A 51 kilómetros de Barcelona, entre la Ciudad Condal y Manresa, se escribió uno de los capítulos más desconocidos de la historia de España. Allí reposa Can Padró, un campo de entrenamiento de policías y bomberos con circuito de carreras, hotel y restaurante. Más importante, en este destartalado complejo que ahora se asemeja a una ciudad ucraniana en ruinas, entrenaron dos infiltrados en las bandas terroristas ETA y Terra Lliure; y también el CNI, grupos de élite de la Guardia Civil, los Mossos d'Esquadra, mercenarios de diversa índole y operativos vinculados al Mossad israelí. Ahora, la instalación vuelve a la actualidad porque aquí se gestó la pata ambulancias del caso 3% de presunta corrupción en Cataluña.
En efecto, todo vuelve a Can Padró. Esta ciudad de los espías la ha dirigido desde 2009 con gran secretismo Global Formación Plus SL, una sociedad que regía el antaño influyente Fernando Izagirre, exconcejal del PNV, ex alto cargo del Gobierno vasco con los jeltzales y ahora cerebro del caso DYA de presunto saqueo de la oenegé norteña. Izagirre y sus hombres han dirigido el complejo hasta 2022, cuando la nueva junta de la DYA ha liquidado el negocio catalán porque cree que servía de tapadera para saquear sus cuentas. El caso está judicializado en Bilbao.
Las ambulancias y el 3% se unieron aquí
Izagirre y sus adláteres compraron Can Padró a la multinacional Eulen en 2009. Durante este tiempo, se nutrieron de la facturación que les proporcionaban los entrenamientos de Bomberos, Guardia Civil, Mossos y otros cuerpos de seguridad. Y el CNI, claro, con mucha más discreción. Los funcionarios aprendían en Can Padró a mejorar su tiro en una galería; a conducir de forma evasiva; a escaparse de un zulo o a irrumpir en una escenario de secuestro. Pese a ser lugar de peregrinaje de diversos brazos del Estado, y por lo tanto un buen negocio, sus gestores impagaron las letras al conglomerado de los Álvarez, a quien lo habían comprado. Eso sí, los ingresos les permitieron elevar su tren de vida más allá de lo imaginado.
También se sirvieron de Can Padró para hacer excelentes contactos con mandos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Entre 2009 y 2022, los de Can Padró eran los hombres de las emergencias en Cataluña. Por ejemplo, en 2011 pusieron en contacto a una pequeña empresa familiar de ambulancias de Terrassa, Ambulancias Egara, con el todopoderoso despacho del empresario independentista David Madí en el paseo de Gracia de Barcelona. Egara veía venir el concurso de transporte sanitario de Cataluña de 2014 y necesitaba contactos con la Administración. Madí se los ofreció, como avanzó este medio. Doce años después, aquellos contactos, que culminaron con la entrada de hombres cercanos a Madí en Egara, se han tornado en una pieza separada del caso 3% en la Audiencia Nacional. Se investiga si la operación buscó manipular la macrolicitación de las ambulancias catalanas, con 2.000 millones de euros en juego. Hay indicios de ello.
Can Padró nació vinculado al CNI
Pero en Can Padró hubo más, mucho más. Lo explican quienes lo vieron nacer. "Lo fundaron en la Transición el coronel y ex alto cargo del SECED --antecedente del CNI-- Fernando San Agustín y su socio José Antonio Díaz Molins. Buscaban ofrecer consultoría de seguridad a policías y bomberos", subrayan. El negocio, abierto en los 70 en los terrenos de una familia de la zona, despegó durante una década. Comenzaron a peregrinar a este enclave de la comarca catalana del Bages unidades de la inteligencia nacional y otros funcionarios del Estado. Hasta llegar el más alto de ellos, el entonces heredero al trono Felipe de Borbón. El ahora rey Felipe VI, a quien San Agustín formó en conducción evasiva en Can Padró cuando el jefe de Estado tenía apenas 18 años.
