Jordi Cuixart lleva en prisión 32 meses. O lo que es lo mismo, dos años y ocho meses desde que fuera encarcelado por su destacado papel en la organización del referéndum ilegal del 1-O, que desembocaría en la declaración de independencia de ocho segundos de Cataluña, la posterior aplicación del artículo 155 y, tiempo después, la condena del conocido como juicio del procés.
Y después de todo este tiempo, aún sigue defendiendo que él y sus compañeros de sentencia "hicimos lo que teníamos que hacer". Así mismo lo ha dicho el presidente de la organización independentista catalana Òmnium Cultural, a través de su perfil en Twitter.
Se reafirma en su posición
No solo ha rechazado, con estas declaraciones, la condena de nueve años de prisión e inhabilitación impuesta por haber infringido la ley sino que, además, se reafirma en sus convicciones.
"Lejos de arrepentimientos, nos reafirmamos: la lucha no violenta y la desobediencia civil son los instrumentos más potentes para transformar la sociedad", ha tuiteado Cuixart.
Cuixart no se arrepiente
Todo ello respalda la falta de arrepentimiento que la Fiscalía esgrimió como razonamiento para impedir que Cuixart --entre otros de los independentistas condenados-- pudiera salir de la cárcel de Lledoners, en virtud de la aplicación del artículo 100.2 del reglamento penitenciario.
"No existe un reconocimiento del delito" por parte del líder de Òmnium ni parece entender "la gravedad de los hechos producidos", destaca el fiscal, lo que sería impedimento para que disfrutara de tiempo fuera de prisión.