Jacques Pintor se ha convertido en el azote de la Iglesia española y, por extensión, de la curia vaticana. Tras la destitución del sacerdote Miguel Ángel Barco, a quien se acusó de ser padre de una niña, este periodista tira del hilo y sostiene que detrás de este asunto hay una trama de poder que supuestamente acabó con monseñor Manuel Ureña en Zaragoza y en la que estaría implicado el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, quien el verano pasado declaró como imputado ante una juez en base a una querella finalmente archivada. Omella es el hombre fuerte del Papa Francisco en España y aspira a ser elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) en las elecciones de marzo de 2020.
“La Iglesia en España ha perdido cualquier influencia política y ha renunciado a la social y política, con la esperanza de que los políticos le perdonen la vida y mantengan la asignación tributaria”, explica Pintor a Crónica Global. De ahí que la tolerancia de los jerarcas eclesiásticos con los obispos catalanes que apoyan el proceso independentista. “Exigen que haya tolerancia, ya que desde el Vaticano se insta a los obispos a evitar cualquier enfrentamiento con el poder político”, añade el periodista.
Las investigaciones de Pintor están recopiladas en el libro Complot de poder en la Iglesia Española: Barco contra Omella. En defensa Propia. Que un cardenal comparezca ante un juez instructor tiene pocos precedentes, pero Omella, asegura el periodista, ocultó supuestamente documentos que habrían librado a Barco de su expulsión.
El libro es demoledor. ¿Represalias? “Las he sufrido en el pasado, y ahora en el arzobispado se investiga quién es Jacques Pintor para ver si comete alguna torpeza, se atribuye su identidad a otras personas. Incluso se me acusa a mí (vivo a cientos de kilómetros de Barcelona) y a otras personas de las pintadas en el seminario de Barcelona. Según el investigador, “pretenden blanquear sus posturas. En Zaragoza, los que han denunciado al actual arzobispo por despido improcedente, y elaboraron anónimos en 2014 acusando de homosexuales al antiguo arzobispo Monseñor Ureña y a muchos curas que no les secundaban, se escandalizan ahora que su corrupción salga a la luz”.
Ambiente de terror en las altas esferas
Jacques Pintor afirma en su libro que en la Iglesia "se vive un ambiente de terror entre las altas esferas jerárquicas. Nadie puede llevar la contraria, sea cura u obispo, al Papa Francisco. Y a su valido Omella. Se juegan el cargo. Si acabaron con Monseñor Ureña en Zaragoza pueden hacerlo con cualquiera... Ahora se habla del nombre de Monseñor Fernando Chica -su nombre sale en el libro- como posible nuevo arzobispo de Zaragoza. Colaboró más de lo que parece. Si llega, será el hombre fuerte de Omella en Zaragoza, ahora que Omella se postula para presidente de la Conferencia Episcopal en las elecciones de marzo de 2020”.
Pero ¿qué futuro le espera a la víctima de esta historia, el sacerdote acusado de ser padre de una niña”. Una acusación que él niega rotundamente y que le llevó a presentar una querella contra Omella, al que acusaba de no enviar al Vaticano pruebas que desmentían esa paternidad.
La víctima
“Los que conocen e percal “saben” que a Miguel Ángel Barco materialmente no se le puede restituir, pues tras el expediente administrativo por el que se procedió a su expulsión del estado clerical exoficio, está la firma inapelable del Papa Francisco. Las irregularidades sin embargo se las pasan por el forro por la reforma de Benedicto XVI. Puedes hacérselo llegar al Papa, o apelar al Papa, pero le harán un caso como un capazo”.
El autor del polémico libro recuerda que “si el sentido amplio de la Fe y por ende del derecho canónico es la enmienda del error humano a través de la pena, y con esta de evitar el escándalo, aquí con frecuencia se da precisamente lo contrario: se humilla al hombre y su dignidad importando solo su castigo, y se magnifica el escándalo… Es decir, una especie de juicio final mundano, chabacano y ateo….”.
Los casos de pederastia
“Sin seguridad jurídica –añade--, pues el derecho canónico ha abolido todas las garantías procesales para el acusado, la Iglesia se convierte en una institución gobernada desde la arbitrariedad de que en cada momento tiene el poder. Y esto es más grave que lo de los curas pedófilos según opinan no pocos”. En este sentido, el periodista cree que Benedicto “fue un reformador, y no se le reconoce. Secularizó a más de 400 sacerdotes y obispos abusadores o encubridores”.
A pesar de estas tramas de poder interno, Jacques Pintor asegura que “la Iglesia en España ha perdido cualquier influencia política y ha renunciado a la social y política, con la esperanza de que los políticos le perdonen la vida y mantengan la asignación tributaria”. De ahí que, en el caso de los obispos catalanes que apoyan el proceso independentista “haya tolerancia, ya que desde el Vaticano se insta a los obispos a evitar cualquier enfrentamiento con el poder político, sea el que sea y haga lo que haga”.
Juan José Omella fue nombrado obispo de Barcelona “porque habla catalán y Elías Yanes (expresidente de la Conferencia Episcopal fallecido) no consiguió colocarlo en Zaragoza, que era la primera opción. Omella quería derribar a Ureña ya desde 2008 siendo auxiliar de Yanes en Zaragoza, y fracasó. Luego en 2014 otra vez, para ser arzobispo de Zaragoza pero le ofrecieron Barcelona, el cardenalato, entrar en la Congregación vaticana de los Obispos, en la Judicatura apostólica o Tribunal Supremo de la Iglesia”. Pintor describe al azrobispo de Barcelona como una persona ambiciosa que aspira a la presidencia de la CEE “y a ser Papa, como comenta el cardenal Müller”.