republicana, partido consciente de que este tipo de iniciativas solo contribuyen a poner contra las cuerdas al PSOE, algo desaconsejable en estos momentos. Y es que de los socialistas dependen la amnistía en el Congreso y los presupuestos para 2024 en la Generalitat.
Sus adversarios electorales independentistas lo saben y quieren sacar tajada. Por ello, desde las filas neoconvergentes no solo buscan posicionarse como los pata negra del procés, sino también ponerse bajo un foco mediático catalán que estos días venía apuntando a las conversaciones entre PSC y ERC en diferentes instituciones. Cabe recordar que ambos partidos se encuentran en plenas negociaciones para los presupuestos de 2024 en la Generalitat y en el Ayuntamiento de Barcelona, donde Jaume Collboni también estaría tratando de cerrar un acuerdo con los republicanos. Aunque el jefe de la oposición, Salvador Illa, ha negado por activa y por pasiva que haya un intercambio de cromos entre la Generalitat y el consistorio de la Ciudad Condal, desde los neoconvergentes aseguran que "no es casual".
La amnistía sigue bloqueada
En paralelo, desde Junts buscan presionar a Pedro Sánchez, con quien siguen negociando la amnistía en la Cámara Baja. No está previsto que la ILP llegue a buen puerto, pero no por ello los neoconvergentes dejarán escapar la oportunidad de dejarle claro al presidente que la estabilidad de su Gobierno sigue dependiendo de sus siete diputados y que debe “ponerse las pilas” para llegar a un acuerdo sobre el alcance de la ley. Precisamente, la misma semana en la que Sánchez acusa el golpe de los resultados de su partido en las elecciones gallegas.
En este sentido, cabe recordar que la Mesa del Congreso ha prorrogado 15 días –hasta el 7 de marzo- el debate de la norma en el pleno, lo que evidencia que las negociaciones siguen encalladas entre Puigdemont y los socialistas.
Independientemente del destino de la ley de amnistía y del escaso recorrido de la ILP indepe, los del fugado siguen utilizando ambas Cámaras -Congreso y Parlament- como caja de resonancia de su campaña electoral para arrebatarle a ERC la hegemonía del espacio independentista en las próximas elecciones autonómicas. Y es que cualquier ventana de oportunidad es buena para seguir marcando el relato de que en Junts negocian y defienden la independencia mejor que sus exsocios.