Un imperium in imperio que existe desde hace siglos. El deep state, conocido popularmente como las cloacas del Estado, existe desde hace siglos en todos los países del mundo. Y va más allá de los casos más llamativos, como el del comisario Villarejo, el GAL o las actividades del CNI. Para investigadores de la UAB, la financiación irregular de partidos políticos como los de los casos Palau o Filesa, las subvenciones a dedo, las puertas giratorias, la no renovación de las instituciones públicas por una mayoría de tres quintas partes o la repetición de apellidos ilustres en determinadas formaciones políticas forman parte también de ese Estado profundo.
El Institut de Ciències Polítiques i Sociales (ICPS), adscrito a la Universitat Autònoma de Barcelona, acogió la semana pasada la conferencia ¿Existe el Estado profundo o 'deep state'? Análisis histórica y actual a cargo de los profesores Lluís Ferran Toledano (Departamento de Historia Moderna y Contemporánea) y Joan Lluís Pérez Francesch (Departamento de Ciencia Política y de Derecho Público) A pesar del gran eco mediático que suelen tener este tipo de prácticas --caso Villarejo, GAL…--, lo cierto es que, según Ferran, se trata de un tema que se ha estudiado suficientemente.
Un gobierno en la sombra
Pero ¿se puede analizar algo opaco, esa cara oculta de la luna de los estados? Ferran afirma que es posible y que en otros países se hace. El profesor define el Estado profundo como “un tipo de gobierno formado por redes de poder que funcionan al margen del poder político y de los mecanismos parlamentarios. Su objetivo es seguir su propia agenda. Es un gobierno en la sombra. Un mecanismo defensivo, que esconde hechos que benefician a personas o grupos”.
Existe desde hace siglos y, actualmente, se ha revelado en España como un sistema de poder que no siempre actúa a la sombra o va en la misma dirección que el Gobierno de turno, lo cual hace estremecer la definición canónica. El citado caso Villarejo o determinadas actividades que se llevaron a cabo contra el procés son un ejemplo, así como las actividades del CNI, la inteligencia española que ha vuelto a depender del Ministerio de Defensa después de estar transferido al Ministerio de Presidencia durante el Gobierno de Mariano Rajoy.
Control de la diplomacia en el siglo XVIII
“En el siglo XVIII, los historiadores ya se hacían eco de las redes de control de la diplomacia española en el extranjero. Los fondos reservados estaban entonces más relacionados con la acción exterior que con la seguridad interior”, explica Ferran. En 1814 se elaboró el llamado Manifiesto de los Persas, que reconocía “la importancia de la circulación de noticias para quienes gobiernan, mientras que el común del pueblo no la tiene sin equivocarse, porque no tiene capacidad para tener una adecuada opinión pública”.
Reservar dinero para maniobrar elecciones o reventar sesiones parlamentarias se había vuelto una práctica habitual. La pérdida de las colonias españolas y las numerosas guerras civiles potencia el debate sobre fondos de contingencia o secretos en el siglo XIX.
Conceptos como Estado profundo y el secreto, cloacas del Estado, el bolsillo secreto (la confusión entre patrimonio real y patrimonio nacional); fontaneros del Estado, fondos reservados, fondos de reptiles… se vuelven populares en el siglo XX.
Periodistas a sueldo del Gobierno
Según los investigadores de la UAB, son conocidos los fondos reptiles de Eduardo Dato durante la Restauración, así como las de periódicos y personas que el Gobierno podía “comprar”. Antonio Maura intentó acabar con eso. “Se sabe que Lerroux recibió 100 pesetas de esos fondos y que los periodistas, que cobraban muy poco en sus redacciones, también. Hubo un periodista que cobraban supuestamente como “’barrendero’ otro como ‘ama de cría’ de una inclusa en Madrid”. El escritor Valle Inclán, desvela Ferran, también cobraba del Estado.
Pérez Francesch afirma que el deep state “existe en todos los Estados, no solo en España”, con la finalidad de “mantener el orden público, aunque no se sabe qué límites hay”. Porque, en la práctica, el objetivo del gobierno de turno es “mantenerse en el poder, en el sentido maquiavélico. El poder de verdad siempre es el ejecutivo, el gobierno, que nunca ha estado subordinado al legislativo. Nunca ha existido la separación de poderes ni gobierno que se limiten solo a ejecutar, ni en España ni en ningún lugar el mundo”.
La 'policía patriótica' de Jorge Fernández
Es entonces cuando el Estado “se construye desde el punto de vista de la dinámica amigo/enemigo, guerracivilista”. La “policía patriótica” del exministro del interior, Jorge Fernández Díaz, es un ejemplo. Pero también otras prácticas como las subvenciones a amigos, los apellidos ilustres que se repiten en algunas formaciones políticas. Las influencias del palco del Bernabeu…” o que no se renueven las instituciones públicas por una mayoría de tres quintas partes, algo que, precisa Pérez Francesch, también sucede en Cataluña.
Cita el caso Palau --el expolio destinado a financiar CDC mediante el cobro de comisiones por adjudicación de obra pública-- como ejemplo de deep state. “La repartidora de las empresas públicas y la corrupción, no controlada en el ámbito local, también forma parte de este Estado profundo”, donde aparecen casos como Gürtel, Filesa o la disolución de UDC.
Las puertas giratorias o la opacidad sobre quién dio la orden de intervención policial durante el referéndum del 1-O demuestran esa falta de transparencia gubernamental. El profesor cita la excepcionalidad que supone el uso del estado de alarma, aplicado durante la pandemia del Covid, que, a su juicio, “no era necesario, quizá hubiera sido mejor un estado de emergencia sanitarias, a no ser que se quiera aprovechar para hacer otras cosas”.
Menciona, asimismo, la aplicación del artículo 155 contra el procés o el lawfare que ahora se está aplicando en España para “resolver por vía judicial lo que no se resuelve por vía política, se hace por vía judicial. A quienes lo practican les interesa extender la idea de buenos y malos, no de opciones diferentes”.