Su admiración por Carme Chacón es contagiosa. Joana Bonet aborda la figura de la socialista, fallecida hace cinco años, en el libro Chacón. La mujer que pudo gobernar (Península). La periodista y escritora asegura que la catalana entendía la política “como un elemento transformador” y que luchó por acercar el poder a la ciudadanía. Destaca la discreción con la que Chacón, la primera mujer al frente del Ministerio de Defensa, llevó su enfermedad, así como los episodios de acoso sexual sufridos.

--Pregunta: Carme Chacón murió hace cinco años ¿Crees que España está más preparada hoy para que una mujer sea presidenta?

--Respuesta: La labor que llevaron a cabo las mujeres pioneras, como Carme, fue de quitanieves. Pasaron primero por el camino para allanarlo y para las que vinieran detrás no tuvieran la cantidad de rechazo que ella tuvo. Cuando Carme llegó a un ministerio tan masculinizado como el de Defensa, supuso un quiebro que luego se convirtió en normalidad. Luego hemos visto como María Dolores de Cospedal o Margarita Robles han pasado por ese Ministerio y ya no han recibido esos improperios, aquellas vejaciones, aquellos titulares machistas que llamaban a Chacón desde “animal de compañía” o “desprecio para el Ejército” que una mujer embarazada estuviera al frente del Ministerio de Defensa. A día de hoy siguen muy presentes las suspicacias y la necesidad de tutelaje para las mujeres con alta representatividad institucional. Necesitan buscar a un autor intelectual de nuestras gobernantes, nuestras lideresas. Carme entendía la política como un elemento transformador y se dedicaba a ello en cuerpo y alma, con mucha exigencia, preparación y rigor.

 

 

--De tu libro se desprende que a Carme Chacón siempre se la ha intentado definir en función de los hombres que la rodeaban, su exmarido Miguel Barroso, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba…

--Es alucinante y, afortunadamente, su libro de vida, las universidades a las que asistió, su temprana vocación política (a los 16 años ya militaba en las juventudes socialistas) demuestran que son falacias, etiquetas que hoy empiezan ya a desaparecer. En ella todo eso se desmonta. Si hubiera un mentor, éste sería su abuelo, Francisco Piqueras, anarquista indomable que la introdujo en las primer lecturas políticas. Leyó El capital de Marx a su lado con 14 años. Y luego sus profesores, como Xavier Arbós. Y su propio bagaje, las experiencias que vivió muy joven como observadora de Naciones Unidas en Albania y Kosovo… Hizo muchas cosas antes de entrar en el Gobierno. Y siempre con una voluntad de servir a España. Carme Chacón nos demostró que conceptos como patria o como familia también pueden ser patrimonio de la izquierda.

Portada del libro de Joana Bonet sobre Carme Chacón

--Y entiendo que su concepto de patria no tiene nada que ver con el nacionalismo excluyente.

--Así es. Ella siempre reconocía todas las identidades, pero que ninguna tuviera más privilegios que otra. Ella se sentía catalana y española. Carme no era independentista. Tenía un gran amor por Cataluña, pero también por Andalucía. Su personalidad y formación eran muy dicotonómicas. A ella la formó todo un crisol de sensibilidades. Su bisabuelo y su madres que procedían de Castilla, su abuelo de Aragón, su abuela fue portera. Carme nunca fue una mujer desclasada. Era una gran interlocutora entre los señores del poder y el pueblo. A la vez, tenía una pasión por la cultura, creía que era su auténtico ascensor vital. Desde su constructor político, creía en el federalismo, en España como Estado plurinacional. Defendía el concepto de nación de naciones. Su concepto de patria era absolutamente inclusivo y no excluyente. En todos los sentidos, desde las nacionalidades, hasta las identidades sexuales. No hay que olvidar que fue precursora de la defensa de los derechos LGTBI. Lo hizo en el Ejército.

--Comentabas su rigor y seriedad, algo que en un mundo de hombres, no es bien recibido. Aludes al “¿tu quién te crees que eres?” que le soltó Pepe Bono.

