¿Desobedecer a Carles Puigdemont o a sus consejeros?. Este es el dilema que, desde el lunes, día en que fue despojado de su acta de diputado, tenía Quim Torra. Mientras el de Waterloo pedía tiempo para que Junts per Catalunya (JxCat) se reorganizara y frenaba la convocatoria inmediata de elecciones, los consejeros neoconvergentes pedían medidas contundentes, esto es, echar a ERC del Gobierno catalán. O, cuando menos, designar a un conseller en cap que neutralizara la figura del vicepresidente económico Pere Aragonès.
Fueron 48 horas frenéticas las vividas en Palau desde el Pleno parlamentario que visualizó el choque definitivo entre JxCat y Esquerra. Pero en la sede de los republicanos, los ánimos tampoco estaban precisamente calmados. La convocatoria de la declaración institucional anunciada el martes por la noche por Torra hizo saltar todas las alarmas. Y también los rumores sobre una crisis de Gobierno.
Imprevisible Torra
Convencidos de que Torra es imprevisible porque se debe a los designios de Puigdemont, los miembros de la cúpula de Esquerra desconocían sus intenciones, hasta que finalmente anunció, contra todo pronóstico que convocaría elecciones una vez se aprueben los presupuestos de la Generalitat para 2020. De esta forma, el presidente por accidente acataba las instrucciones de Puigdemont, pero a costa de desobedecer a los suyos, es decir, a sus compañeros del Consell Executiu.
Fuentes soberanistas aseguran que entre los dirigentes más beligerantes contra la permanencia de ERC en el Ejecutivo catalán estaba la líder de JxCat en el Ayuntamiento de Barcelona, Elsa Artadi, quien asistió el martes por la noche a un cónclave de dirigentes postconvergentes en el Palau de la Generalitat al que acudieron también el vicepresidente de la Mesa del Parlament, Josep Costa, el presidente del grupo parlamentario, Albert Batet, y la consejera de Presidencia, Meritxell Budó.
La noche anterior, Torra había intensificado los contactos con sus consejeros, diputados y dirigentes del partido. Constató entonces que las posturas estaban divididas, pero también que el enfrentamiento entre Junts per Catalunya y ERC --que avaló la suspensión del voto del mandatario catalán--, solemnizado en el Parlament, había indignado, y de qué manera, a los neoconvergentes.
Los presos evidencian las posturas irreconciliables
No obstante, el presidente catalán quiso aprovechar la tregua que ofrecía la comparecencia de los presos independentistas en la Comisión de Investigación de la aplicación del artículo 155 en Cataluña. El abrazo entre Torra y Junqueras se convirtió en una de las imágenes del día. Pero insuficiente para reunificar a las formaciones independentistas. Las intervenciones del propio Junqueras, Jordi Turull, Raül Romeva, Joaquim Forn, Josep Rull y Dolors Bassa demostraron que republicanos y neoconvergentes afrontan el postprocés con estrategias diferentes. Diálogo y negociación los primeros y confrontación y desobediencia los segundos, apoyados por la CUP.
De esas diferencias dio cuenta el propio Torra en su declaración institucional cuando, tras un breve encuentro con Aragonès, anunció que la legislatura está agotada y que convocará elecciones cuando los presupuestos de la Generalitat sean aprobados en el Parlament.