Una cita protocolaria, pues no se esperan acuerdos, que estuvo en el aire durante unas horas y que las necesidades partidistas de PSOE y ERC ha salvado in extremis. La reunión de los presidentes Pedro Sánchez y Quim Torra prevista para este jueves debe sentar las bases de una mesa de diálogo que el dirigente independentista no puede liderar, mientras que el socialista la enfoca como una cumbre institucional que satisface a los republicanos y, por tanto, allana su apoyo a los presupuestos generales del Estado (PGE).
La cita se celebrará al mediodía en el Palau de la Generalitat, 14 meses después de que ambos mandatarios firmaran la llamada Declaración de Pedralbes. Basado en la idea de que la salida al conflicto independentista pasa por el diálogo, el documento ponía fin a un procés caracterizado por la confrontación entre el Gobierno del PP y el de la Generalitat. Sin embargo, el juicio y la posterior condena a los dirigentes independentistas por la celebración del referéndum del 1-O, así como la convulsa situación política nacional --dos elecciones generales--, supuso un frenazo a esas restablecidas relaciones. Y mientras ERC tomaba la decisión de jugar en el tablero español, Junts per Catalunya se autoexcluía de los acuerdos.
La reculada del Gobierno
De las negociaciones sobre la investidura de Sánchez entre PSOE y ERC surgió esa mesa de diálogo a la que debe preceder la reunión de este jueves. Es la condición que los republicanos ponen para apoyar los PGE, de ahí que el Gobierno, que amagó primero con retrasar ese foro hasta después de los comicios catalanes, diera marcha atrás y se comprometiera a convocarla antes.
Reunión de Sánchez y Torra / EUROPA PRESS
En realidad no es un peaje excesivo para Sánchez, consciente de que Torra no liderará esa Mesa, pues acaba de anunciar elecciones tras la aprobación de las cuentas catalanas de 2020 en el Parlament. Eso ocurrirá en marzo, pero la fecha de los comicios está por ver. ERC intentará que se celebren antes del verano, pero JxCat no tiene prisa porque, a diferencia de sus todavía socios de Gobierno, no tiene candidato.
Las agendas catalana y nacional
Las conexiones entre las agendas catalana y nacional son evidentes, y en Moncloa no esconden que hubieran preferido que las elecciones catalanas se celebraran esta primavera, para restar presión a ERC a la hora de debatir unos PGE que podrían someterse a votación este verano.
Mesa de diálogo y reconocimiento de que existe un “conflicto político” en Cataluña son los logros que arroga ERC, cuyo candidato a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès, ya ha advertido de que es necesario tener paciencia respecto a las fechas de los futuros encuentros. El vicepresidente catalán combina las soflamas identitarias con esos llamamientos a la calma. Habla de "microdesobediencias", de la necesidad de un "relator" --figura que cargó de munición a PP y Ciudadanos, muy críticos con las "servidumbres" de Sánchez con los independentistas-- y avisa de que “no es más independentista quien más grita”. La música suena bien al PSOE, pero la letra republicana está por ver, pues el clima preelectoral existente en Cataluña preconiza una lucha cainita entre formaciones independentistas. Una lucha que comenzó con las acusaciones de deslealtad del propio Torra a ERC, cuando los republicanos apoyaron la suspensión del voto del presidente inhabilitado.