--Cuando ella hace los couching, cuando se preparan los jóvenes zapateristas para representar al partido en los medios, sus profesores le dicen “no me tomaría ni un café contigo, en lugar de Carme pareces Carminator”, “eres demasiado agresiva, demasiado vehemente”. Es lo que tu dices, es el rigor, la seriedad... Otra cosa que nos suele ocurrir mucho a las mujeres es el falso síndrome de la impostora, aunque ella tenía un dominio como jurista y como política increíble. Se preparaba mucho desde niña. Cuando hace el Erasmus en Manchester, se levanta a las cinco o las seis de la mañana. Solo repasando sus apuntes, sus cuadernos, resulta abrumador ver el trabajo que llegó a hacer. A un político o política se le debe medir por sus actos. Las formas son importantes y Carme las cuidó mucho, Cuando llegó a Defensa, modulaba la voz, cuidaba los escenarios. Siempre defendió la política de la cercanía. Siempre decía que la verdadera fortaleza del PSOE no está en Ferraz, está en cada militante. Una de sus funciones fue devolver privilegios que se habían quedado las elites a la ciudadanía.

--¿Cómo llegas a intimar con ella?

--Nos presenta Tere Cuillera en Madrid en el año 2000 ó 2001, en una comida en Casa Manolo. Enseguida sentimos una corriente de afinidad, empezamos a regalarnos libros, salimos a cenar… Y forjamos un amistad muy propia de ese estatus de catalanas en Madrid. Yo no formaba parte del núcleo duro de las amigas de Carme Chacón, que son básicamente Mar Aguilera, María Rodríguez y Mabel Buch. Cuando ella ya entra en Defensa, le propongo hacer un libro, hacerle de sombra, acompañarla. Y así empezó este libro. Al cabo de un año se aparcó, porque ella decidió que no era el momento. Y lo retomé un año después de su muerte, animada por su familia.

--¿Cómo crees que hubiera afrontado el 'procés' independentista?

--Ella lo veía venir, veía venir el choque de trenes. Intentó mediar en muchos momentos, en muchos casos. El propio Zapatero dice que no fue elegida en el famoso congreso de Sevilla, donde hubiera ganada por solo 12 votos, por ser catalana y mujer. Carme era una política española en Cataluña, algo que se merece letra escarlata, muy peligroso, muy difícil, y a la vez era una políticas catalana en Madrid. Cuando se celebró el congreso de Sevilla tengo entendido que algunos diputados del PSC no la votaron porque preferían que no fuera una catalana la secretaria general del PSOE. Ella lo vivió con dolor. Intentó desmontar el falso mito del derecho a decidir, decía que aquello era realmente perverso, que ya habíamos decidido. Y al mismo tiempo era una constitucionalista que defendía llevar a cabo una reforma de la Constitución, pero desde la Concordia, no desde el choque de trenes o desde la ruptura.

La periodista y escritora Joana Bonet, autora de una biografía sobre Carme Chacón / WILMA LORENZO

--Comentas que ella entra el política muy joven, algo que actualmente no ocurre tanto, hay una cierta brecha generacional. ¿También es un ejemplo a seguir en ese aspecto?

--En su casa vivían intensamente la política. Ella era un ‘paseado’ de Burgos, fusilado en 1936. Su familia materna siempre acarreó con el estigma de ser “gentuza”, “rojos de mierda” así les llamaban. La abuela tuvo que ir a servir, que era el única salida que podía tener una muchacha de 15 años de origen muy humilde. Pero Carme no procesa toda su historia desde el rencor, ese dolor lo transforma en fe en el futuro. Ella quiere estar en las instituciones para transformar la sociedad, para mejorarla, para acercar las distancias entre ricos y pobres, para que cualquier niña como ella, con una cardiopatía severísima, pueda acceder a la educación pública y de excelencia gracias a las becas. Su historia política está escrita en sus genes. Su abuelo pudo optar por el anarquismo, pero ella se construye como mujer de Estado, cree en las instituciones como espacios de escucha. Ella critica que los partidos entren en una endogamia continuista, en la que se cronifican los tratos de favor. Ella avisa a su partido “si nosotros no hacemos la revolución, nos la harán desde fuera”. Y así ocurrió, con el 15M, que ella legitima y dice que hay que escuchar. Tiene contacto con los activistas de este movimiento, busca la manera de tender puentes. Yo veo a mucha gente joven que abraza el activismo como una forma de hacer política, quizá no tanto en la política convencional, sino a través de otros terrenos en los que también se hace política: la moda, la literatura, el periodismo, la música, el rap…

