Mariàngela Vilallonga está de celebración. Y al parecer por partida doble. A juzgar por sus declaraciones, la exconsejera de Cultura se ha quitado un peso de encima con su destitución. Horas después del anuncio de esos relevos en el Govern, Vilallonga celebraba con champán que su hijo Borja va a ser padre.
Vilallonga ha sido sustituida por Àngels Ponsa al frente del departamento de Cultura, en una operación orquestada por Quim Torra y Carles Puigdemont para endurecer el perfil independentista del Consell Executiu.
La exconsejera ha explicado que uno de los momentos más duros de su gestión fue cuando el president le pidió que destituyera a su secretario general, Francesc Vilaró, a lo que ella se negó para evitar que el departamento “se fuera a pique”. Preguntada, en una entrevista en Catalunya Ràdio, si el motivo de su cese se debía a ese desobediencia a Torra, Vilallonga se ha limitado a hablar de “estrategia política y de cambio de cromos”.
No se esperaba la destitución, pero se la ha tomado con deportividad. “La política es efímera”, ha afirmado, tras explicar que “he sido 18 meses consejera de Cultura, ha sido una experiencia intensa y que he disfrutado. Ahora volveré a mi universidad y al Institut d’Estudis Catalans”.
“La política es un role-playing, juegas o no juegas", ha subrayado Vilallonga, protagonista de una de las polémicas más intensas de este año, cuando ella mismo confesó que había llamado a TV3 para quejarse de que se utilizaba mucho castellano en esa cadena. Una reflexión en la que se reafirma.
Horas después, las redes sociales daban testimonio de una celebración familiar en la que Vilallonga aparece con su hijo Borja y su mujer, que está embarazada. Brindaron con champán francés, no con cava catalán. Desconocemos si hubo doble brindis por parte de la futura abuela: por librarse del politiqueo y por el estado de buena esperanza de su nuera.