Sostiene Quim Torra que el Estado español reprime la disidencia. Pero lo ocurrido estos días en la Consejería de Interior se parece mucho a esas represalias que el presidente catalán critica.
Oficialmente, el Govern ha dado carpetazo a la polémica generada por el uso de gas pimienta en los altercados que puedan derivarse de la sentencia del Tribunal Supremo con el cese de la directora de comunicación del departamento, Joana Vallès. Sin embargo, la crisis se ha cerrado el falso y, según ha podido saber Crónica Global, estuvo a punto de provocar un motín de los mandos de Mossos d’Esquadra.
Encuentro el viernes pasado con periodistas
El método del gas pimienta trascendió el fin de semana tras una reunión con periodistas organizada por la Consejería el pasado viernes. Quim Torra no se podía permitir la imagen de agentes de la policía autonómica cargando en las protestas independentistas contra la sentencia del 1-O, de ahí que pidiera explicaciones al consejero Miquel Buch en un tono que dejaba de ser conciliador.
El presidente catalán dejó bien claro ayer, durante su intervención en el Debate de Política General que comenzó en el Parlament, qué papel deben jugar los Mossos. Lo hizo después de criticar al Estado en general y a la Guardia Civil en particular por la detención de nueve miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) acusados de preparar supuestamente acciones terroristas tras el fallo del 1-O.
Aviso a los Mossos
“La Justicia debe estar por encima de la fuerza y la venganza”, dijo, tras recordar las palabras que dirigió a los nuevos mossos y policías de la 32ª promoción del curso de formación básica policial el pasado 19 de junio.
“La policía catalana debe ser la garante siempre y en todo momento de las libertades civiles y democráticas de nuestro país, una policía que actúa bajo los criterios básicos de la mediación, la proporcionalidad y la oportunidad y que tiene en el servicio a la ciudadanía como bien último el hecho de hacer prevalecer la justicia por encima de la fuerza y de la venganza”.
Bronca entre Torra y Buch
El consejero de Interior, Miquel Buch, asintió sonriente desde a bancada del Govern. Sin embargo, esa expresión de complicidad escondía la tormenta vivida en el departamento días atrás, cuando Torra recriminó a Buch que hubiera trascendido el uso de gas pimienta, para exigirle a continuación que se depuraran responsabilidades.
Fuentes conocedoras de esa discusión aseguran que la primera opción era el cese del nuevo jefe de los antidisturbios de la Brigada Móvil (Brimo), Xavi Pastor, que accedió al cargo el pasado mes de enero, en el marco de una renovación total de los altos mandos policiales que finalizaría en junio con el nombramiento de Eduard Sallent como jefe de los Mossos.
La Brimo fue muy cuestionada el año pasado por los sectores independentistas debido a las cargas policiales contra activistas. En aquella ocasión, Torra anunció en sede parlamentaria que tomaría medidas, pero la crisis se pospuso. La presión de los CDR es máxima, a juzgar por los mensajes lanzados contra Buch en las redes sociales. Ayer mismo pidieron su dimisión por no desobedecer a la "Justicia española".
Pastor sustituyó finalmente a Carles Hernández, quien ya había estado en el punto de mira por esas cargas contra radicales secesionistas.
Un cabeza de turco
Sin embargo, mandos policiales se plantaron e impidieron que Pastor se convirtiera en la cabeza de turco de esa crisis. Ante el riesgo de que la destitución del jefe de la Brimo provocara un motín en el cuerpo de Mossos a las puertas de la sentencia del 1-O, Buch y su secretario general, Brauli Duart, optaron por una “pieza fácil”. Es decir, por la dircom de Interior, Joana Vallès, a pesar de que no era esta veterana periodista la que conocía con detalle esos planes operativos policiales.
Precisamente ayer, el Diario Oficial de la Generalitat de Cataluña (DOGC) pubicaba el cese de Vallès y su sustitución por Joan Maria Piqué, ex jefe de prensa de Artur Mas, hasta ahora responsable de un programa de relaciones internacionales del Govern. Un informe de Reporteros sin Fronteras acusa a Piqué de presionar a los periodistas. Llega de la mano de Duart, un hombre de Mas identificado con la vieja guardia convergente y vinculado al Opus.