Hay flecos por cerrar, pero la decisión ya está tomada. Los países de la eurozona se podrán acoger, para hacer frente a la crisis del coronavirus, a un fondo de 500.000 millones de euros en créditos disponibles. ¿Eurobonos? ¿Liquidez sin restricciones del Banco Central Europeo? Lo primero deberá esperar, y el BCE cumplirá su papel, pero siempre con el Mede, el fondo europeo, de la mano. España no podrá presionar más a la Unión Europea. Pedro Sánchez lo sabe. Tampoco Italia. ¿Por qué? Las limitaciones de los países del sur han quedado reflejadas estos días porque, para empezar, la Unión Europea no tiene un Tesoro único, pero sí un embrión: precisamente el temido Mede.
Son los diferentes expertos consultados los que ofrecen esas distintas reflexiones en un momento que puede marcar una clara inflexión para Europa. Se podía considerar que había llegado el instante Hamilton, en referencia a Alexander Hamilton, que puso las bases en el siglo XVIII, tras la Guerra de la Independencia, del Tesoro de Estados Unidos. Pero en Europa eso no se producirá todavía.
¿Fondo de rescate?
La ministra de Economía, Nadia Calviño, ha considerado satisfactorio y suficiente, por ahora, ese fondo, que marca una triple red de seguridad, como ella misma la ha denominado. Habrá recursos para los gobiernos a través del Mede (fondo de rescate europeo); a las empresas a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI); y a las subvenciones a los ERTE mediante la Comisión Europea.
Miguel Otero, investigador en el Real Instituto Elcano, que ha seguido muy de cerca las negociaciones y que mantiene periódicos contactos con los propios funcionarios europeos de los países miembros, lo ve con cierta claridad: “¿Por qué no acogerse al Mede, cuando puede ser un embrión de ese Tesoro que se desea? En estos momentos hay que acogerse a lo que tenemos, que no está mal, con una potencia, sólo en ese fondo, de 400.000 millones. Y, aunque se ha discutido sobre la condicionalidad, parece lógico que se planteen algunas cuestiones de cara al futuro”. ¿Qué quiere decir con ello Otero?
Las limitaciones, de manifiesto
No estamos en la misma crisis que en 2008, cuando los bancos estaban en una situación muy delicada, con activos tóxicos. Pero en un club de Estados que comparten moneda y el BCE sí se debe discutir, a juicio de Otero, cómo se ha llegado hasta aquí y qué ha hecho cada país en todos estos años. El Covid-19 ha golpeado con fuerza a España e Italia y puede hacerlo con otros países, pero las circunstancias de cada uno son diferentes. La deuda pública de España, de Italia o de Francia ronda o pasa de largo el 100% del PIB, pero también hay otras referencias: la pensión media respecto al salario medio, el sistema educativo o la inversión en investigación y tecnología. “Eso es lo que se mira en Europa, lo que analizan los funcionarios del Mede, y lo que observa con lupa Holanda, por ejemplo”, señala Otero.
España se ha topado con esa frontera. También Italia, que lleva décadas sin apenas crecimiento, con una parálisis total de su administración. Sin embargo, el coronavirus ha puesto contra las cuerdas a la UE porque, más allá de esas diferencias, no puede dejar a su suerte a países tan relevantes como España --la cuarta economía de la zona euro-- o Italia.
Crear dinero
¿Pero hay otras alternativas? El economista y profesor de la UB Gonzalo Bernardos sostiene que se debe mirar hacia el Reino Unido, con una decisión drástica por parte del Banco e Inglaterra, que utilizará todo lo que sea necesario la máquina del dinero. “La impresión de billetes por parte del Banco de Inglaterra muestra la importancia de tener una política monetaria propia cuando llega una crisis económica. Ésta no es una recesión asimétrica, sino bastante simétrica. No obstante, no lo es la solución que pretenden aplicar los distintos gobernantes de la zona euro. En una situación como la actual, siempre ganan los que necesitan menos dinero o tienen mayor capacidad de endeudamiento y pierden el resto de países”.
