Elies Campo, impulsor y uno de los ocho firmantes del informe de la entidad Citizen Lab sobre la supuesta vigilancia con software espía a unos 60 dirigentes del procés, habría inflado su currículum al apuntar que trabajó para Telegram Messenger como parte de su departamento de Crecimiento, Desarrollo de Negocio y Partnership desde septiembre de 2015 a diciembre de 2021, según consta en su perfil de la red profesional LinkedIn.
El portavoz de Telegram, Remi Vaughn, ha negado sin embargo por email al digital El Triangle que Campo haya sido nunca empleado, ni haber tenido cargo alguno en la compañía, aclarando que sólo colaboró como voluntario durante un tiempo.
"Nunca firmó ningún contrato con nosotros"
"El señor Elies Campo nunca ha sido empleado por Telegram en ningún cargo, y mucho menos como jefe de nada. En 2016 hizo algún trabajo voluntario y se le concedió una dirección de correo electrónico temporal que después fue revocada. Nunca recibió ninguna compensación monetaria de Telegram y nunca firmó ningún contrato con nosotros", asegura el portavoz Remi Vaughn en su respuesta a dicho medio.
A pesar de ello, tanto Citizen Lab como la publicación que se hizo eco del informe de esta entidad de la Universidad de Toronto, The New Yorker, mencionan a Campo como parte de dicho departamento de la compañía de mensajería electrónica. De hecho, en el artículo del periodista Ronan Farrow, éste sostiene que Campo "estuvo unos años trabajando para Whatsapp y Telegram en San Francisco".
Admirador de Puigdemont
Campo, célebre por su ciberactivismo independentista y admirador declarado del expresidente de la Generalitat fugado Carles Puigdemont --a quien llegó a visitar incluso en Bélgica--, habría sido uno de los objetivos de ese supuesto espionaje a unos 60 dirigentes del procés.
A pesar de todo ello, y de haber reconocido que asesoró al Govern de la Generalitat de forma desinteresada, Campo figura como fellow del laboratorio de investigación en nuevas tecnologías y derechos humanos de la Universidad de Toronto Citizen Lab desde el pasado mes de enero, justo el mismo mes en el que la asociación secesionista ANC registró en internet el dominio de la web "catalangate", cuatro meses antes de que The New Yorker se hiciera eco del informe.