Haya ruptura de gobierno o no, Junts per Catalunya (JxCat) arriesga demasiado. La cuestión de confianza propuesta por Albert Batet, miembro de un grupo de duros que incluye a Laura Borràs, supone una deslealtad a ERC difícil de reconducir, pero que aflora de nuevo las divisiones internas en Junts. Los consellers neoconvergentes, con Jaume Giró al frente, no quieren salir del Govern, y mucho menos hacerlo antes de las elecciones municipales, donde la influencia territorial que supone formar parte del consell executiu es esencial.
De hecho, Xavier Trias, así como otros cargos municipales de Junts, han expresado su malestar ante una crisis de gobierno que supondría la peor tarjeta de presentación para captar a los alcaldes de PDECa, que son mayoría. El trasvase está siendo lento y una crisis con ERC dinamitaría las alianzas actuales en muchos municipios.
Un órdago para Turull
A lo largo del día se sabrá si JxCat consuma su amenaza. La opinión de Jordi Turull, secretario general del partido --en las últimas elecciones internas del partido arrasó frente a los fieles a Borràs--, es decisiva. Él mismo ha ido matizando en los últimos días su anuncio de someter a la militancia a una consulta sobre la continuidad del pacto de gobierno. El exconsejero de Presidencia asegura que se trata de evaluar los acuerdos de gobierno, no de propiciar una crisis.
Pero Batet y los suyos --un grupo parlamentario enfrentado a los consejeros neoconvergentes que reclaman abandonar la confrontación-- han ido más allá, colocando a su propio partido al borde del ostracismo, al tiempo que presionan a Turull para que cumpla sus amenazas. Tal como publicó Crónica Global, una de las posibilidades que baraja Aragonès es responder a las amenazas de ruptura con una remodelación del Govern en la que Jaume Giró asumiría una vicepresidencia económica en sustitución de Josep Puigneró.