La eurodiputada Maite Pagazaurtundúa (Hernani, 1965) lleva toda su vida defendiendo los valores de la democracia y la sociedad abierta. Primero frente al terrorismo en el País Vasco; ahora contra los populismos que atenazan Europa. La representante de Cs también fue una de las fundadoras de ¡Basta ya!, el movimiento de resistencia frente a ETA que cimentó la derrota de la banda terrorista. Veinte años después de que el Parlamento Europeo concediera el Premio Sájarov a la organización cívica, Pagaza rememora su nacimiento, su legado y el valor imperecedero de aquella lucha.
--Pregunta: Cuando ¡Basta Ya! se fundó en 1999, existían varias organizaciones que venían denunciando los atropellos del nacionalismo y los crímenes de ETA. ¿Qué motivó la aparición de este frente común por parte de la sociedad civil?
--Respuesta: Más que un frente común de asociaciones, ¡Basta ya! fue una iniciativa de ciudadanos. Surgió por instinto democrático porque notábamos una asfixia terrible. Por un lado, ETA estaba en la etapa de la socialización del sufrimiento, que consistía en tener contra las cuerdas a los partidos constitucionalistas. Se asesinaba a concejales, todos ellos tenían que ir con escolta... fue el ataque final de ETA. Lamentablemente, el nacionalismo vasco, que había sido muy indiferente con las víctimas, no peleó contra los autoritarios. Al ser nacionalistas los asesinos, el Gobierno autonómico tenía cierta tara para entender que la prioridad era proteger a todos los ciudadanos amenazados y no su agenda nacionalista. Además, justo antes de que naciera ¡Basta ya! hubo el pacto de Lizarra, promovido por todo el nacionalismo para dejar fuera a cualquier fuerza constitucionalista a cambio de que ETA dejase de asesinar.
--¿La sociedad de aquel entonces había empezado a reaccionar?
--Había un pequeño movimiento cívico, pero existían muchos tabúes. Los movimientos pacifistas tenían mucho miedo. Eso se vio con el lema "Dilo con tu silencio", que le pedía más o menos a ETA que, por favor, dejase de matar. La diferencia de ¡Basta ya! es que provocó una liberación intelectual y argumentativa. Hicimos una defensa de la democracia sin ceder a ningún chantaje. La sociedad no estaba adormecida, pero la gente tenía mucho miedo. Y había decenas de miles de ciudadanos que pedían el asesinato de sus vecinos.
--El miedo es la primera fuerza que mueve a las personas.
--Había muchas maneras de asustarte. La última de ellas era matarte. Y tenían controladas las palabras. Por ejemplo, decir España en Hernani en 1994 era marcarte. Ellos tenían las calles tomadas: todo estaba empapelado de carteles. Gastaban una fortuna en propaganda para que todos supieran cuáles eran los lemas de la temporada. Y en San Sebastián aún teníamos nuestros círculos, pero pensábamos en el resto de guipuzcoanos que vivían en pueblos como Tolosa, Mondragón...
--¿Cree que en la oposición al nacionalismo en ocasiones se tiende al resistencialismo? Por lo que comenta, en ¡Basta ya! no se conformaron con la expresión de la queja.
--Teníamos un gran discurso político. Democrático, no partidario. Se hacía un discurso sobre la necesidad de entender que la democracia es un espacio de convivencia difícil entre los distintos, pero donde el ciudadano tiene derechos y la tribu no le puede marcar límites. Reivindicamos la Europa de la ciudadanía, frente a la Europa de las etnias. Había un discurso muy fuerte en un momento en que los partidos estaban exhaustos. Con esa potencia intelectual y descaro que tenía este movimiento se animó a defender el pluralismo ideológico y se ayudó a que llegara la agonía operativa de ETA.
--¿Recibieron algún apoyo por parte del nacionalismo?
--Después del pacto de Lizarra, hubo algunas personas del nacionalismo vasco que lo abandonaron al menos desde el punto de vista de las siglas. El más significado en aquel momento fue Emilio Guevara, exdiputado foral por Álava, que venía a los actos de ¡Basta ya!. Pero es que a los actos vinieron Gregorio Peces-Barba, Gabriel Cisneros, Javier Pradera, Elías Querejeta; Elvira Lindo y Mercedes Milá nos presentaron dos actos; Paco Vázquez; víctimas del terrorismo que nunca habían aparecido en público... Hubo gente que pensó que el nacionalismo que no mataba había hecho algo terrible con el pacto de Lizarra.
--¿Qué significó el premio Sájarov del año 2000?
--Ayudó porque, además, el discurso de Fernando Savater sigue siendo aplicable para defender la democracia en cualquier sitio del mundo. Y más en nuestra España, en la que el carlismo-leninismo es bastante fuerte [risas]. La diferencia entre la retórica política y los discursos de fondo se ve con el tiempo. Leer o escuchar ahora el discurso de Estrasburgo es extraordinario. Además, es muy respetuoso con las ideas del nacionalismo, pero le exige un marco democrático. No le quitaría ni una palabra. Hoy sigue siendo tan importante defender la Europa de la ciudadanía frente a la Europa de las etnias como hace 20 años.
--¿Y cree que hoy el Parlamento Europeo concedería este premio? Savater se lo preguntaba el pasado sábado de forma retórica en 'El País'...
