Sucedió en una reciente cena en la que participaron juristas y políticos. “La salida al conflicto es un nuevo tripartito de izquierdas”, aseguró el expresidente del Senado, Manuel Cruz. El tiempo dirá si la reflexión responde a un sentir generalizado entre los socialistas, pero lo cierto es que tras la investidura de Pedro Sánchez, en la que la abstención de ERC ha sido decisiva, y la toma de posesión de los ministros del primer Gobierno de coalición de la democracia, todo apunta a que la entente entre PSOE y Podemos se haga extensiva a unas elecciones catalanas.
La prudencia socialista
Los socialistas catalanes son muy prudentes respecto a esta reedición de aquel Govern d’Entesa --presidido primero por Pasqual Maragall y después por José Montilla, ambos de PSC--, ya que las encuestas de intención de voto colocan a los republicanos al frente de esa futura presidencia. Por el contrario, los comunes, el referente podemita en Cataluña, son más explícitos, mientras que Esquerra anda con pies de plomo ante la presión del independentismo más beligerante. No obstante, los dirigentes están dando señales de hasta qué punto están dispuestos a desmarcarse de Junts per Catalunya y su enrocamiento unilateral.
La ausencia de Pere Aragonès en la comitiva que ayer acompañó a Quim Torra a Estrasburgo estuvo cargada de simbolismo. Quien sube enteros como candidato a la presidencia de la Generalitat, donde ocupa el cargo de vicepresidente, alegó motivos personales para no arropar a Carles Puigdemont y Toni Comín en su debut en el Parlamento europeo. Reacio a este tipo de espectáculos internacionales, muy seguidos por los medios independentistas, pero con escaso interés en la agenda europea, Aragonès marca perfil gestor y da prioridad a la aprobación de unos presupuestos de la Generalitat para 2020, cuya fiscalidad ha sido pactada con En Comú Podem. Pero eso no significa que esté garantizado que los comunes den luz verde a las cuentas.
La bravata de la ANC
Precisamente ayer, el presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, lanzaba un mensaje muy claro al vicepresidente económico: “¡Basta ya de subir impuestos a los catalanes!”. La propuesta fiscal del Govern tiene puntos en común con el programa de gobierno de PSOE y Podemos, especialmente en lo que respecta al aumento de impuestos a las rentas más altas.
Junts per Catalunya también ha criticado el acuerdo fiscal que sus socios de Gobierno han cerrado con los comunes porque, según afirman, “no es nuestro modelo de país”. Pero Aragonès no cede y la confluencia de izquierdas liderada en el Parlament por Jéssica Albiach apuesta claramente por un pacto en Cataluña. A ERC y los comuns les ha salido un enemigo en común, la Assemblea Nacional Catalana (ANC), todavía entregada al grupo de Waterloo y que el pasado fin de semana no solo exigía estar presente en una mesa de diálogo, sino excluir de la misma a En Comú Podem. No hay que olvidar que Ada Colau siempre apostó por ese tripartito en el Ayuntamiento de Barcelona. "No me gusta Torra", ha dicho en una reciente entrevista.
“Una vez desbloqueado el Gobierno toca el segundo escalón: llevar la nueva etapa progresista al Gobierno de la Generalitat", ha asegurado el portavoz de Catalunya en Comú, Joan Mena. Añade, en este sentido, que “ahora nos toca a los catalanes salir del desbloqueo, blindar el diálogo y superar la década perdida de los recortes que también hemos vivido los últimos años en Cataluña".
La negociación presupuestaria entre los Comunes y ERC sirve de cauce para ese futuro pacto tripartito, como antes lo fue el diálogo entre ERC y PSOE para allanar la investidura de Sánchez. “Siempre que, en un año, la crisis económica no se lleve todo por delante”, avisan fuentes parlamentarias.