Álex Ramos (Burgos, 1959), médico especialista en medicina preventiva y director del Centro de Estudios del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, es una de las voces que, desde el sector sanitario, han protestado contra el documento interno de la Consejería de Salud de la Generalitat que abre la puerta a “limitar el refuerzo terapéutico” a los pacientes mayores de 80 años enfermos de coronavirus.
Esta disposición --negada a posteriori por la consejera de Salud, Alba Vergés-- contempla dar prioridad a otros pacientes más jóvenes o con más “posibilidad de supervivencia” si las personas mayores en esa franja de edad no responden al tratamiento con oxígeno durante 15 minutos, planteando en este caso como alternativa un tratamiento consistente, entre otros, en la aplicación de morfina.
Ramos ha hecho un llamamiento tanto a Vergés como al presidente de la Generalitat, Quim Torra, para reclamarles que, “antes que dejar morir” y “abandonar a su suerte” a esos pacientes, pidan ayuda al Gobierno español o a otras comunidades autónomas con menor presión asistencial para socorrerles. “Ahora nos damos cuenta de las graves repercusiones de los recortes de los últimos 10 años de la Generalitat”, advierte este médico en un vídeo difundido en las redes sociales, en el cual acusa además al Govern de “traspasar el dilema ético y la responsabilidad” al personal sanitario.
Su mensaje a Vergés y Torra sobre esta cuestión es claro y contundente: “Si la única medida que tienen ustedes para el Covid-19 con los pacientes mayores de 80 años son los paliativos y la administración de morfina para el final de sus días, piensen si eso es lo que les gustaría para sus padres. Si la respuesta es que no, no nos lo apliquen al resto de los catalanes”.
Sobre estas reflexiones, así como de la gestión de la pandemia por parte de las administraciones y de su combate contra ella en todo el mundo, profundiza este doctor en entrevista telefónica con Crónica Global.
Ramos, que a su vez es vicepresidente de Societat Civil Catalana y miembro inscrito de Federalistes d’Esquerres, reconoce que, excepto en casos aislados como el de Corea del Sur, “que tenía protocolos, materiales, sistemas de protección y experiencia previa”, ningún otro país “estaba preparado para este tipo de catástrofes ni sabía qué hacer”.
Instrumentalización política de la crisis
En Cataluña, además, se ha producido un problema añadido, y es el uso y la instrumentalización política de la crisis del coronavirus que se está haciendo, en su opinión, desde el Govern de la Generalitat.
“En este contexto mundial, en Cataluña se han empeñado desde el principio en mezclar la pandemia con el procés, como pasó con los atentados de Las Ramblas del 17A en 2017. Entonces tuvieron a Trapero [mayor de los Mossos d’Esquadra] como héroe, y ahora a Oriol Mitjà [epidemiólogo]”, apunta, lamentando los continuos reproches del Ejecutivo catalán a la gestión del Gobierno central y la falta de autocrítica.
"Si culpas a Madrid y no cumples, pierdes credibilidad"
“No es una culpa sólo de ellos, porque es un problema global, pero si tú culpas a Madrid de todo y luego tú no cumples, pierdes toda la credibilidad. Culpar a los demás es poco honesto y operativo, y un poco indigno, es no asumir la propia responsabilidad”, apunta. “Parece que tengan que seguir alimentando a su propia parroquia, y eso resta eficacia a lo importante: luchar contra un virus que está en todo el mundo”, añade.
Así, Ramos recuerda, por ejemplo, que “Cataluña es una de las comunidades autónomas con más profesionales infectados por falta de recursos y de Equipos de Protección Individual (EPI). No hay que olvidar que las competencias en sanidad están transferidas desde principios de los 80, y que siguen ejerciéndolas ahora. Ha habido una coordinación de la pandemia, pero la asistencia sanitaria es de las comunidades autónomas y hasta principios de marzo tenían todas las competencias, y no habían hecho ningún acopio, ninguna planificación, ningún programa, todo eran improvisaciones. La consejera Alba Vergés ha fallado estrepitosamente”, valora. “Todo indica que lo están haciendo bastante mal y no es razonable que se quejen de Madrid”.
La Generalitat, entre "los que más han recortado"
En este sentido, el médico recuerda la “desastrosa” situación en las residencias de ancianos, donde ya han muerto contagiados más de 1.600 personas. O también las reticencias del Govern a recibir la ayuda del Ejército y la Guardia Civil en la construcción de algunos hospitales de campaña y en tareas de limpieza y desinfección, o sus peticiones de “confinar Cataluña” cuando toda España “estaba ya confinada” a raíz de la cuarentena decretada por el estado de alarma desde mediados de marzo. “Intentaron hacerlo con el brote de Igualada, y se han acabado echando atrás”, recuerda. Algo que considera “una irresponsabilidad y una negligencia en toda regla".
Uno de los obstáculos que se están apreciando estos días son, a su juicio, la falta de recursos y de medios sanitarios disponibles, una “consecuencia” de los recortes de la última década, con los sucesivos gobiernos nacionalistas: “Desde 2010, el Govern de la Generalitat es de los que más han recortado en salud. Si hemos perdido un presupuesto anual del 10%, ¿cómo se traduce eso en recursos humanos y sanitarios? Pues en un porcentaje análogo: un 10% o un 15% de profesionales perdidos en estos diez años, que ahora nos irían muy bien. Si encima lo sumas a los profesionales que no has cubierto bien, y para cubrir ahora una pandemia pierdes un 15% de profesionales infectados, nos encontramos con menos recursos humanos, camas, UCIs que antes”.
