Hubo un tiempo en que las principales ciudades españolas estuvieron gobernadas por las confluencias de Podemos. Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia, La Coruña, Ferrol, Santiago de Compostela y Cádiz. La marea morada se extendió a numerosos ayuntamientos donde se instauró el gobierno del cambio.
Pero tras las elecciones municipales de 2019, algunas de esas alcaldías cayeron. Es el caso de la de Manuela Carmena en Madrid o de Pedro Santisteve en Zaragoza. En Barcelona, Ada Colau logró revalidar por la mínima, gracias al apoyo del Barcelona pel Canvi, el partido de Manuel Valls, reconvertido hoy en Valents. Los comunes no quieren sorpresas en las elecciones de 2023 y todos sus esfuerzos están centrados en retener la plaza barcelonesa. Hasta el punto de sacrificar cualquier tipo de estrategia a nivel territorial. Confiados en que el procés ha muerto, el partido de la alcaldesa se encomienda a ERC, a la que ve predispuesta al acuerdo. Una apuesta que desconcierta al PSC, que gobierna en numerosos municipios con los comuns, mientras que Podemos pide paso en una confluencia donde, hasta ahora, se ha visto relegado.
La 'vieja' y la 'nueva' izquierda
Ocurrió en una reciente reunión en la que diferentes corrientes de la izquierda catalana, tanto de la vieja como de la nueva política, abordaron la situación de este espectro ideológico. Acudieron miembros del núcleo duro de Colau. “Nos sorprendió que no hubiera un proyecto, una estrategia de cara a las próximas elecciones. Solo volver a ganar en Barcelona. Y dar carta blanca a Esquerra”, explica uno de los asistentes. Los comuns, expresaron sus representantes, se lo juegan todo con Colau. Y están convencidos de que los acuerdos presupuestarios con ERC, tanto en el Ayuntamiento de Barcelona como en la Generalitat, son garantía de una entente entre ambos partidos.
Como se sabe, los comunes gobiernan con el PSC en el consistorio. Y también en otros muchos municipios. Es la herencia de ICV, histórica formación ya desaparecida cuyos miembros se diluyeron en En Comu Podem. De ahí el desconcierto que genera esa deriva hacia ERC. Máxime cuando la formación que lidera Salvador Illa considera que, hoy por hoy, sus aliados naturales son los comunes. “No estoy para culminar la independencia”, aseguró el viernes el propio Illa en un desayuno organizado por RTVE, en referencia a una posible reedición del tripartito de izquierdas --PSC, ERC e ICV-- que “la gente echa de menos porque el actual Govern no funciona”.
¿La primera piedra de un tripartito?
De hecho, fue Jéssica Albiach, presidenta del grupo parlamentario En Comú Podem, quien aseguró que el pacto presupuestario firmado en el anterior mandato era la primera piedra para un nuevo tripartito. Las elecciones autonómicas del 14F se saldaron con un cruce de vetos entre PSC y ERC, y un amago de pacto con los comunes, que fueron utilizados por Pere Aragonès para forzar a Junts per Catalunya a un acuerdo con la CUP.
“A nivel municipal, al igual que en el Gobierno de España, la relación con Podemos es muy buena. Pero nos desconcierta su actuación en el Parlament”, explican fuentes socialistas a este medio.
Podemos pide paso
Sin embargo, hay un cuarto actor en ese tablero de la izquierda catalana: Podem. Una marca que en Cataluña se mantiene en un segundo plano y que pide paso en la confluencia dominada por Colau. En una entrevista con Crónica Global, el portavoz de la formación morada, Lucas Ferro, aseguraba que “tenemos la responsabilidad de construir un sujeto político propio en Cataluña, capaz de dar respuestas, desde nuestra tradición catalanista y federal, a la crisis que vive el país. Ese es un reto central para el espacio y ese reto no te lo van a construir desde fuera. Tienes que ser tú el protagonista del cambio en el conjunto de España. Como militantes, todos tenemos espacios de reflexión y decisión, pero sin desatender nuestra responsabilidad de construir un espacio fuerte en Cataluña, capaz de contribuir a un cambio en España”.
¿El auge de la vicepresidenta Yolanda Díaz puede ser un revulsivo? “Todos somos conscientes de que nuestro espacio político vive un momento de cambio que no puede ser solo un relevo de liderazgos, sino que debe ir acompañado de reflexiones más amplias, de cómo abordar los futuros retos. Lo que pasa en política estatal tiene resonancia”, afirma Ferro.