Vecinos y familiares de alumnos de la escuela Mas Casanovas de Barcelona han cortado este martes por la tarde el tráfico en la calle Cartagena, a la altura de la ronda del Guinardó, para reclamar la reubicación del albergue para medio centenar de personas sin hogar toxicómanas que la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) y la Associació Benestar i Desenvolupament (ABD) instalarán en marzo en el Hotel Aristol, a apenas 10 metros de este colegio de infantil y primaria, al cual acuden cientos de niños de 3 a 12 años de edad.
Los manifestantes llevan ya varias concentraciones de protesta desde que, a mediados de diciembre, conocieron de forma extraoficial la intención de la ASPB –integrada por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña— de poner este equipamiento para adictos al alcohol y las drogas a las puertas de esta escuela considerada de alta complejidad por la delicada situación personal y familiar de parte de su alumnado. A partir de ahora, tienen previsto cortar el tráfico todos los martes y jueves de siete a ocho de la tarde a la altura de la ronda del Guinardó, en la calle Cartagena en el primer caso, y de la calle Padilla, en el segundo.
"No queremos drogas delante de la escuela"
Los concentrados han llevado pancartas como "albergue, sí; a 10 metros de una escuela, no" o "consumo de drogas lejos de las escuelas" y, durante la hora que ha durado el corte de tráfico, han coreado cánticos para exigir a las Administraciones públicas implicadas que ubiquen el centro en otro lugar donde no entrañe ningún riesgo para los niños. Entre ellos, algunos como "no queremos drogas delante de la escuela" y "reubicación".
Los padres y madres de esta escuela pública temen que, una vez se abra el equipamiento en marzo, se repitan en la zona situaciones como las que ya se han producido en la actual sede provisional del centro de toxicómanos en el albergue de la Fundación Pere Tarrés de Les Corts. Allí, los vecinos aseguran haber presenciado no solo consumo de drogas en sus inmediaciones, sino también jeringuillas y otros residuos orgánicos en la calle –entre ellos, orines y defecaciones–, así como otras situaciones de inseguridad y conflictos de convivencia diversos. Problemas que, de hecho, se trataron incluso en el pleno municipal del distrito de Les Corts del pasado 5 de octubre, donde se aprobó aumentar la seguridad y la presencia policial en la zona.
En lugar de rectificar y buscar otro emplazamiento, hasta ahora la respuesta de los responsables municipales ha sido negar la existencia de esos riesgos y plantear, a posteriori y con el contrato firmado desde el pasado 31 de diciembre, medidas paliativas como la elaboración de planes para “minimizar el impacto” del albergue en su entorno. Entre ellas, dispositivos especiales para controlar "las entradas y salidas" del colegio "por si hay incidencias", aportando educadores, reforzando la presencia de la Guardia Urbana y la limpieza, o bien abriendo un e-mail específico de quejas para los vecinos. En esos mismos planes municipales se admite la posibilidad de que se produzcan, además, pernoctaciones en la calle en los alrededores del hotel de personas que no tendrán plaza en el centro, lo cual, según los vecinos, supone un riesgo añadido de consumo de drogas callejero y todo lo que ello conlleva.