¿Una debacle? Todo lo contrario. Junts per Catalunya ha levantado la cabeza, y los irredentos de Carles Puigdemont ya han comenzado a utilizar un lenguaje convergente. La formación, que ha obtenido un escaño más, de siete a ocho, con 25.000 votos adicionales y cerca del medio millón de papeletas, no se ha hundido, y con ello desbarata los planes de los sectores críticos del PDeCAT que querían, a partir de ese mismo lunes, un viraje total. Junts per Catalunya, con esa posición, se hace fuerte y espera el retorno de Artur Mas, que no deja de coquetear con su vuelta cuando finalice su inhabilitación en febrero de 2020.
La campaña que ha protagonizado Laura Borràs ha dado sus frutos y Junts per Catalunya se ha conjurado para dos cosas que van unidas: fortalecer sus estructuras, para ser un partido, con un secretario de organización y cuadros que tengan claro cómo funciona una fuerza política cohesionada, y, gracias a eso, plantar cara electoralmente a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que, pese a haber ganado las elecciones generales en Cataluña, ha perdido dos diputados: de 15 a 13 escaños.
¿Nuevo catalanismo?
El descenso a los infiernos electorales que ha sufrido Ciudadanos supone para Junts per Catalunya una lección que diferentes miembros de la formación difundían este lunes. “Un partido debe tener arraigo en el territorio. Si no lo tiene, y se trata de un partido de cuadros, tan rápido como sube puede bajar”, señalan a Crónica Global. Es decir, se trataba de un mensaje a Carles Puigdemont, cuando intentó poner en marcha la Crida per la República, o cuando ha pretendido controlar JxCat a través de sus fichajes, colocando en las listas a candidatas como Borràs, su abogado, Jaime Alonso Cuevillas, o al activista Roger Español que, finalmente, no ha sido elegido como senador por Barcelona.
Junts per Catalunya será un partido, en cuyo seno está el PDeCAT. Es decir: JxCat será, con la aportación de otros dirigentes y activistas, la formación sucesora de Convergència. Sus votantes y simpatizantes, aunque con bajas, siguen dando apoyo a ese espacio político, que es netamente independentista, pero que no lo cambiarán ni por Esquerra ni por otras opciones “catalanistas”. Así, lo que intentan algunos exdirigentes, como Jordi Xuclà, Carles Campuzano, Marta Pascal o Lluís Recoder a través del espacio que se constituyó en Poblet no tiene en estos momentos ninguna salida.
La 'satisfacción' de ERC
Si ese movimiento esperaba que la lista de Borràs se quedara con cuatro o cinco escaños, si se pensaba que las imágenes de violencia en Barcelona vividas en las semanas de octubre posteriores a la sentencia del Tribunal Supremo irían a asustar a los electores de JxCat, entonces se ha equivocado por completo. No ha sucedido. El independentismo, que no aumenta en número, pero sí aguanta el pulso, no se mueve, y da para un diputado más de JxCat y la entrada de la CUP, con dos escaños, en el Congreso.
En esa batalla dentro de los partidos independentistas, Esquerra se muestra satisfecha, porque cree que se libera de los electores prestados que tenía de la CUP --cada uno con sus mochilas y sus proyectos-- y porque entiende que el partido de Puigdemont, radicalizado, con un escaño y 25.000 votos más, no será rival, por esa misma apuesta por un independentismo irredento.
Mas, pero también Chacón o Calvet
Pero eso se va limando. Laura Borràs ha moderado el lenguaje y ha aparecido el gran padre espiritual: Artur Mas, que este lunes reapareció en el Palau de la Generalitat junto al presidente Quim Torra. Mas recuerda a sus interlocutores que se le acaba la inhabilitación por la causa del 9N en febrero de 2020. Mas es el esperado, el dirigente que puede llevar de nuevo a Junts per Catalunya a la presidencia de la Generalitat, y el que puede plantar cara en unas elecciones al candidato de Esquerra Republicana. Hay otros dirigentes, y en el PDeCAT apuestan por otras caras, como la de la consejera de Empresa, Àngels Chacón, y otros consejeros mantienen una gran actividad, como Damià Calvet. Pero si Mas está en el momento adecuado…
Eso es lo que ha provocado el 10N en el partido postconvergente, que ya pide claramente a Puigdemont que deje hacer. “Puigdemont está cumpliendo un papel muy importante en el exilio, pero debería entender que un partido necesita una organización interna fuerte, y que no se puede dirigir desde el exterior”, añaden las mismas fuentes.
¿Una fuerza política en derribo? Todo lo contrario. Junts per Catalunya deja en entredicho a los movimientos del catalanismo que se estaba organizando.