Joan Canadell actúa como si no tuviera nada que perder. Y eso es precisamente lo que aplaude el independentismo más identitario y más crítico con el desarrollo de las negociaciones entre Junts per Catalunya (JxCat) y ERC. Sin embargo, Canadell está tensionando con sus manifestaciones a un sector de neoconvergentes más pragmático. Aquel que quiere apuntalar al partido en el Govern. Aquel que nunca aceptó que fuera el número tres de la lista, con posibilidades incluso de ser presidenciable debido a los problemas judiciales del tándem que encabezó la candidatura: Carles Puigdemont, que ha renunciado al acta de diputado, y Laura Borràs, imputada por falsedad y malversación.
La serie de tuits que Canadell escribió, y luego borró, generó entusiasmo entre ese activismo enemigo de ERC. El expresidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, quien aseguró que nunca formaría parte de un Govern que aplicara el programa económico y social que Pere Aragonès desgranó en una conferencia la semana pasada, retuiteó las decenas de apoyos recibidos. “Un gesto de deslealtad que no ha pasado desapercibido para algunos dirigentes de JxCat”, explican fuentes soberanistas.
Crisis sobre el impuesto de sucesiones
No es la primera vez que el empresario pone en jaque al partido que le fichó. Durante la campaña electoral sacó el espinoso tema del impuesto de sucesiones, que él exige eliminar. El número dos de JxCat, Jordi Sànchez, le desautorizó y Borràs hizo equilibrios para disimular que ella también defiende bajar la presión fiscal.
Lo más irónico es que en las negociaciones entre JxCat y ERC nunca apareció el nombre de Canadell como posible miembro del futuro Consell Executiu. Excepción hecha de la pugna entre Elsa Artadi y Ramon Tremosa sobre los cargos económicos ofrecidos por ERC. Es entonces cuando el empresario aparecía como posible desempate.
"Modelo de país"
Canadell ha dicho en voz alta lo que ni ERC ni JxCat se atreven a reconocer. Que las diferencias sobre temas sectoriales son importantes. Que el modelo “de país” que defiende Aragonès es muy diferente al neoconvergente. Un obstáculo más en las negociaciones entre los partidos independentistas, que se unen a los de la presidencia del Parlament --a la que aspiran JxCat y la CUP-- y la estrategia a seguir en Madrid.
Y mientras Canadell magnifica esas discrepancias ideológicas, esas “contradicciones” de las que hablaba Aragonès en su conferencia, Carles Puigdemont pone el acento en la cuestión identitaria, pues en plena cuenta atrás para la constitución del Parlament --será el 12 de febrero y todavía no se han cerrado los acuerdos--, la Eurocámara vota el suplicatorio del expresidente catalán. Se trata de un momento judicial que el sector más duro del independentismo invoca para exigir que se aparte a los comunes de un futuro gobierno independentista, que a su juicio debe dar respuesta "al 52%" de los votos obtenidos el 14F. Y, sobre todo, poner fecha al referéndum de "autodeterminación".