Junts per Catalunya (JxCat) fascina a quienes saben de política. Conviven en esta formación, que esta semana ha hecho todo lo posible por reventar la mesa de diálogo defendida desde ERC, viejos apparatchik de CDC, arribistas, apolíticos y activistas. ¿Es un partido, una plataforma electoral o una amalgama de familias con intereses diferentes? ¿Son pragmáticos que apoyan la ampliación de El Prat o lindan con la CUP? ¿Cómo concilian las posiciones de Jordi Sànchez, de izquierdas, con las de Jordi Puigneró, de derechas?.

Los seis expertos en política, comunicación y sociología consultados por Crónica Global coinciden, eso sí, en que el poder y la independencia es lo único que une a los miembros de Junts, que hoy celebran su primer consejo nacional.

Recomposición y descomposición

Para Pau Marí-Klose, profesor de Sociología en excedencia de la Universidad de Zaragoza y diputado del PSOE, Junts “podría considerarse producto propio de un espacio que está en recomposición (y, por momentos, en descomposición) desde 2015, cuando le dio la puntilla a CiU. Se construye sobre la capilaridad territorial heredada de CDC/PDECat (aunque la ruptura debilitó eso, y están en proceso de absorción), pero con una fuerte personalización del liderazgo en torno al president huido, y una serie de figuras políticas catapultadas a la notoriedad por su martirologio tras la detención de 2017 y la condena” del procés.

Unas experiencias singulares que, a su juicio, “les invisten de un carisma especial, derivado de un momento colectivo que dibujan como excepcional (el referéndum del 1-O), que se ha vivido como un punto de ruptura (que se pretende “constituyente”), y requiere poner en suspenso la forma de hacer política habitual, así como las tradiciones y convenciones en que se apoya”.

"Provocación y desafío"

En este sentido, “han convertido la provocación y el desafío a los rivales en el santo y seña de su acción política, elementos con los que pretenden escenificar un compromiso más alto con la causa independentista que ERC”. Klose precisa que “eso no significa que renuncien totalmente al pragmatismo cuando entienden que pueden lograr contrapartidas importantes (como un aeropuerto intercontinental)”.

Sobre el origen de sus cuadros, apuntan a una heterogeneidad en la que coinciden otros expertos. “Es una mezcla de viejos apparatchiks convergentes, arribistas apartidistas y activistas sociales de la causa independentista, algunos de los cuales provienen de otras franjas ideológicas (Jordi Sànchez, Raul Romeva…) Toman muchas decisiones por primarias, pero también hay mucha virtualidad y al final lo importante se decide en las conexiones telemáticas con Waterloo”.

¿Cuál es el perfil de sus votantes?

Oriol Bartomeus, profesor de Ciencia Política de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), afirma que Junts “no ha logrado ampliar su base convergente, al contrario, la ha reducido, es una cuestión de ciclo vital: el votante de CDC envejece. No han ganado nuevo voto de forma significativa. Lo más interesante que ha pasado en Cataluña en los últimos años es el cambio en el votante del espacio central, que era precisamente el que votaba a CDC. Junts no ha captado voto de la CUP, es el mismo voto de CDC que en 2012 enloquece”.

Klose coincide con Bartomeus en que Junts “ha heredado el electorado nacionalista conservador y de centro-derecha (cuando se examinan las políticas públicas que apoyan y los valores con que se identifican). Aunque lo niegan expresamente, a lo largo de los años muchas declaraciones de sus dirigentes están trufadas de etnicismo, que sintoniza con actitudes extendidas en parte de su electorado”.

El vicepresidente de la Generalitat Jordi Puigneró (JxCat), junto a los retratos de Quim Torra y Carles Puigdemont / EFE

En este sentido, el sociólogo afirma que “es el partido cuyo electorado es más proclive a considerar ser catalán una cuestión que tiene que ver con elementos adscriptivos (como haber nacido en Cataluña) y étnicos (considerar el catalán la lengua propia). A pesar de ello, muchos de sus votantes prefieren definirse como de centro o centro-izquierda. Hay algún estudio que demuestra que muchos votantes en Cataluña, por sentirse independentistas, tienden a sesgar su autoubicación hacia la izquierda”. Este cruce de afinidades e identificaciones les conduce “a bastantes contradicciones en su orientación estratégica, que resuelven invocando lazos forjados en su enfrentamiento con el Estado y la lealtad al proyecto independentista”.