San Agustín, que no ha contestado a este medio, lo reveló públicamente en la tournée de presentación de su libro Os matarán en nombre de Dios (Roca Editorial). Se dejó cosas que Crónica Global ha podido saber. "El exespía --y escritor-- estaba tan bien conectado con la neonata Generalitat de Cataluña que le hicieron una salida expresa del Eje del Llobregat a Can Padró en los 80 a cambio de una cuota mensual. Aquello aumentó el negocio". La salida terminó cerrada porque Can Padró impagó el fee mensual. Continúa cerrada a día de hoy. Pero los clientes venían por otro lado: la traicionera carretera que atraviesa el pueblo de Sant Vicenç de Castellet. "Cuando vino Felipe VI en su adolescencia a entrenar, nadie en el Bages se enteró. Y eso que se desplegó por los bosques colindantes mucho personal armado con metralletas. Can Padró siempre ha trabajado con la discreción más absoluta", defienden.
Bomberos y antiterrorismo
¿Quién más entrenó en secreto en la ciudad de los espías de Cataluña? "Eulen llegó aquí sobre el 1986/1987. Le compraron el espacio a San Agustín y a Díaz Molins. El negocio de este campo era formación de los bomberos de empresa, como las químicas. Eran formaciones in situ, de primera intervención o segunda intervención. Y la seguridad", deslizan. ¿Gente con placa y pistola? "Entre que lo compró Eulen en los 80 hasta la llegada de Global Formación en 2009, se trabajó algo de seguridad: conducción o tiro. Recuerda que eran las décadas del terrorismo en España. Después, con el fin de ETA --en 2011--, este ramo de negocio bajó".
A partir de 2011, pues, Can Padró dejó de ser la ciudad de los espías y se centró en formar a Bomberos. "El campo de fuego es el núcleo del negocio", insisten voces conocedoras. El campo de fuego es una colosal ciudad de hormigón con edificios, pasarelas, balsas, sótanos, muros para descalar o descender, autobuses o vagones de tren en los que se puede prender fuego real, se pueden hacer estallar cosas para testar a los profesionales. "Es de los pocos permisos de este tipo en España. Hablamos de fuego real. No hay nada igual en el país, quizá en toda Europa. No te dan permiso, y menos en medio del bosque", defienden.
Aquí comenzó a perder ETA
Este es el núcleo del negocio de Can Padró: antiincendios. ¿Y la seguridad?. "La división de seguridad tiene mucho halo de misterio, pero en realidad es la formación de servidores públicos del Estado". Los altos funcionarios de seguridad e inteligencia venían aquí, al Bages, con gran discreción para mejorar sus habilidades de tiro o de conducción. "Hay una fosa junto al circuito en la que el CNI enterraba aquí los coches que utilizaba en los operativos en Cataluña", indican dos fuentes cercanas. "No hay fosa alguna, eso es una leyenda", contradice otra voz.
Otros dos servidores públicos también se formaron aquí. Mikel Lejarza, El Lobo, el agente del SECED que permitió descabezar a ETA (político-militar) en 1975. El efectivo permaneció activo hasta en torno al año 1989. Tras ello, San Agustín explicó en sus libros que El Lobo entrenó en Can Padró. "No es que entrenara" --le corrigen personas cercanas--, "es que El Lobo se escondió aquí". ¿De qué se ocultó? "Cuando cayó en desgracia, se refugió en Can Padró para protegerse de una posible represalia de ETA". En efecto, la banda terrorista buscaba a Lejarza por toda España para asesinarle. En poblaciones del País Vasco colgaron carteles con su rostro. "Le dejaron tirado y San Agustín lo trajo aquí".
