La dirección de Esquerra Republicana, siempre con enormes dudas sobre todos los pasos que pueda dar, ha interiorizado que no puede perder la oportunidad que se le presenta. El congreso de este sábado ha dado vía libre para investir a Pedro Sánchez en los próximos días, antes del 5 de enero, y gobernar la Generalitat cuando se convoquen elecciones a lo largo del próximo año en Cataluña. Pere Aragonès, siempre apoyado por Oriol Junqueras, es el hombre elegido para “transitar” hacia esos objetivos, con una convicción añadida: sólo con el PSOE podrá Esquerra encontrar alguna salida para los dirigentes políticos presos, entre ellos el propio presidente del partido.
¿Ha renunciado a la independencia Esquerra? ¿Abandonará un programa de máximos, con un argot que crea urticaria en los partidos políticos constitucionalistas? No lo hará, porque la competición interna con el independentismo que representa Carles Puigdemont es enorme. Pero la posición es la que se votó en el congreso: se trabajará para conseguir un referéndum acordado con el Estado. Y eso precisa tiempo. Es, de hecho, un objetivo a medio y largo plazo, porque Esquerra ha adoptado una decisión: no hará nada, ni adoptará un camino rupturista si no consigue porcentajes cercanos, al menos, al 40% en el área metropolitana de Barcelona, según admiten sus propios dirigentes.
Negociación con el PSOE
El congreso de este sábado corroboró esa apuesta, aunque se dejen otros caminos abiertos, como un proyecto unilateral si existe un reconocimiento internacional (un brindis al sol en estos momentos), o un nuevo referéndum si se cuenta con mayorías muy amplias (tampoco se da ni tiene visos de que se produzca). Esa apuesta es producto de una hoja de ruta que han establecido dos referentes de Esquerra: los profesores Joan Manuel Tresserras y Enric Marín, que lo plasmaron en el libro Obertura republicana. Aunque en las comarcas de interior los porcentajes a favor de la independencia puedan ser superiores al 60%, no se puede dar un paso si en el área metropolitana de Barcelona esa misma apuesta se mantiene en el 20% o el 25%.
Lo acordado con el PSOE es satisfactorio para Esquerra. “Los contactos se han mantenido siempre, y la idea se dibujaba ya tras la moción de censura contra Mariano Rajoy”, señalan fuentes republicanas. Pero la falta de temple de la dirección de Esquerra, forzada por la enorme presión de Junts per Catalunya, imposibilitó que los republicanos votaran los presupuestos de Sánchez. Hubo coincidencia, entre el PSOE y ERC –aunque con mal sabor de boca por parte de los socialistas—de que Sánchez necesitaba pasar por las urnas y obtener una victoria clara. Eso ya se ha producido, en dos ocasiones, el 28 de abril y el 10 de noviembre, aunque con la necesidad de lograr mayorías parlamentarias para poder gobernar. Ahora ha llegado el momento.
Flexibilización judicial
La intención es conseguir varias mesas de diálogo, pero la principal debe ser entre gobiernos. Sin concretar nada todavía, pero con la intención de vislumbrar diferentes propuestas a lo largo del próximo año. Y ahí no se descarta una reforma del Estatut, o un acuerdo que pueda ser votado en Cataluña.
La otra pata del acuerdo es flexibilizar la presión judicial, la vía “represiva”, como señala la portavoz de Esquerra, Marta Vilalta. Y luego llega un paquete de medidas de carácter social, en la que se pide la derogación de la llamada ley mordaza en Seguridad, que sacó adelante el PP. También la reversión de algunos aspectos de la reforma laboral, en línea con lo que pide también Unidas Podemos.
Ganar las elecciones en la Generalitat
De carácter inmediato aparece la petición para que el Gobierno haga efectivo algún gesto sobre la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la inmunidad de Oriol Junqueras. La decisión sobre qué hacer queda en manos del Tribunal Supremo, pero la Abogacía del Estado tiene un papel. Si en junio pidió la inmunidad de Junqueras, con la idea de que pudiera recibir el acta de eurodiputado, ahora la propia vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ha señalado que “las sentencias se deben cumplir”. ¿Cómo? El lunes la Abogacía del Estado presentará sus alegaciones. Para Esquerra será importante.
Y todos esos pasos deberían asegurar que Esquerra gana las elecciones autonómicas. Las encuestas de los últimos meses muestran que esta vez sí, que los republicanos podrán gobernar la Generalitat. La última presentó el CEO el viernes. Y aunque Carles Puigdemont ha cobrado un enorme empuje tras esa sentencia de la justicia de la UE, y querrá aprovechar la ocasión desde Bruselas, Esquerra cree que su acuerdo con el PSOE “tendrá premio” y que, de hecho, Junts per Catalunya tendrá muy difícil su voto en contra, en una votación en la que aparecerá al lado del PP, Ciudadanos y Vox, y con su referente en Madrid, Laura Borràs, muy tocada por la investigación judicial que se sigue contra ella por sus irregularidades cuando estaba al frente de la Institución de las Letras Catalanas.
Romper la política de bloques
En paralelo, Pere Aragonès, ha ido negociando con los comunes en el Parlament para asegurarse la aprobación de los presupuestos de la Generalitat para el próximo año. Esa cuestión es vital para ERC, porque su deseo es el de romper los bloques en la cámara catalana. Ya se ha establecido un primer acuerdo en el capítulo de ingresos con una reforma del tramo autonómico del IRPF y del impuesto de Sucesiones, que ha irritado a una parte de sus propios socios, Junts per Catalunya.
Porque, ¿qué quiere realmente Esquerra? Una fuente de los republicanos lo señala con convicción: “unos diez años por delante”. Es decir, Esquerra quiere tiempo: para demostrar que puede gobernar Cataluña, para sumar más apoyos a la causa independentista y para resolver las causas judiciales que mantienen a sus dirigentes en la cárcel.
La alternativa es el PP y Vox
¿Y qué quiere el PSOE de Pedro Sánchez? Gobernar cuando antes y probar suerte: gestionar con acierto la desaceleración económica que se acerca, encarrilar el “conflicto catalán", afianzar el partido, que, pese a la recuperación electoral, está en una situación precaria en muchas comunidades autónomas, y contener a la derecha, acercándose, al mismo tiempo, al PP para acordar algunas cuestiones de estado.
En caso contrario, si la legislatura acaba siendo corta, si se complica todavía más la cuestión catalana, Sánchez tendrá los días contados, y llegará la hora de un gobierno de derecha, con el PP y Vox, cada vez más crecido.