El acuerdo que garantiza la investidura de Pere Aragonès ha dejado una sensación agridulce dentro de ERC. Por un lado, garantizar la presidencia de la Generalitat es el gran objetivo cumplido ahora, sobre todo porque, tras el mandato de Quim Torra, la figura del presidente había caído en franca decadencia. Pero hay sectores del partido que han expresado abiertamente su indignación ante un reparto de funciones con Junts per Catalunya (JxCat) que consideran desproporcionado.
El acuerdo para la investidura de Pere Aragonès ha dejado una sensación agridulce dentro de ERC / CG
De ahí que los dirigentes de Esquerra hayan tenido que explicar a nivel interno los motivos por los que se han hecho tantas concesiones al socio menor. “Hemos logrado liderar la estrategia del procés y frenar a los radicales”, es el mensaje que la ejecutiva republicana ha enviado a sus bases. Dicho de otra manera, el pacto firmado entre ambos partidos, que recoge un documento de 46 páginas, pone fin a la unilateralidad pretendida por JxCat y salva una mesa de diálogo con el Estado menospreciada por los neoconvergentes. La renuncia a poner fecha a un referéndum de independencia quita presión a ERC y somete a Junts al dictamen de su militancia, donde los duros --Laura Borràs, Quim Torra, Josep Costa, Joan Canadell…-- tienen una gran influencia. De hecho, si las bases de JxCat tumban el acuerdo en el proceso que comenzó ayer y concluye este mediodía, el partido facilitará la investidura de Aragonès, pero pasará a la oposición, según explicó la ejecutiva de los posconvergentes.
Derecho a veto de Aragonès
Asimismo, la cesión de las consejerías económicas y sociales más importantes a JxCat va acompañada de un “derecho de veto” por parte de Aragonès --JxCat propone cargos, pero el presidente tiene la última palabra-- para garantizar que esos departamentos estén liderados por buenos profesionales. Elsa Artadi, como vicepresidenta económica in pectore, y Josep Maria Argimon, como titular de Salud, son los principales ejemplos. Ambos departamentos estarán en manos de JxCat, así como Políticas Digitales e Infraestructuras, y en ellos se administra la mayor parte del presupuesto de la Generalitat.
El acuerdo que rubricaron Aragonès y Jordi Sànchez fue duramente criticado por los partidos de la oposición --PSC-Units, En Comú Podem, Ciudadanos y PP--, no solo por el enorme poder que Junts tendrá en el nuevo Ejecutivo, hecho que preconiza nuevas peleas entre los socios. Y no solo por el poder independentista que se disputan desde hace años Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, sino por las discrepancias ideológicas existentes. ERC eligió como socio preferente a la CUP, a la que le unen políticas progresistas, pero deja su gobierno en manos de JxCat, formación heredera de CDC que rechaza la subida de impuestos y defiende la colaboración público-privada. No es de extrañar, por tanto, que el líder de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, asegurara ayer que JxCat “no es tan de derechas”.
"No son tan de derechas"
"Podemos pensar que JxCat es un partido de derechas que ha engañado a la CUP y a ERC. Se podría hacer ese análisis, y se hace por parte de según qué espacios mediáticos y políticos. O se puede hacer el análisis de que, quizá, la CUP y ERC saben perfectamente lo que son ellos mismos y que quizá JxCat no es tan de derechas como se dice", aseguró el republicano.
También dijo, días atrás, que Esquerra “no es la criada de nadie”. Se refería a la estrategia conjunta que JxCat quería imponer a Aragonès en el Congreso --donde el grupo está partido por la mitad entre el PDECat y Junts, más a favor de ERC--, así como a la tutela de Puigdemont a través del Consejo para la República.
El acuerdo borra esa “monitorización” neoconvergente, pero contempla una serie de organismos de coordinación para evitar nuevas disputas.
Fondos europeos
Sin embargo, la imagen de Aragonès, ahora mismo, es la de un presidente de gobierno provisional --en dos años deberá someterse al examen de la CUP--, que ha perdido el relato de la gestión y de la propaganda, ya que todo apunta a que Difusión --área encargada de la publicidad institucional-- estará en manos de JxCat. Un presidente que se encomienda a poder dirigir TV3 y la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), algo que todavía está por ver.
ERC se queda, además, sin el control económico y social en plena reconstrucción postCovid. Uno de los grandes escollos de las negociaciones fue la gestión de los fondos europeos. O la visualización de que se está al mando de los mismos, porque en realidad es el Estado el que decide. Esas ayudas europeas forman parte de las competencias de Artadi, sin que Aragonès haya logrado una bicefalia económica. Solo una comisión interdepartamental. El consuelo es que, a través de la Consejería de Empresa y Trabajo, ERC podrá pilotar las políticas de reindustrialización.
Los presupuestos de la Generalitat también serán responsabilidad de JxCat.