El BCE, para Bernardos, podría ser la solución mágica en este caso: “¿La solución? No aumentar el nivel de deuda, pero sí hacerlo el de gasto. ¿Cómo? Imprimiendo dinero. Ello respondería a la lógica. Las reglas están para incumplirlas y, en este caso, la excepcionalidad del problema lo hace merecedor del incumplimiento. Si la Constitución Española se cambió en un instante en 2011, por imperativo de la Comisión Europea, ahora, también se pueden cambiar el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea y las leyes que regulan la actuación del BCE para imprimir billetes”, dice en referencia a que podría comprar esa deuda directamente a los países o inyectarles el dinero.
Sin posibilidad de mutualizar la deuda
Sin embargo, lo que pudiera hacer el BCE podría ser insuficiente y centrado en dos países, España e Italia, algo que los Estados del norte no podrían asumir con facilidad. El BCE no ha parado de comprar deuda en el mercado secundario. Y, de hecho, a finales de este año tendrá en su balance hasta 450.000 millones de euros de deuda española. En el caso de que esa deuda tuviera que ser reestructurada, la responsabilidad recaería en los accionistas del BCE, es decir, entre los distintos países de la zona euro, y el principal es Alemania, con el 30%. Esa es la solidaridad europea, que no se sabe explicar o no se vende bien por parte los países centrales europeos ni tampoco por los del Sur. Pero existe.
El analista financiero Luis Torras, incide en que no queda otra que buscar solución en el Mede que, además, y tras las negociaciones en el Eurogrupo, no comportará una condicionalidad estricta, como sí pasó en 2012. El argumento de países como Holanda, Alemania o Austria para rechazar los eurobonos, la mutualización de la deuda, se entiende a juicio de Torras: “Con un Parlamento vaciado de contenido real, no cuenta ni con los mecanismos ni con el control para fiscalizar cómo se gasta esa deuda. Y es que en Europa hoy conviven países como Holanda y Alemania, con una función pública y eficiencia del gasto ejemplar, con Estados --no ya España o Italia-- como Bulgaria o Rumanía, con niveles de corrupción en el gasto público similares a los de algunos países latinoamericanos”.
¿Sin sorpresas para colocar deuda?
Para Torras, crear dinero no puede ser la solución, cuando de lo que se trataba, justo antes de que explotara la contaminación por el coronavirus, era de “reactivar la economía real”, retirando la política monetaria de los tipos de interés prácticamente a cero. El analista financiero recuerda los datos que enloquecen a los países del norte: “La pensión media sobre el último salario (Eurostat, 2017) es en España del 82%; en la OCDE del 63%, y en la UE, del 50%”. Si se observa por países, el salario medio en Alemania es de 2.719 euros, y la pensión media es de 1.003 euros; en España esa relación es de 1.639 euros, por una pensión media de 1.070 euros. Esos datos, según Torras y también a juicio de Otero, se tienen en cuenta cuando se escuchan peticiones para mutualizar la deuda.
Para España el Mede, ahora, puede ser un buen instrumento. No tanto para Italia, según Otero, porque teniendo al lado al BCE, “puede no tener incentivos para cerrar ahora sus demandas sobre los eurobonos”. Es decir, en los dos casos, para España e Italia, el BCE garantiza que no haya sorpresas con la deuda, y no se dispare la prima de riesgo en las próximas semanas y meses. España coloca su deuda con facilidad ahora, y si tiene problemas en los mercados, aparecerá el BCE. Pero precisamente por ello, tanto España –algo más tranquila ahora—como Italia, y, en menor medida, Francia y otros estados de la eurozona, seguirán reclamando la hora de Hamilton. Porque tal vez esa sea la única posibilidad –un Tesoro único—para que Europa se construya como una verdadera unión de estados.
“Tal vez, pero ahora lo que hay es el Mede”, concluye Otero, y la ministra Calviño, buena conocedora de cómo funcionan los mecanismos internos europeos, ya tiene el pájaro en mano.