Clase alta y edad media

En su electorado predominan sectores socialmente acomodados, con ingresos bastante superiores a la media, que residen principalmente en ciudades medias, en los barrios centrales con rentas más altas, y en los municipios menos poblados. Sus electores son los más proclives a identificarse a sí mismos como clase alta/media alta. Tienen el electorado de mayor edad media dentro del bloque nacionalista, pero a pesar de ello, obtienen resultados razonablemente buenos en franjas de edad más jóvenes.

Estos datos van en la línea del Estudio Postelectoral de Cataluña. Elecciones autonómicas 2021, elaborado por el CIS, que analiza los votantes en función de la edad, el sexo, los estudios, el lugar de residencia y la identificación subjetiva de clase.

Laura Borràs, posando ante los fotógrafos en la Mesa del Parlament con una camiseta que tenía estampada una frase suya / EFE

La amenaza de ERC 

Esa radicalización del discurso arranca, según Bartomeus “cuando e finales de los años 90 y principios de los años 2000, ERC comienza a ser un peligro para CDC, que hasta entonces había sido hegemónica. “Es entonces cuando empieza la bronca y el procés avanza precisamente gracias a la competencia entre ambos partidos”, afirma el profesor.

Para Bartomeus, lo único que une a los miembros de JxCat es “el poder y la independencia. Es un partido absolutamente volátil. No hay familias ideológicas ni liderazgos claros. Es un partido ultramoderno, una nueva forma de hacer política con una estructura mínima y jerarquías extrañas. Se benefician de la ambigüedad, pero es que CDC siempre fue poco partido. Era un movimiento amalgamado detrás de la figura mítica de Jordi Pujol, con un sentido patrimonialista del país. Una vez desaparece Pujol ¿cómo se reconstruye esa amalgama de gente dispersa, a la que solo le une estar en el poder?”.

Esa ambigüedad lleva a JxCat a tener “posiciones incoherentes. Apoyan la ampliación de El Prat, pero lindan con la CUP. Están representados por Jordi Sànchez, de izquierdas, pero también por Jordi Puigneró, de derechas".

"No es un partido político"

La especialista y asesora en Comunicación y Liderazgo Verónica Fumanal niega la mayor. “No son un partido político, son una plataforma electoral, pero no tienen ni estatutos, no tienen un congreso fundacional. Son una plataforma con derechos electorales que concurren a unas elecciones”, indica.

“En un momento --añade-- estaban unidos y vinculados por unos objetivos de poder, que era ganar las elecciones, no lo consiguieron y ahora, una vez el objetivo de la unión se ha deshecho, cada vez más será un núcleo de desavenencias porque cada facción tiene sus propios intereses”.

En esta misma línea, el profesor titular de Ciencia Política en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), Gabriel Colomé, afirma: "¿Qué es JxCat? Qué gran pregunta. No es un partido, es un movimiento de familias políticas. Es un conglomerado de altos cargos dividido por facciones: liberal, izquierda, radical e independentista...  Jordi Sànchez los ha llevado a la izquierda para competir con el espacio de ERC”.

Cajón de sastre

Paris Grau, profesor de Ciencia Política en la Universitat de Barcelona (UB), también ve a Junts como un "partido cajón de sastre”, pues “en él se encuentran los partidarios de Puigdemont, los de Jordi Sànchez, los de Jordi Pujol, así como frikis y radicales varios venidos de toda Cataluña: anticapitalistas, xenófobos, aquellos que se hacen selfies con máscaras de Puigdemont, así como los amantes de la Rusia comunista, entre otros”.

El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, con una careta de Carles Puigdemont en su coche

Abunda en la tesis de Marí-Klose y Bartomeus en que “es un partido político sin ideología clara o programa político alguno. Ante esta situación, no es de extrañar que según el día y el interlocutor el mensaje que lancen sea distinto. La gravedad de todo ello no es su caos o inestabilidad, problema suyo, sino que están en el gobierno de la Generalitat y de ellos depende el día a día de muchas familias y empresas”.

Populismo

“Es un caso muy interesante”, comenta José Pedro Marfil, politólogo y periodista, director del Departamento de Periodismo en la Universidad Camilo José Cela. “Desde mi punto de vista, es un partido nacionalista de corte populista en el que la pulsión ideológica separatista es más fuerte que la propia posición económica”, afirma el miembro de la junta directiva de ACOP, 

A diferencia de sus colegas, Marfil cree que “no queda rastro de CiU ni en la forma ni en el fondo”, pero comparte que “es un partido errático e imprevisible incluso para sus propios socios. Las decisiones se toman basadas en el corto plazo y en el titular efectista, lo que desgasta y boicotea en ocasiones su propia labor de gobierno”.