Vuelve el "España nos roba". El "expolio fiscal". El independentismo, de la mano del consejero de Economía, Jaume Giró, vuelve a sus lugares comunes y denuncia que el déficit fiscal autonómico alcanzó el 8,5% del PIB catalán en el ejercicio 2019. Es decir, que ese año, Cataluña registró un saldo negativo de 20.196 millones.
De esta forma, Giró vuelve a una antigua reclamación del nacionalismo, la de un pacto fiscal --cupo vasco a la catalana-- que el expresidente de la Generalitat Artur Mas quiso negociar con el Gobierno de Mariano Rajoy. Tras el portazo --España se encontraba en aquella época inmersa en una crisis económica--, Mas optó por una deriva independentista.
“¿Soberanía fiscal? No la tiene ni España. ¿Cupo vasco? Es una singularidad histórica imposible de generalizar. Lo que hay que hacer es que vascos y navarros contribuyan más a la solidaridad. Formar parte de una comunidad más amplia no es un juego de suma cero, sino de suma positiva. Cuando Cataluña ha intentado dejar de formar parte de una comunidad más amplia, la tarta se ha hecho más pequeña --fuga de empresas, fuga de depósitos--. Por esto, y porque los 20.000 millones (versión actualizada de los 16.000) no miden el déficit fiscal, es falso que Cataluña tendría 20.000 millones más si fuera independiente”, afirma Francesc Trillas, profesor de Economía Aplicada de la UAB.
Mezclar conceptos
Trillas critica que el Govern “mezcle conceptos interesadamente”, pues ”el déficit fiscal y el sistema de financiación son dos cosas distintas”. Advierte que la Generalitat “siempre da o enfatiza una cifra del déficit fiscal (balanza o saldo fiscal) calculada con el criterio del flujo monetario, con neutralización del déficit, que en realidad no mide el déficit fiscal”. La diferencia entre flujo monetario y carga beneficio es que el primero mide como “beneficio” solo el gasto público que se ejecuta en el territorio de Cataluña, y el segundo mide el beneficio que recibe la población catalana por todo el gasto público (incluyendo embajadas, Ejército, contribuciones a organismos Internacionales...), independientemente de donde se ejecute éste. “El segundo criterio mide el déficit fiscal (diferencia entre impuestos y beneficios), y el primero no, mide otra cosa”, dice.
A su juicio, la aproximación más correcta para cuantificarlo, es decir, la diferencia entre lo que Cataluña paga en impuestos y lo que recibe de todas las administraciones, es “calcularlo mediante el criterio de la carga beneficio, que aproximadamente da como resultado que Cataluña paga según renta y recibe según población”. Y recuerda que el propio Andreu Mas-Colell, exconsejero de Economía del gobierno de Mas, calificó ese criterio como “razonable”.
“Si dos criterios tan distintos dan cifras tan distintas como el 5,8% o el 8,5% del PIB que ha dado el Departamento de Economía, es que no miden lo mismo. Son dos magnitudes que miden cosas distintas”, asegura el profesor, que además es secretario de Economía y Hacienda del PSC.
Añade que si un territorio asume costes y recibe beneficios (un mercado integrado, bienes públicos, tratados internacionales) por formar parte de una comunidad política más amplia (España, Europa, algun día la humanidad), siempre habrá flujos fiscales dentro de estas comunidades. Mientras los impuestos sigan siendo progresivos, las comunidades con un nivel de renta por encima de la media tendrán déficit fiscal, y aquellas por debajo tendrán superávit fiscal.
Mejora de la financiación
Otra cosa es que Cataluña “y todas las comunidades autónomas necesitan un mejor sistema de financiación de sus competencias autonómicas. Hay que sentarse a la mesa y negociar un sistema que mejore el actual para todas, que asegure la sostenibilidad y robustez de la financiación del Estado del bienestar en todas las comunidades, con un buen sistema de nivelación, que sea más transparente y equitativo que el actual, con condonación parcial de la deuda y un consorcio tributario”.
Recuerda que el PSC siempre ha participado activamente en la realización de propuestas sobre el modelo de financiación autonómica. En los últimos meses ha presentado dos documentos de debate encargados a personas expertas, junto con la Fundación Rafael Campalans (documentos de Montse Colldeforns y Antonia Monés, y de Antoni Zabalza). Se presentará un tercero encargado durante este otoño (de la politóloga Sandra León, de la Universidad Carlos III) y antes de final de año, el PSC presentará sus propuestas.
"Pagan los ciudadanos, no los territorios"
En realidad, poco o nada nuevo hay desde que Joan Llorach y Josep Borrell publicaron en 2015 Los cuentos y las cuentas de la independencia. En el mismo, sostienen los autores que es errónea la idea de que el déficit fiscal con España impide la recuperación catalana. Calculaban entonces que no llegaba a 800 millones, y si se cuentan los servicios que benefician a los catalanes, Cataluña tendría un superávit de 4.000 millones.
“Los territorios no pagan impuestos, lo hacen los ciudadanos”, afirma el economista y profesor de la Universitat de Barcelona (UB) Gonzalo Bernardos. “Los de Sarrià-Sant Gervasi pagan más de lo que reciben, pero los del barrio de La Bordeta de Lleida reciben más de lo que pagan. Los primeros tienen ingresos elevados y los segundos medio-bajos o bajos. Al Gobierno catalán le parece muy bien que Barcelona sea solidaria con Lleida, pero muy mal que lo sea con Extremadura”, denuncia.
"Las balanzas están trucadas"
Bernardos considera que “las balanzas fiscales están trucadas. Todas ellas, pues cualquier método se basa en unos supuestos técnicos que pueden hacer que salga el resultado que le gustaría al que encarga el análisis. La explicación de que va a Madrid más dinero del que vuelve es simplemente pueril para un tema tan sofisticado”
El economista tiene muy claro que “los que más tienen han de financiar parcialmente a los que menos. Por eso, los impuestos directos son progresivos. Que Cataluña quiere que el resto de España le financie me parece muy injusto, siendo su renta per cápita y su PIB per cápita superior a la media. Es lo que sucede con el País Vasco, pero Cataluña no lo tiene porque Pujol no lo quiso, pues decía que recaudar impuestos no era agradable”.
Queja sobre el déficit de inversiones
Recuerda que, recientemente, la Generalitat “volvió a soltar la misma queja con las infraestructuras, diciendo que el grado de ejecución del presupuesto en Cataluña era mínimo. Resultó que era igual a la media española, pero era la única autonomía que se quejaba”.
En el período 2015-2021, el grado de ejecución del presupuesto en infraestructuras en Cataluña fue el 49,89% y en el conjunto de España, el 49,84%. “No obstante, la trampa era coger solo el año 2021, inusualmente bajo en Cataluña, porque sus políticos habían dicho no a la ampliación del puerto y el aeropuerto. Afortunadamente, cada vez más ciudadanos no hacen caso a los lloriqueos de los políticos independentistas”.