Del veto de Oriol Junqueras al acuerdo de Pere Aragonès con el PSC. La inminencia de un pacto presupuestario supone un punto de inflexión, tanto en la estrategia interna de ERC como en la superación de bloques de la política catalana. El cordón sanitario que los republicanos establecieron hace dos años con motivo de las elecciones autonómicas de 2021 ha dado paso a una negociación de las cuentas de 2023 que tiene muchas lecturas. Entre ellas, el definitivo golpe de timón que el presidente catalán ha dado en su propio partido y en su estrategia de pactos.
El tiempo dirá si ese nuevo rumbo, propiciado también por el pulso lanzado por Salvador Illa, se traduce en acuerdo a otro nivel. Pero lo cierto es que algo se mueve en Cataluña en un terreno que ya no tiene que ver con el puro procesismo, sino con la economía catalana.
El Govern proclamaba ayer con indisimulada satisfacción que se había conseguido un principio de acuerdo con PSC para aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2023. Un baño de realidad, el que arroja la aritmética parlamentaria, imponía desde el primer momento a los socialistas como interlocutores preferentes. Sobre todo desde que, en octubre, Junts per Catalunya (JxCat) decidió romper con ERC en su enésima gesticulación independentista.
Estéril desafío
La convivencia entre estas dos formaciones en el Consell Executiu, necesaria para la investidura de Aragonès, no hizo más que agudizar las diferencias entre Esquerra, entregada ya a su estrategia de moderación y de diálogo con el PSOE, y los neoconvergentes, divididos internamente debido a la incapacidad de dirigentes radicales como Laura Borràs, Jaume Alonso-Cuevillas o Albert Batet de interpretar las señales prelectorales. Y estas son el deseo de los catalanes, independentistas o no, de pasar página a diez años de estéril desafío secesionista.
Así, mientras las negociaciones entre ERC y PSOE se traducían en una reforma de la sedición y la malversación a la medida de los investigados por el reférendum del 1-O a cambio de dar apoyo a los Presupuestos Generales del Estado, en Cataluña el independentismo se volvía cismático, con Junts, ERC y CUP divididos y sin visos de reunificación.
Consecuencias de la guerra en Ucrania
Ya en agosto de 2021, viendo el rumbo que tomaba el espacio separatista, Salvador Illa había tendido la mano a ERC para aprobar unos presupuestos necesarios debido a la crisis derivada de la guerra en Ucrania. En realidad, las aproximaciones entre republicanos y socialistas se habían producido el día después de las elecciones del 14F, cuando el PSC ganó las elecciones, empatando a escaños con ERC. Pero los vetos cruzados eran demasiado recientes y Junqueras, presidente del partido, se negaba a cualquier tipo de entendimiento con Illa, estableciendo así un pulso con Aragonès en el que en ocasiones participaba, a modo de desempate, la fugada Marta Rovira, secretaria general de la formación republicana.
No hace tanto que Junqueras maldecía las negociaciones con el PSC, mientras el presidente catalán daba prioridad a los comunes como interlocutores. Cerraron un acuerdo hace varias semanas, insuficiente porque no suman a nivel parlamentario. De ahí que, a lo largo de estas fechas navideñas, más hábiles desde el punto de vista presupuestario de lo previsto, Illa intensificara su pulso a Aragonès. Y lo sigue haciendo, a pesar de que el Govern ya da por hecho el acuerdo .
Las exigencias de PSC
“O todo o nada”, aseguraban fuentes socialistas a Crónica Global, en referencia al documento presentado la semana pasada a Esquerra [se puede leer en este enlace]. Las medidas contenidas en el mismo, así lo explicó este medio, suponen una enmienda tanto a ese pacto con los comunes como a Junts. Por un lado, los socialistas insisten en reclamar el desbloqueo de proyectos importantes para reincentivar la economía --ampliación del aeropuerto, Hard Rock y Cuarto Cinturón (B-40)--, mientras que por otro, rechazan el aumento de impuestos que exige En Comú Podem.
“No hay un primer acuerdo”, insisten desde el partido de Illa, enfriando así el anuncio del Govern.
En medios políticos se da por hecho que lo habrá la semana próxima, una vez ERC y PSC tengan a punto su relato, sabedores de que, hoy por hoy, representan la centralidad en Cataluña, pero que sus adversarios políticos --también los internos-- van a arremeter contra una entente que supera bloques políticos por primera vez en muchos años. Hasta ahora, se había impuesto el eje independentismo-constitucionalismo, con algún tímido --por insuficiente-- intento de ruptura por parte de los comunes. Un acuerdo ERC-PSC, que implica lealtad por parte de los socialistas, pero no dejación de sus funciones como oposición.