No corren buenos tiempos para Junts per Catalunya (JxCat). Dentro del partido, las luchas cainitas se recrudecen en una especie de “todos contra Jordi Sànchez”, mientras que el pacto entre ERC y el Gobierno de Pedro Sánchez acentúa su irrelevancia. Aferrados a la coalición de gobierno y a la proclama de un "52%" independentista que ya no existe tras el plante de la CUP --Pere Aragonès ha pactado los Presupuestos de la Generalitat con los comunes y la renovación de organismos como la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales o las Sindicaturas de Greuges y Comptes con el PSC--, los neoconvergentes no tienen más remedio que jugarse una última carta para reanimar a sus bases: el regreso de Carles Puigdemont.
Hace un mes que el entorno del fugado hace conjeturas con su retorno a España. Una posibilidad en la que abunda una hipotética renuncia de Puigdemont a la presidencia de JxCat. Así lo han propuesto dos miembros de la Asamblea de Representantes del Consejo para la República, una especie de Parlamento fake secesionista, donde se debate la posible incompatibilidad entre el cargo orgánico del fugado y la presidencia del “gobierno en el exilio”.
Problemas domésticos
Es conocida la incomodidad que generan en Puigdemont los problemas domésticos de JxCat. Cuando los hay, acentúa su perfil institucional para no tomar partido. Y decidir en estos momentos quién manda de facto --¿Sànchez, Jordi Turull, Laura Borràs o Elsa Artadi?— resulta especialmente arriesgado en esta cuenta atrás hacia unas elecciones municipales en las que PDECat controla a más de 200 alcaldes, resistentes de momento a los intentos de opa de Junts.
Hasta ahora, Puigdemont ha ejercido de argamasa en una formación en crisis. Su detención en Cerdeña en septiembre de 2021 demostró que todavía tiene tirón mediático. De ahí que en los últimos días surjan voces que especulen con su regreso, tanto en el núcleo de confianza de Puigdemont, con su abogado Gonzalo Boye al frente, como en su entorno mediático. “JxCat se mueve mejor en el terreno de la confrontación, no se puede permitir que en Cataluña se consolide la normalidad política y la única opción para resurgir es poner contras las cuerdas a ERC y el Gobierno con el regreso de Puigdemont y su encarcelamiento”, explican fuentes neoconvergentes. La jugada, precisan, consistiría en desestabilizar el Ejecutivo de Sánchez para allanar el camino a PP y Vox.
Que el pasado 29 de diciembre, el propio fugado especulara con celebrar su siguiente cumpleaños en Cataluña, alimentó esos rumores. Aunque quienes conocen al expresidente aseguran que tiene pánico a entrar en la cárcel, pero es imprevisible. Obviamente, todo dependerá de las resoluciones que dicten las instancias europeas que, de momento, guardan silencio. Y eso ha generado un curioso debate en los medios afines al procés. Vilaweb enfría las expectativas sobre el retorno de Puigdemont, cuestionando que eso se traduzca en una hoja de ruta definitiva hacia la independencia. Si esa crítica nada velada a la estrategia neoconvergente por parte de Vicent Partal es fruto del favoritismo de Puigdemont hacia Josep Antich o Xevi Xirgo --propuesto como futuro presidente del Consejo Audiovisual de Cataluña-- es algo que ya circula en los mentideros políticos.