La ascendencia franquista de destacados dirigentes del procés ha vuelto a salir a la palestra en los últimos días, coincidiendo con los planes de Carles Puigdemont de fundar un nuevo partido y de impulsar la "confrontación" mediante su denominado Consell per la República. Varios internautas han recordado la colaboración con la dictadura de uno de sus antepasados, el pastelero Francesc Puigdemont, que al igual que él también huyó, en su caso para no combatir en la guerra civil con el bando republicano.
Una historia de la cual se hace eco el periodista Enric Juliana en su libro Aquí no hem vingut a estudiar, uno de cuyos pasajes ha sido ampliamente difundido en Twitter este fin de semana por diversos usuarios. En el mismo, se recuerda cómo el pastelero Puigdemont trabajó de proveedor de la prisión de Burgos entre 1938 y 1940 --ubicada en plena zona franquista-- "después de huir de Amer" --la localidad gerundense de la cual es originaria la familia, y en la cual conservan su pastelería-- cuando estaba a punto de ser alistado para el Ejército republicano.
"Hijo de una familia de tradición carlista, profundamente católico, el pastelero Puigdemont había visto con horror cómo los milicianos quemaban la iglesia mayor de Santa María de Amer, transformada después en garaje de camiones. En casa habían vivido escondidos dos capellanes y un militar de Madrid que veraneaba en la Costa Brava cuando estalló la guerra", recuerda la página del libro difundida en las redes sociales.
La deserción del abuelo de Puigdemont cuando el bando republicano lo llamó a filas es un episodio que ya se ha recordado en otras ocasiones. El año pasado, el diario El Español ya lo rememoró en un artículo en el cual se explicaba su fuga a Francia, donde fue detenido, y desde donde decidió regresar a la zona "nacional". Tras refugiarse en Pamplona y Cádiz, donde uno de sus familiares regentaba una parroquia, pasó a establecerse en Burgos, ciudad en cuya prisión acabó trabajando encargándose de llevar la comida a las celdas de los republicanos presos.