“Es sólo un caso mediático”. Así justifican fuentes de Junts la inacción del partido en lo referente al presunto escándalo de acoso sexual denunciado por una decena de jóvenes de las Juventudes Nacionalistas de Cataluña (JNC), la sección juvenil de la extinta Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), que señalaban al dirigente local Quim Amorós, a quién llamaban Señor Q.
Dos meses después, la formación mantiene su silencio y se escuda en que no ha habido denuncias más allá de las publicadas en las redes sociales. “Se ha designado un instructor, que será quien estudie el caso y decida si debe pasar a la Comisión de Garantías o no”, expresan. Mientras tanto, los menores que señalaron al Señor Q se sienten “frustrados” ante la falta de explicaciones y "la defensa de algunos candidatos de Junts a esta persona" presuntamente involucrada en un caso de ciberacoso.
“¿Quiénes son las víctimas?”
Más allá de esta decisión, el partido se desmarca del escándalo. Subraya que es un tema que afecta a las juventudes y no a los miembros de Junts, por lo que no pueden intervenir. “¿Quiénes son las víctimas? Es que no nos consta ninguna denuncia”, reiteran.
“Desconocemos si esta persona sigue vinculada al partido”, expresan. Un hecho que se ha encargado de aclarar el propio Amorós, que en declaraciones a Crónica Global ha desvelado que nadie lo ha apartado y que mantiene su vinculación con los neoconvergentes. “Está todo en manos de mi abogado, me acusaron sin ningún tipo de prueba”, se defiende.
Miedo a una denuncia por injurias
Por su parte, desde la JNC aseguran que han recibido una docena de testimonios que no van acompañados de denuncia ante los Mossos d’Esquadra en el buzón interno que abrieron para recopilar toda la información del caso. “Al no haber denuncia oficial, estamos mirando cómo gestionarlo”, manifiestan.
Tras varias semanas, todavía no han dado con la tecla para dar una respuesta a las presuntas víctimas, con quienes mantienen el contacto, según indican. “Les acompañamos y les hemos recomendado varias entidades para que se pongan en contacto con ellas en caso de que lo necesiten”. No obstante, las mismas fuentes confiesan que, de no presentarse ninguna denuncia formal ante la policía autonómica o ante el juzgado, temen que sea el presunto agresor quien los acuse de injurias por señalarle sin pruebas.
Las víctimas, desamparadas
Dos meses después de las declaraciones públicas, las presuntas víctimas se sienten "desamparadas" por el partido. Expresan que algunos de los testimonios ni siquiera han sido recogidos al tratarse de jóvenes simpatizantes, que en aquel momento tenían entre 14 y 15 años, y que no militaban todavía en la JNC, dado que la edad mínima para hacerlo es de 16.
Las mismas voces aseguran que hay más de 40 denuncias de menores en el buzón que gestiona la JNC, pero que la formación ha contabilizado "un número menor porque algunas de ellas contienen el testimonio de varios jóvenes". Las presuntas víctimas hacen referencia a “conversaciones subidas de tono” y, en un caso concreto, “a un vídeo íntimo”, tal y como detallan los mismos interlocutores.
Un doble problema
“El perfil era siempre el mismo. Menores, gays y militantes o simpatizantes de las juventudes de ERC o Junts”, añaden. El problema con el que se encuentran ahora es doble: por un lado, muchos de ellos han perdido las conversaciones mantenidas hace años y los documentos gráficos al cambiar de móviles.
Por otro lado, se avergüenzan de que su nombre y sus apellidos aparezcan una década después del presunto caso de acoso publicados al lado de los supuestos mensajes de índole sexual que intercambiaban con el Señor Q, dado que en aquel momento "no eran conscientes de la gravedad" del asunto.
Existe un tercer grupo. El de los que no se dan por vencidos y continúan recopilando documentos. Además, han creado un grupo para "consensuar una acción conjunta" y que el caso no quede en papel mojado.