--¿Puede tener la figura de Carme Chacón un efecto perverso, en el sentido de que el listón está muy alto?

--Hoy hay mujeres políticas muy preparadas, de diferentes ideologías y partidos. que tienen muy buena oratoria y a la altura de cualquier hombre. Pero sí es verdad que ella tuvo una proyección internacional muy importante. Colaboró con los equipos de Clinton y de Obama. Uno de los directores de redes de Obama habló con ella cuando hizo el último intento de ir a las primarias. Luego dio un paso atrás y fue Pedro Sánchez el elegido. En Defensa inicia relaciones con muchos mandatarios, con Naciones Unidas. Cuando Carme fallece, The New York Times escribe una necrológica. No conozco otro caso en la política española contemporánea.

--Supimos de su enfermedad tarde. Y en tu libro descubrimos episodios de acoso sexual. ¿Era muy discreta? ¿Prefirió dejar esos episodios en un segundo plano?

--Ella detestaba el rol de víctima.. Y eso que nación con una cardiopatía severísima, a la que vivió de espaldas. decía que tenía un corazón imperfecto que funciona perfectamente. Pero fue una mujer muy, muy valiente. Hizo cosas que los médicos le dijeron que nunca podría hacer, desde jugar a baloncesto a ser madre. Ella decía que era una privilegiada. Imagino que se acordaba de su abuela, que tenía que dormir a los 14 años en la era para vigilar el trigo en invierno o en verano. No quería hablar de sus episodios más negativos. Una vez le conté que mi pareja había sufrido un infarto, no muy grave. Ella se sorprendió. “Él que se cuida tanto, que es deportista…”. Yo le decía que no se preocupara. Y contestó: “¿Yo? ¿Con las cartas que tengo? Quita quita, que estoy de puta madre”. Nos lo hacía olvidar en cada momento. Nunca se quejaba. Sabía empatizar con el dolor de los otros. Los dos Jemad (jefe del Estado Mayor de la Defensa) con los que me entrevisté coincidieron en decirme que era la ministra que mejor abrazaba. Su marido decía que cuando se producía una muerte, se había un ovillo en la cama. Y luego no trascendía. Mantuvo el contacto con las viudas de los militares fallecidos hasta que murió. Una de las cosas más importantes que hizo fue humanizar la política. Hay una anécdota que espero salga en la segunda edición. Cuando se retiran las tropas de Kosovo, es muy momento difícil para ella, pues hay un enfrentamiento con el Ministerio de Exteriores. Estados Unidos se enfada y hay un asunto de diplomacia muy fina. Se encuentra con el capellán militar, Ignacio Doñoro, que le explica que quiere crear un hogar para niños en Perú cuando se jubile. Carme le dijo que lo hiciera ya, que le daría la excedencia, porque si Zapatero la echaba, no podría apoyarle. A día de hoy sigue en el Amazonas y ha salvado la vida de muchos niños y niñas

--¿Cuál es el legado de Carme Chacón?

--En esa humanización de la política, quiso que el poder se acercara a la ciudadanía, que se democratizara hasta la últimas de las más pequeñas instituciones. En Defensa, modernizó el Ejército. Introdujo la laicidad, cambió normas para que un transexual pudiera estar en el Ejército. Adaptó los uniformes a la morfología de la mujer. Cosas simples, pero importantísimas para una mujer que tenía que subir a un helicóptero con una falda. Lideró la desactivación de las bombas racimo y restituyó el honor a los militares demócratas. Sus valores de concordia, de democracia real, de igualdad. Su mirada feminista.