--Lo concedería, pero es cierto que las fuerzas contrarias al europeísmo pondrían el grito en el cielo. Afortunadamente, en las últimas elecciones europeas las mayorías están amparadas por partidos que no son etnicistas. Pero es cierto que hay fuerzas identitarias, de extrema derecha y de extrema izquierda en el Parlamento Europeo. Pero creo que aún tendríamos mayoría.
--Por cierto, ¿qué pasó con el informe sobre derechos fundamentales de la Unión Europea? La ponente del documento amenazó con votar en contra de su propio texto.
--La ponente fue la eurodiputada Clare Daly, que es del grupo de la Izquierda Unitaria Europea y tiene poca experiencia parlamentaria. En el Parlamento Europeo hay unas reglas de trabajo que se basan en los compromisos. Para facilitar esos compromisos, cada ponente cuenta con un ponente en la sombra para trabajar conjuntamente y yo, en este informe, era una de ellos. Pero en la exposición de motivos, Daly introdujo un texto que era contradictorio con todo lo que habíamos pactado. Nos hizo un poco de trampa combinada con la participación de Diana Riba [eurodiputada de ERC y esposa de Raül Romeva]. Ante eso, los ponentes que le dábamos la mayoría escribimos al presidente de la Comisión porque consta en el reglamento que cuando la exposición de motivos no es concordante, esta se retira. Entonces ella se enfadó. Pero no se puede incentivar a que los diputados hagan trampas.
--En enero se verá el suplicatorio de Puigdemont, Comín y Ponsatí. ¿Cree que se les terminará retirando el acta de eurodiputado?
--Esta cuestión se ha retrasado por el Covid-19 y Puigdemont ha seguido estando este tiempo por el Parlamento Europeo. Aunque aparte de hablar de su tema, vida parlamentaria no ha hecho mucha... Pero creo que no tienen razón y que de forma absolutamente legal se resolverá en su contra. Eso espero.
--Volviendo a España, ¿cómo valora la elección de Bildu como socio estratégico del Gobierno?
--ETA ha sido derrotada operativamente, pero su mundo político no ha dejado de ser completamente tóxico. Arnaldo Otegi sigue siendo el mismo, esta misma semana no ha condenado la historia de ETA. Durante años, en el País Vasco ha habido un debate importante acerca del llamado suelo ético. Después de haber participado en una operación tan monstruosa, qué menos que tomar responsabilidades políticas sobre este pasado. Pero ha habido un juego de filibusterismo por el cual no se ha condenado ese pasado terrible de persecución, atentado contra la democracia española y eliminación de los adversarios políticos. Y en ello hay un elemento tóxico para la política vasca y española. Ahora Bildu tienen un valor de cambio y hay que ser muy poco estratega o tener muy mala intención política para pensar que en política se venden duros a pesetas.
--¿Cree que se va hacia la constitución de un tripartito en el País Vasco entre Bildu, PSOE y Podemos? Un tripartito que podría constituirse en Cataluña el próximo año.
--Lo barato sale caro con los secesionistas catalanes o con los herederos políticos de ETA. Ellos siempre acumulan fuerzas y tienen una estrategia a largo plazo. Dos tripartitos potenciales de esta naturaleza son preocupantes porque desestabilizan la propia narrativa de nuestro pluralismo político. Ahora bien: no tengo ninguna duda de que la sociedad española reaccione inteligentemente.
--Tras el acuerdo con Polonia y Hungría, ¿cree que ya no habrá más sobresaltos en la tramitación de los fondos europeos de recuperación?
--Espero que con este acuerdo podamos activar los 750.000 millones de euros de este fondo. La fórmula alemana da un respiro y el fondo podrá llegar en muy pocos meses. No creo que tenga que haber ningún otro contratiempo.
--¿Le preocupa que se aproveche bien este dinero una vez llegue a los Estados?
--Hay una cantidad de la distribución que está determinada por cada país y se ha flexibilizado todo lo que se han podido los mecanismos de entrega. Hoy por hoy, de los fondos del periodo 2014-2020, en España solo se ha gastado el 39%. Hay países que en esto gestionan muchísimo mejor que nosotros. Desde Europa se ha intentado hacer más fácil para que no crezca la desigualdad entre países. Necesitamos que nuestras sociedades exijan a los gobiernos que no hagan capitalismo de amiguetes. Hablamos de fondos para la próxima generación, de que los jóvenes que ahora lo pasan tan mal tengan un futuro. Tenemos que aprovechar todo este dinero en dar viabilidad a una economía del futuro, como proyectos de conectividad digital que pueden dar una nueva vida a la España vacía.
--¿La Unión Europea saldrá más debilitada o más reforzada de la pandemia?
--Durante el anterior mandato tuvimos el Brexit, las elecciones francesas, el periodo de Salvini, el corralito de Grecia... pero las elecciones europeas tuvieron una gran participación y hay una mayoría europeísta que tira del carro. Además, el sentido común de Ursula von der Leyen ayudó a afrontar bien la convulsión inicial del Covid. Como se ve en algunas encuestas, los ciudadanos europeos están contentos de ver que el Banco Central Europeo y otras grandes instituciones europeas actuasen de forma rápida para dar seguridad y confianza. Y por eso tenemos esos 750.000 millones por primera vez. Si los europeos no estuviéramos unidos, seríamos pequeños barquitos a la deriva y se nos habrían merendado los depredadores financieros y políticos que andan sueltos.