'Txema' Aloy: un mando de Cirsa en Terra Lliure
Se da la paradoja, pues, de que en una de las comarcas más independentistas de Cataluña, muy cerca de Manresa, se escondió una pieza clave contra ETA. Y otra contra Terra Lliure. Dos fuentes consultadas insisten en que en Can Padró entrenó Josep Maria Txema Aloy, un ex alto cargo de la multinacional del juego Cirsa. "Txema Aloy, vecino de Manresa, venía del equipo de escoltas de Seat. Fernando San Agustín lo fichó luego como instructor de seguridad en Can Padró". Aloy pasó unos años en la ciudad de los espías y, finalmente, se marchó a Cirsa. Cuando estaba en la multinacional del juego, el CNI lo captó con ayuda de El Lobo. "Como ya había trabajado aquí de instrucción de conducción evasiva, confiaron en él. Era un chaval muy normal, les venía bien porque parecía de familia catalana", explican quienes le conocieron. Finalmente, cuando estuvo maduro, lo consiguieron meter en Terra Lliure.
La operación fue un éxito. Aloy aportó información al exjuez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón y se desencadenó la operación policial de 1992 que acabó con 45 detenidos. Terra Lliure había sido desarticulada antes de los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona. ¿Qué pasó después? "Aloy volvió a Cirsa y lo enviaron a Brasil para protegerle. Le hicieron jefe de seguridad de un casino y allí sigue", confirman dos voces distintas.
"Aloy era un 'tío' reservado"
Sea como fuere, Can Padró jugó un papel central en el fin del terrorismo en Cataluña. Aloy enseñó a otros efectivos "durante cuatro o cinco años" y después, le fichó el CNI para acabar con Terra Lliure. Su información sirvió para volar la banda armada. "Mira, sí, yo le conocí allí, aunque la decisión de infiltrarse fue de él. Era un tío muy discreto, nada bravucón, como otros. Estuvo por Can Padró y comía con los trabajadores, sin hablar de trabajo en ningún momento".
De hecho, nadie en Can Padró sabía que Txema Aloy estaba a punto de prestar un servicio al Estado. "No lo dijo a nadie, la gente se enteró por otro lado. Cuando lo ficharon para infiltrarse, ya no estaba aquí".
¿Un hombre de Luis Roldán en Manresa?
El paso de El Lobo y Txema Aloy por Can Padró ha sido explicado de forma muy somera. Hay otra hebra que esta trama que nadie ha aflorado, y que Crónica Global ha podido conocer de dos fuentes conocedoras. "Fermí Ferran, el exdirector de seguridad de Cirsa, ayudó en la operación de Txema Aloy", sostienen. ¿Por qué? "Porque Ferran fue un hombre de confianza del coronel Luis Roldán --exdirector general de la Guardia Civil entre 1986 y 1993--, y aportó en esa operación", señalan.
Otra fuente desliga a Ferran, ahora consultor empresarial, administrador único de Ambulancias Egara e imputado en la pieza separada del caso 3% del transporte sanitario, de ese movimiento de Estado. "Venía por aquí, pero no mandaba nada, no gestionaba nada", subrayan. Otra voz de la alta dirección insiste en la tesis. "Si Ferran no pintaba nada, ¿por qué Txema Aloy volvió a Cirsa tras ayudar a descabezar a Terra Lliure? Porque lo mecía Fermí Ferran, que era director de seguridad en Cirsa y, por ende, su superior directo antes y después de la infiltración. Ese equipo de seguridad tenía una muy buena relación con el CNI, y eso no es nada reprochable, pues es un instrumento más del Estado".
"Mercenarios de los atuneros" y el 'CNI catalán'
Ocurriera o no, ello habría pasado en los años 90. Más adelante, Can Padró siguió recibiendo a clientes especiales. "Llegaron los sanitarios tácticos, a los que dejaban por la montaña y les tendían trampas o les hacían explotar cosas a su lado. Se iban a zonas de guerra o de desastres naturales, como un terremoto". Y más. "A finales de los 2000 fue el turno de los mercenarios que protegían a los pesqueros españoles en el cuerno de África tras el secuestro del atunero vasco Alakrana por piratas somalíes en 2009". ¿Qué aprendían los mercenarios? "Tiro, manobras evasivas o primeros auxilios", enumeran. Aquella formación "se llevó en secreto" porque "nadie sabía si entrenar a mercenarios armados en España era legal". Pero pasó. Los atuneros españoles necesitaban protección y, así, en Can Padró se volvieron a ver hombres armados con la más absoluta de las discreciones. Seguía en manos de Eulen.
