El consejero Miquel Sàmper ha encendido los ánimos en el cuerpo del que es responsable, los Mossos d'Esquadra. En una reunión celebrada este domingo, los sindicatos policiales le han trasladado al conseller de Interior el estado de "gran crispación" en que viven tras las críticas recibidas por sus actuaciones en las protestas de las últimas cinco noches.
Tras el encuentro, Pere García, secretario general del sindicato SAP-Fepol, ha asegurado que esta situación es consecuencia del "abandono de parte del sector político" que ha dejado desamparados a los policías. Esta situación ha permitido, además, que "una mínima minoría del Parlament" lleve "el debate político sobre cuál tiene que ser el modelo de orden público" en la comunidad.
Malestar por la "politización"
La principal reclamación de las asociaciones es que Govern y partidos dejen de "politizar" a los uniformados. "Lo que esperamos que cambie es que se deje de instrumentalizar al cuerpo de Mossos como una piedra arrojadiza que utilizan los diferentes partidos parlamentarios para desgastar al gobierno de turno", ha pedido García.
Los representantes sindicales también han compartido con Sàmper la necesidad de contar con más herramientas y seguridad jurídica para que los agentes puedan "salir con total tranquilidad a la calle". Además, han reiterado que las lesiones con las que se han saldado los altercados "en ningún caso" han sido ocasionadas "por voluntad de los Mossos d'Esquadra".
Sàmper pide "autocrítica"
Lejos de asumir los postulados de la policía que supervisa, Sàmper ha anunciado este domingo que durante la próxima legislatura se revisará a fondo el modelo policial catalán. Tras la reunión de urgencia con las asociaciones de los Mossos, el político ha afirmado que es "necesario" replantearse el funcionamiento de la seguridad pública en Cataluña.
El consejero se ha reunido con todos los sindicatos policiales --Sap-Fepol, Uspac, Seime, Sicme, SPC, SME, SegCat, entre otros-- después de la sensación de malestar generalizado por su utilización como moneda de cambio en las negociaciones para formar Govern. Además, ha intentado calmar los ánimos para embarcar a los funcionarios en la propia reforma del cuerpo policial, tal y como demandan los sectores más radicales del independentismo.
La CUP se marca un tanto
Al término de la reunión, el conseller ha valorado muy positivamente el encuentro mantenido con los sindicatos, de la que ambas partes han salido con "una voluntad de mejora compartida" tras la "crispación" vivida por los disturbios de la última semana. Asimismo, ha pedido "autocrítica" a los agentes de policía ante las presuntas malas praxis detectadas durante los altercados tras la condena del rapero Pablo Hasél.
Aunque Sàmper no lo ha mencionado, la pérdida del ojo de una manifestante por el impacto de un proyectil de foam ha azuzado el debate sobre las actuaciones policiales. La CUP, que cuenta con nueve votos imprescindibles para sellar un pacto de gobierno independentista, ha usado este incidente para presionar a Junts y ERC en la revisión de los protocolos de los Mossos. Tanto los posconvergentes como los republicanos han cedido ante los antisistema que, tras el anuncio de Sàmper, pueden presumir de haberse cobrado un triunfo en las negociaciones para configurar el próximo Govern.
Un debate "necesario"
En la cita, según ha explicado el responsable público, todo el mundo "ha entendido" que es "necesario" discutir en el Parlament acerca del modelo de orden público. El político ha recordado que un grupo de "82 diputados" --integrado por los representantes de la CUP, ERC, JxCAT y los comunes-- plantea mejoras para el cuerpo de policía autonómico. Por lo que una vez se constituya el Parlament, el consejero ha animado a las asociaciones a colaborar en el replanteamiento del modelo "con serenidad y con tranquilidad".
No es la primera vez que el independentismo analiza a fondo el funcionamiento de los Mossos. Durante la legislatura de Quim Torra, el expresidente ordenó una auditoría de la unidad antidisturbios (la Brimo) tras unas cargas en Girona contra activistas de los CDR. Pese a que la autoevaluación no arrojó ninguna mala praxis, el secesionismo aún no ha vencido sus prejuicios sobre el orden público. Durante los próximos cuatro años, tendrá ocasión de hacerlo en el Parlament.