La eurodiputada de Junts, Clara Ponsatí, junto a su abogado, Gonzalo Boye / EUROPA PRESS

La eurodiputada de Junts, Clara Ponsatí, junto a su abogado, Gonzalo Boye / EUROPA PRESS

Política

La vuelta y detención de Ponsatí, el último 'show' de la guerra interna del secesionismo

La diputada de Junts regresa a Barcelona sabiendo que no puede ir a la cárcel gracias a la reforma del Código Penal, al mismo tiempo que carga contra los jueces, el Gobierno y la Generalitat

29 marzo, 2023 00:00

Clara Ponsatí presentó ayer como un pulso al Estado su inesperado regreso a España tras cinco años y cinco meses fugada por la organización del referéndum ilegal de secesión del 1-O. La eurodiputada de Junts per Catalunya (JxCat) fue detenida en pleno centro de Barcelona por los Mossos d'Esquadra escasos minutos después de haber dado una rueda de prensa, mientras paseaba por la plaza de la Catedral rodeada de una nube de periodistas, fotógrafos, su abogado Gonzalo Boye y un grupo de seguidores. Una imagen que ya intenta hacer valer en sus cuitas para denigrar a las instituciones democráticas del país, y que da munición a su alicaída causa, aunque a efectos prácticos tiene poco de épica. Y tras la cual emerge de forma indisimulada la pugna entre los dos partidos secesionistas mayoritarios: Junts y ERC.

Ponsatí fue trasladada a la Ciudad de la Justicia al no haber querido presentarse ella misma de forma voluntaria en los juzgados para prestar declaración ante el juez en su causa abierta en el Tribunal Supremo por el procés. Allí permaneció unas cinco horas, hasta ser puesta en libertad poco antes de las once de la noche.

La en su día consellera de Educación ponía punto y final de este modo a más de un lustro de fuga, aunque el momento y el modo elegido para hacerlo no ha sido casual. No en vano, ahora sólo se la acusa de desobediencia --un delito penado con inhabilitación o multa, pero no con cárcel--, al haber derogado el Gobierno español, a instancias de sus aliados parlamentarios de ERC, la sedición en el nuevo Código Penal.

"No me persiguen a mí, sino a todo el país"

Todo ello no fue obstáculo para que la dirigente secesionista recurriera a su habitual discurso incendiario para cargar contra todo aquello que considera ajeno a su causa identitaria: contra la democracia española en general --por su, según ella, "vulneración sistemática de derechos"--, el Poder Judicial --tildando, por ejemplo, de "ilegal", la orden de detención que pesa sobre ella--, la Generalitat de Cataluña e incluso el Parlamento Europeo.

"No me persiguen a mí, sino a todo el país". Con sentencias de este estilo se despachó Ponsatí su rueda prensa, en la cual quedó claro que su estrategia no está sólo concebida para reavivar el victimismo contra el Estado e intentar desacreditarlo, sino también para erosionar al Govern catalán --en manos de ERC tras romperse su coalición con Junts el pasado octubre--, al cual calificó como "una herramienta de la ocupación española".

El Govern le pide disculpas

Especialmente llamativos resultaron sus indisimulados ataques al Ejecutivo de sus antaño socios de ERC, al cual señaló como responsable de su detención minutos antes de que se llevara a cabo: "¿Si los Mossos me tienen que detener? Ellos y sus superiores sabrán". O el dirigido a la ahora consellera de Acción Exterior Meritxell Serret --acusada también de desobediencia--, a la que reprochó que en su día se presentara "voluntariamente" ante el juez y que eso, según ella, "le ha servido".

Una inquina que contrasta con el aplomo del Govern, que llegó a pedirle perdón por su arresto para llevarla a declarar, y de su presidente Pere Aragonès, que cree que el mismo vulnera sus derechos y su inmunidad como eurodiputada. Y también del resto de mandatarios de ERC, haciendo oídos sordos a las furibundas críticas de Ponsatí celebrando públicamente su retorno: desde Oriol Junqueras hasta Gabriel Rufián, pasando por la vilipendiada Serret.

Críticas al Parlamento Europeo

Ponsatí acusó también a la Eurocámara por su "vergonzosa" retirada de su inmunidad parlamentaria, tanto la suya como la de los otros dos eurodiputados de Junts sobre los que pesa una euroorden de detención: Toní Comín y Carles Puigdemont. Una inmunidad pese a todo vigente, al estar recurrida ante la justicia comunitaria por los tres afectados.

Puigdemont aprovechó la ocasión para ajustar cuentas con la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, a la que esta vez conminó a pronunciarse asegurando que "no puede seguir callando" y a preocuparse por la situación de Ponsatí.

Mail a los eurodiputados

El Parlamento Europeo vuelve a servir de este modo a los dirigentes secesionistas como escenario para presentarse como víctimas de una supuesta "represión" e intentar desacreditar una vez más a España y sus instituciones democráticas. Tanto es así que, estando Ponsatí detenida, ésta ya ha informado por email al resto de eurodiputados sobre su arresto "ilegal" en Barcelona, reclamándoles que expresen su rechazo.

"Mi arresto demuestra el desprecio de las autoridades españolas por la ley europea, los tribunales europeos y los derechos fundamentales. Un desprecio que no hará más que crecer hasta que las instituciones europeas presten seriamente atención y se tomen acciones decisivas", dice en su misiva.

El Parlamento Europeo examinará las "cuestiones legales" que corresponsan sobre el asunto.

Movilizaciones poco concurridas

Mientras tanto, en Cataluña, los partidos y entidades impulsores del procés promovieron protestas con escaso éxito de convocatoria. Junts, CUP, el Consell per la República y la Assemblea Nacional Catalana (ANC) apenas lograron movilizar a decenas de personas a las puertas de la Ciudad de la Justicia de Barcelona para pedir la libertad de la exconsellera de Educación y ahora eurodiputada. Una movilización a la que acudieron varios de sus dirigentes, como los posconvergentes Jordi TurullAlbert Batet, Joan Canadell, Salvador Vergés o Damià Calvet, o los cupaires Eulàlia Reguant, Carles Riera y Xavier Pellicer, y por culpa de la cual se cortó la Gran Vía.

La ANC también llamó a la ciudadanía a concentrarse ante los ayuntamientos con más pena que gloria. La detención de Ponsatí tampoco parece haber servido a los mandatarios secesionistas para reavivar su cada vez más alicaída causa.