En 2009, el complejo cambió de manos y llegaron Izagirre y sus hombres con Global Formación. Continuaron facturando, sobre todo, a bomberos, públicos y privados. Pero también alimentaron el mito de la ciudad de los espías, que era una pata menor del negocio desde el fin de ETA, aunque permitía ganar contactos. "A mediados de los 2010 vinieron a Can Padró los hombres de la empresa israelí ISDS (International Security & Defense Systems) a hacer un curso de formación", admiten directivos del sector. Este grupo de seguridad mantiene "fuertes vínculos con el Mossad, la inteligencia del país". ¿Cuántas veces vinieron a Cataluña? "Solo una, y luego gente de aquí fue a Israel". De aquella experiencia israelí, personas del entorno de CiU sondearon la creación de un CNI catalán, como explicó este medio. Los involucrados lo niegan y lo atribuyen a "habladurías". Otra voz cercana sostiene que los promotores "se jactaban en público de crear el embrión de la futura inteligencia catalana". Sea como fuere, aquella iniciativa jamás cuajó.
El 'clan de Izagirre' hunde la 'ciudad de los espías'
La misteriosa historia de Can Padró se tuerce entre 2009 y 2022. Llegaron Global Formación Plus y el clan de Fernando Izagirre, comprando el recinto a Eulen. "Esto, bien administrado, es una máquina de facturar gracias, sobre todo, al campo de fuego. El mejor año se ha movido en los 3,5 millones de ingresos, y el año pasado, sobre los 1,5 millones. Últimamente se ha formado aquí la unidad de escoltas de los Mossos d'Esquadra y lo han pedido los Bomberos de la Generalitat". Pero Izagirre y los suyos "no sabían llevarlo". "No hicieron ninguna inversión. Ninguna. Todo lo que se construyó y reparó aquí lo pagó Eulen hasta 2009. Después, nada", lamentan. Pese a ello, el complejo continuó trabajando, eso sí, con otro talante. "Izagirre se puso un sueldo de 140.000 euros cuando se sabía gestionar esto. Y no era el único".
En efecto, había alguien más: Neus Larrégola. La directiva llegó a Can Padró con el clan de Izagirre. Nadie sabía que era la mujer del cómico Jordi LP, pero terminó en Can Padró y, de rebote, en la trama de las ambulancias con Fermí Ferran, como explicó este medio. La colocaron de gerente en Can Padró "con un sueldo de 80.000 o 90.000 euros al año" y de ejecutora en Ambulancias Egara. Larrégola, pues, es otro de los vértices que une las dos tramas: Can Padró y Egara. En la primera, "se iban en sueldos la mayor parte de los ingresos". ¿Y el resto de dinero? "No se sabe. La facturación desaparecía", manifiestan. Esa desaparición es, ahora, investigada por el juzgado de Instrucción 5 de Bilbao, que examina posible administración desleal. Hubo más presuntos desatinos. "El clan de Izagirre impagó a Eulen la compra y, al final, el grupo les resolvió el contrato. Les echó", agregan. Tras ello, Global Formación fue a concurso de acreedores, avanzó El Correo, y Can Padró salió al mercado.
Ahora, la ciudad de los espías, a 51 kilómetros de Barcelona, busca comprador, porque Eulen, escarmentada, ya no la quiere. Su nuevo dueño heredará unas instalaciones únicas en Europa. Pero también muchos secretos, algunos de ellos de Estado.