Laura Borràs logró ayer lo imposible: unir al independentismo. Pero el motivo nada tiene que ver con la futura república catalana, sino con la actuación de la propia expresidenta del Parlament en la conmemoración del quinto aniversario del 17A. Junts per Catalunya (JxCat), ERC y CUP criticaron el apoyo que Borràs expresó a un grupo de radicales que abroncaron a familiares de las víctimas de los atentados. Los reproches por la utilización partidista de la política secesionista, quien acudió a Las Ramblas como gesto de reafirmación personal tras ser procesada por corrupción, se hicieron extensivos a todos los grupos parlamentarios. Borràs se ha convertido definitivamente en un problema para su propio partido, donde se le busca una salida digna.

Fuentes soberanistas preconizan, a la espera de que se resuelva la situación judicial de su todavía presidenta --afronta un juicio por falsedad y prevaricación por fraccionar contratos públicos--, que Borràs mantendrá un cargo honorífico sin mando orgánico en JxCat, una formación que busca minimizar sus tensiones internas. Pero las bravatas de la política no ayudan.

Uno de los tuits que en redes sociales descubren al mismo manifestante del 'Bella Ciao' con Pilar Rahola y en la concentración proconspiración del 17A / @XarnegoFurios

De ahí que incluso los neoconvergentes afearan la conducta de quien, hasta ahora, había ocupado el segundo cargo institucional de Cataluña. El partido dejó claro ayer en sus redes sociales su apoyo a las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils y sus familiares. “Por eso, queremos expresar el más enérgico rechazo a la interrupción del minuto de silencio de hoy en la Rambla de Barcelona”, manifestó JxCat, minutos después de que Borràs estrechara manos y abrazos con los defensores de las teorías conspirativas del 17A.

Indignación

Los neoconvergentes fueron prudentes en sus críticas, inevitables por otro lado tras la indignación suscitada por el comportamiento de su dirigente. Las imágenes de radicales independentistas encarándose con familiares de las víctimas, a los que exigían que pidieran explicaciones sobre la actuación del Estado, fueron titular en todos los medios de comunicación. También el plácet que, con su saludo, les dio Borràs. Más explícito fue el exsecretario de JxCat, Jordi Sànchez: "Hoy en Las Ramblas, en el recuerdo y homenaje a las víctimas del 17 de agosto, no debería haber más protagonismo que el de los familiares de las víctimas. No era el sitio ni para romper el minuto de silencio ni el momento para buscar protagonismos políticos. Lo lamento. Así, ¡no!".

Tuit de Francesc Dalmases sobre el momento en el que Laura Borràs se acerca a la manifestación alternativa del homenaje del 17A / @francescd

“Era un homenaje a la víctimas y lo que se ha vivido, en cambio, es una falta de respeto y de empatía incomprensible”, escribió Marta Vilalta, portavoz de ERC, en Twitter. Por su parte, el portavoz republicano en el Congreso, Gabriel Rufián, tildó de “miserable” la manifestación. Los republicanos confían en que sus socios de gobierno se cuezan en sus propias disputas internas, sabedores de que el sector turullista rechaza salir del Govern por el caso Borràs. Que Pere Aragonès vetara a la neoconvergente en el Govern fue, a juicio de los republicanos, providencial, pues ahora, los problemas para el president serían mayores.

También la CUP ha condenado la ruptura del minuto de silencio a través de la exdiputada Natàlia Sànchez: “Supongo que cuando alguno atraviesa todos los límites de la ética ya no le queda ni respecto por el dolor ajeno”.

"Vergüenza"

PSC, Ciudadanos, PP y Vox también han denunciado los hechos, mientras que la alcaldesa de Barcelona y líder de los comunes, Ada Colau, exigió que escenas así "no se repitan nunca más" y aseguró que utilizar el boicot al minuto de silencio "de forma partidista" es "el colmo de la vergüenza".

Solo Francesc de Dalmases y Jaume Alonso-Cuevillas, fieles a Borràs, defendieron su actuación. El primero, volviendo a abonar las teorías conspirativas y defendiendo la presencia de la expresidenta de la Camara catalana junto a los radicales. El segundo, reinterpretando la escena a la desesperada.