Es el mejor lema desde hace más de una década, un agravio que se repite una y otra vez. El independentismo recupera la idea del déficit fiscal, que calcula en 16.000 millones, por el método llamado del flujo monetario neutralizado, aunque sus propios expertos hayan abandonado esa petición, y aseguren que Cataluña debe aportar al conjunto en relación a su PIB y recibir según su porcentaje de población y que esa diferencia es mucho menor. Pero el colectivo Economistes pel Benestar, con el decano del Colegio de Economistes, Joan B. Casas, al frente, junto con Albert Carreras, que fue secretario de Economia, con Andreu Mas-Colell al frente, vuelven al pasado.
El colectivo señala que Cataluña necesitaría unos 9.107 millones de euros más de financiación para atender a las necesidades del estado de bienestar y que el déficit fiscal se mantiene en esos 16.000 millones. La comparativa se establece con el País Vasco, la comunidad foral, junto a Navarra, que tiene un gasto “cinco veces mayor que Cataluña” para atender los principales capítulos del estado de bienestar. Para igualar la situación entre las dos comunidades, los presupuestos de la Generalitat deberían contar con 950 millones adicionales en los próximos diez años.
Debate fiscal
El tema fiscal, por tanto, vuelve al centro del debate en Cataluña, a una semana de las elecciones autonómicas, y muestra una voluntad, también por parte de los partidos independentistas, más allá de la retórica de los actos electorales, de entrar en las cuestiones tangibles, las que deberán discutir todas las comunidades autónomas en los próximos años. El PSC también ha entrado en ello, y su candidato, Salvador Illa, junto con el presidente valenciano, Ximo Puig, aboga por una mejora sustancial del modelo de financiación, por una quita de parte de la deuda autonómica, en gran medida en manos del Estado, y por un Consorcio con la Agencia Tributaria para gestionar la recaudación de impuestos.
Pero lo que ese conjunto de economistas defiende, con el que fuera número dos de Mas-Colell al frente, no casa con la realidad que el propio ex consejero de la Generalitat defendió en su día. Como recuerda el ingeniero Joan Llorach, que se ha especializado en seguir todo el debate sobre la financiación autonómica en España y es coautor junto con Josep Borrell del libro Las cuentas y los cuentos de la independencia (Catarata), la financiación de Cataluña podría ser algo mejor, pero no supone el escándalo que denuncia el independentismo y que han querido recuperar ahora Casas y Carreras.
El 14 de febrero de 2018, en un debate en la London School of Economics, Andreu Mas-Colell señaló que “aproximadamente Cataluña paga impuestos en proporción a su contribución al PIB y recibe en proporción a su población”, que es de un 19% y de un 16%, respectivamente.
Problema de todas las autonomías, no sólo de Cataluña
La cuestión es que el modelo de financiación autonómica necesita una reforma en profundidad, ya que se debería haber retocado en 2014. Son muchas las autonomías que se sienten perjudicadas, entre ellas la Comunitat Valenciana o Baleares, además de Cataluña. El propio Mas-Colell admitía que “el problema fundamental desde el punto de vista de las finanzas de Cataluña con respecto de los presupuestos del Estado no es un castigo a Cataluña, es un castigo, o algo muy negativo, a todas las comunidades autónomas; es decir, hay un esfuerzo deliberado de asfixiar a las comunidades autónomas. Aunque para mí no lo sea, quizá nos puede servir de consuelo que no nos quieran asfixiar más que a Valencia o Madrid”.
La letanía se repite, el déficit fiscal de los 16.000 millones. Lo hace el consejero de Empresa y candidato de Junts per Catalunya por Lleida, Ramon Tremosa, y los economistas citados. Y se insiste desde las filas de Esquerra Republicana. Pero los datos señalan otra cosa.
Déficit, sí, pero no la exageración independentista
Con los dos métodos que sirven para calcular las balanzas fiscales, el método del flujo monetario --contabiliza el gasto realizado en el territorio-- y el método de la carga-beneficio --cuenta el gasto realizado en el territorio y también la parte proporcional del gasto público que beneficia al conjunto de los catalanes como las embajadas o las grandes estructuras del Estado-- los resultados se acercan a ese ideal de pagar por PIB y recibir por población. Otra cuestión es la neutralización, que consiste en considerar como ingresos teóricos de una comunidad la parte proporcional que le correspondería del déficit público del Estado que se ha financiado con deuda.
Si Mas-Colell defendía esa proporción, entre PIB y población, también Oriol Junqueras consideraba que podía ser la mejor solución. Con los números del INE y los cálculos, entre otros, de Joan Llorach, las cuentas salen. Con el método del flujo monetario, Cataluña pagó el 19,4% y recibió el 14%. Esa es la media entre 1986 y 2014. El año que más pagó fue en 1997, con el 20%, y el que recibió menos fue en 2002, con el 13%. En ese caso, la diferencia sí podía ser de unos 16.000 millones de euros.
Con el método de la carga-beneficio, Cataluña pagó el 18,86% y recibió el 15,03%, la media de 2006 a 2014. Este es el método que Mas-Colell considera como el más “realista”. Y según ese cálculo, la financiación se acerca a la petición de pagar por PIB, --Cataluña representa el 19% del conjunto de España-- y recibir por población --según el INE Cataluña representa el 15,99% de la población española--. Hay diferencias, pero no son las que el independentismo clama.