Los mensajes cruzados entre los miembros del núcleo duro de Carles Puigdemont desvelan hasta qué punto estaban convencidos de que Rusia apoyaría la independencia de Cataluña. “Si apostamos en público por el Kremlin, hagámoslo de verdad”, escribe Josep Lluis Alay el 23 de agosto de 2020. Su interlocutor, Gonzalo Boye, se muestra entusiasmado con la idea. Pero también temeroso de que el entorno del fugado “moleste” a Putin con referencias al caso Navalny o a Bielorrusia. Incluso lamentan los resbalones del propio expresident y de un "flojo" Joan Canadell, cuyos contactos con un empresario bien relacionado con el servicio secreto ruso, insuflaron esperanza a los defensores de esa trama. Boye y Alay también abordaron la necesidad de crear una “inteligencia catalana”, una antigua aspiración del independentismo.
Estos y otros temas aparecen en los mensajes interceptados por la Guardia Civil, a los que ha tenido acceso Crónica Global, y que han situado a Alay, jefe de la Oficina de Puigdemont, en el centro de un operativo consistente en recabar apoyos rusos, una vez constatado el rechazo de las instituciones europeas al procés unilateral del fugado. Los comentarios demuestran que la trama rusa del expresidente catalán era algo más que "historias de fantasmas", como dijo Alay en TV3.
"El triángulo Bielorrusia-Snowden-Navalny"
Así, el 23 de agosto de 2020, Alay explica a Boye, abogado de Puigdemont y de Quim Torra, que hay “un triángulo ahora clave. Belarus (Bielorrusia)-Snowden-Navalny. Y no podemos equivocarnos en ninguno de esos vértices”. El historiador, que acompañaba a Puigdemont cuando éste fue detenido en 2018 en Alemania, teme que éste moleste a Putin. “En cualquier momento puede aparecer un tuit del president a favor de Navalny. Y eso nos mata”. Se refiere al opositor ruso Alexei Navalny.
Alay informa después al letrado que le ha hecho “una reflexión” a Puigdemont respecto a que “el momento en Moscú es muy complicado con ese endemoniado triángulo para Putin”.
De hecho, cuando el fugado asiste a un acto de apoyo a Bielorrusia, Boye y Alay se inquietan. El 21 de septiembre de 2020, el abogado propone: “Tendremos que decirle a los rusos que esto es solo para despistar”. Alay responde: “Es que llevamos mala racha. Ya tuve que avisar por la carta de Navalny. Y ahora, esto”.
"No sé tú pero necesitamos la confianza del president para tratar este tema ruso. Ya bastante sufrimos", dice Alay, mientras recuerda el papel de Víctor Terradellas --aparece en la investigación del caso Voloh-- en esa trama rusa. "Este tío es el que se publicó su whatsapp enterito que comprometía al president con antiguos contactos absurdos rusos", añade.
Los temores de Canadell
Los dos cerebros de la trama también expresan sus dudas sobre Joan Canadell, diputado de Junts per Catalunya y expresidente de la Cámara de Comercio de Barcelona. “Estoy harto de tanto idiota, sinceramente”, dice Alay sobre Canadell, al que Boye califica de "flojo". El diputado expresa su temor a que trascienda a los medios el contacto de la Cámara con el empresario Alexander Dmitrenko, relacionado con el servicio secretro ruso.
“Me preocupa que tengamos problemas”, dice Canadell. Alay le tranquiliza: “Yo diría lo que es, embajador de la Cámara para mejorar las relaciones económicas con Rusia”. Días más tarde, se calma la situación y Alay anuncia que “yo he hablado con Canadell. De muy buen tono y se ha comprometido a hablar y comer con Aleks”. De hecho, el hombre de confianza de Puigdemont aprovecha los contactos empresariales de JxCat para realizar operaciones inmobiliarias, como la compra de la Casa Macià en la llamada “Catalunya Nord”.
450.000 euros para seguridad
El 26 de septiembre, en otro intercambio de mensajes, ambos se felicitan por el contacto con Evgeni Primakov “mano derecha de Putin en el Klemlin para relaciones internacionales. Algunos dicen que tiene más poder que el Ministerio de AAEE. Sabía que este caso le tiene muy obsesionado personalmente. Necesitábamos oxígeno con Moscú”, dice Alay. “Sin duda, igual tendríamos que ir a verles”, responde Boye.
En las conversaciones entre ambos hombres de confianza también aluden a la necesidad de organizar un sistema de inteligencia catalán, aunque Boye precisa que “las cosas tienen un orden lógico: primero seguridad, luego inteligencia. Para la seguridad, necesitamos generar unos 450.000 euros al año y sobre esa base construir la inteligencia. La inteligencia la deberías llevar tú (Alay), la seguridad un profesional liberado y pagado por hacerlo con otros 6/8 profesionales en igual situación”.