Secuelas de la epidemia: más listas de espera
Además de todo ello, Ramos se muestra preocupado por “las derivadas económicas, políticas y sociales” del coronavirus y las consecuencias que dejará a nivel sanitario una vez se haya superado la actual crisis: “Este problema traerá otros, como el de las personas que ahora no están yendo al médico por la pandemia. Se generarán más listas de espera, será como una deuda que se acumula”, señala.
Y pone como ejemplo de ello un caso que le consta de esta pasada semana: el de un hombre de 38 años que se presentó en un “importante” hospital de tercer nivel del área metropolitana de Barcelona cuatro días después de haber sufrido un infarto. Un hecho que ha agravado su situación.
17 sistemas sanitarios
Ramos, por otra parte, se muestra crítico con la organización territorial del sistema sanitario español ya que, en su opinión, “tenemos 17 sistemas de salud que no están bien coordinados ni cooperan de forma transversal”. ¿Cómo se puede afrontar ese problema? “No se trata de recentralizar, sino de cooperar, de colaborar, de hacer grandes compras para que el material salga más barato, de compartir las experiencias y beneficiarse todos. No es recentralizar, sino optimizar recursos”, subraya.
¿Pasa eso factura a los pacientes? La respuesta es sí. “A veces hay trabas administrativas, porque cada consejería tiene sus bases de datos y no hay una única en todo el Estado. Incluso hace un tiempo ibas con la tarjeta sanitaria europea y te atendían mejor que si vas con la de tu comunidad, porque los sistemas informáticos no están bien conectados, no hay una historia clínica única. Y ahí se perdía eficiencia, tiempo, optimización… No hay sentido común. Hoy en día, lo que le ocurre al paciente le ocurre aquí y en las antípodas. Si somos un Estado con un Sistema Nacional de Salud, los datos tienen que saberse si estás en Barcelona o en Las Canarias: en todas partes. Falta esta integración, lealtad y logística operativa. Y esto lo ha de hacer el ministerio. Se ha visto que es necesario”, explica.
“Debería ser un funcionamiento más federalizado, que el Estado tenga herramientas potentes para responder cuando hay una necesidad global. Y no decir: yo confino, tú no, yo compro aquí, tú allá… Ahora, por ejemplo, se estorban en las compras”, apunta. Y pone como ejemplo a seguir el caso de Alemania, donde “también tienen 17 landers y han funcionado de otra manera", más coordinada.
Por todo ello, Ramos cree que “el Consejo Interterritorial de Salud, que coordina, debería tener una función política, de gestión y operativa que sea efectiva, real. No es posible que cuando se reúne esta comisión, Cataluña y el País vasco no quieran ir”.
El papel del Gobierno
Por lo que respecta al papel del Gobierno en esta crisis sanitaria, Ramos lamenta que “no tenía un plan” y que “le ha pasado como a la mayoría de países, que reaccionó tarde”.
“Ha faltado reaccionar antes en cuanto al confinamiento, a los tests masivos, a las mascarillas, que no teníamos… y en cómo producir estos productos de primera necesidad ante catástrofes como esta. Tenemos que sacar conclusiones de todo ello”, valora.
“En Alemania tenían más camas de UCI y más capacidad de hacer tests más masivos. Creo que se estaban haciendo entre medio millón y un millón de tests a la semana. Así es más fácil aislar”, expone, a modo de ejemplo.
"Lo primero, resolver el tema sanitario"
Ramos, asimismo, se muestra “sorprendido” por la decisión del Ejecutivo central de permitir el regreso al trabajo de sectores no esenciales a partir de esta semana, algo que “no esperaba”, aunque desconoce las razones del Ejecutivo: “Quizá han detectado que en los domicilios también hay contagios. O tal vez están pensando en clave de recuperación económica, laboral, o que el coste de este confinamiento no vale quizá el esfuerzo respecto a lo que se pierde en cuanto a medidas económicas, laborales, sociales e industriales. No lo sé. No tengo esta información de primera mano. Algún motivo tendrán para tomar esta decisión y empezar a dar oxígeno al tema socioeconómico. Pero hay que ir con cuidado, porque lo primero es rematar el tema sanitario”, advierte.
“Ahora corresponden los tests masivos y las mascarillas. Hay que poner obstáculos a los puntos de entrada del virus: la boca, la nariz, los ojos...”, avisa. “Las mascarillas tendría que llevarlas todo el mundo, al menos durante el desescalado. Y el Estado debería explicar cómo, o bien cómo preparar una si no se tienen”.
¿Cuándo acabará?
Y, con la pandemia vigente y el estado de alarma recién ampliado, una de las preguntas en boca de todos es: ¿Va para largo? En opinión de Ramos, “si se hacen bien las cosas, en mayo se puede haber parado el golpe y en junio ir haciendo la entrada a la normalidad para poco a poco ir saliendo, en verano, con cuidado. Pero hay que hacerlo bien, progresivamente, y sobre todo tener siempre cubiertos a quienes sufren mayores índices de mortalidad: las personas vulnerables y mayores. Sellar el virus, a ellos no les puede llegar de ninguna manera, que no entre en las residencias”.
¿Y qué es, en su opinión, lo que se debería estar haciendo para erradicar la pandemia, a falta de un medicamento o vacuna? En primer lugar, tests masivos de seroprevalencia “para saber la foto fija de lo que tenemos” y actuar en consecuencia. Y también sacar partido de los anticuerpos e inmunoglobulinas: “Con tantos contagiados por millón de habitantes, hay que aprovechar a los recuperados para obtener los anticuerpos y tratar con ellos a los enfermos”, es decir, “sacar un tratamiento serológico hasta que llegue la vacuna”.
Ramos está convencido de que España podría ser “una potencia” en biotecnología si apostara por ello e invirtiera más en I+D+I. Y pone en valor la investigación que llevan a cabo instituciones como el Centro Nacional de Biotecnología, el Instituto Carlos III o el Instituto de Microbiología, entre otros.