La desigualdad social es un mal negocio. Bajo esta premisa, la vicepresidenta segunda del Parlament, Eva Granados, y el economista, Antón Costas, han analizado los grandes retos de futuro que afrontan individuos, empresas y Estado, actores del llamado contrato social. Conceptos como el gasto social como inversión productiva o el reparto de los riesgos entre los actores del contrato social han sido debatidos en el segundo diálogo del ciclo de conferencias El progreso en el siglo XXI impulsado por la Societat Barcelonina d’Estudias Econòmics i Socials de Foment del Treball.
La moderación del acto, que llevaba por título Por un nuevo contrato social contra la desigualdad, ha corrido a cargo del escritor Jordi Amat, mientras que el presidente de Agbar, Àngel Simon, ha intervenido como presentador.
Espacios de desigualdad
Granados identifica como espacios de desigualdad el económico, exclusión residencial, formación, acceso a las prestaciones y el relacional (los barrios pobres deciden menos). “Antes la pobreza tenía cara de una mujer mayor, las viudas; con la crisis del 2008, pasa a ser un niño o una niña; ahora, tras el Covid, todo se ha complicado todo más”, ha explicado la socialista.
Costas ha destacado que una patronal aborde este tipo de temas y ha definido el contrato social como la forma en que se reparte el riesgo de vivir, en una economía de mercado, entre individuos, empresas y Estado. “Esto tiene un riesgo, ya que el capitalismo es maniacodepresivo, en los momentos de depresión afecta a los más débiles. No podemos pensar que en los próximos años y décadas mantengamos este reparto de riesgos, debe ser equilibrado entre estos tres grandes actores”, ha dicho Costas.
Una termita interna
“La desigualdad es un disolvente, una termita interna que no se nota en el primer momento y al final te hace caer”, ha explicado. “No tengo nada contra los ricos, mi objetivo no es hacer desaparecer la riqueza, me preocupa que haya pobreza”, ha precisado. En la primera mitad del siglo XX, ha dicho en la línea de lo afirmado por Granados, la atención estaba centrada en la pobreza de mayores. “Pero ahora el problema está centrado en la infancia y la juventud. Pero hay una dimensión más perversa desde el punto de vista político que es territorial y que influye en el retorno de los totalitarismos”, ha avisado Costas.
Para Granados, “en la generación anterior, fuimos impulsamos el Pacto de Toledo, las pensiones y el sistema de salud. Ahora hay dos grandes retos que hay que incorporar al contrato social: los cuidados y la vivienda. La desigualdad es un mal negocio. Y las sociedades escandinavas, son las que más luchan contra la desigualdad, pero también las que más progresan. La desigualdad genera ansiedad, depresión, más presión con el sistema sanitario y menos participación”.
Del gasto social a la inversión social
Para Costas, “hay que dejar de entender el gasto social como inversión improductiva. La enseñanza preescolar universal no es improductiva, es una inversión en la productividad del conjunto de la economía. Hay que pasar del concepto de gasto social al de inversión social”. Asimismo, ha explicado que “defender la competencia es una de las políticas sociales más progresistas de estos años y eso no soy capaz de convencer a los sindicatos”. En este sentido, Granados ha defendido “una liberalización verdadera que proteja al consumidor y al trabajador, desde la regularización para garantizar que las pequeñas empresas salgan a flote frente a grandes oligopolios. Las empresas que funcionan mejor es donde el trabajador participa, donde tienen las negociación colectiva más madura”.
El economista ha coincidido con la dirigente del PSC en defender el mercado como un contrato equilibrado entre las partes. "Asocio progreso a ese equilibrio, ir contra los abusos del mercado”, ha sentenciado.