¿Qué se entiende por violencia? Eso será una de las cuestiones centrales que se abordará en la sentencia del Tribunal Supremo sobre los dirigentes independentistas presos. Con las detenciones de la Guardia Civil de este lunes, por planear acciones violentas, el debate se intensifica. Y quien lo ha avivado es Jaume Sobrequés, historiador, y exdirigente del PSC, que ha ido radicalizando su posición en los últimos años. Sobrequés considera que “sin una determinada acción violenta, en la versión en la que me he referido, nunca Cataluña logrará su liberación”.
El argumento resulta barroco, pero enlaza con las discusiones que se viven en el seno del movimiento independentista. La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, ha defendido “acciones distintas” a las que ha protagonizado en los últimos años el independentismo para lograr sus propósitos. Lo que defiende Sobrequés, en un artículo en el diario El Punt/Avui no es una violencia física, emulando los movimientos del pasado de pueblos “oprimidos por un estado colonial”, sino una violencia “resistencial”, que tampoco esclarece el historiador.
"Cerrazón fascista del Estado"
Lo que está en juego, para diversos colectivos independentistas, es cómo obligar al Estado a negociar un posible referéndum de autodeterminación, o conseguir una vía unilateral a la independencia, si la “represión” se intensifica. Se defiende con más claridad lo que no se debe seguir haciendo, que lo que se podría intentar ahora, en vísperas de la sentencia del Supremo. “La liberación de Cataluña no se puede limitar al hecho que algunos, demasiado a menudo, consideran, sin matices, como tácticas contrarias a las acciones violentas, sin replantearse qué quiere decir, en el caso catalán, la no violencia como camino para conseguir la separación de España y el reconocimiento de los derechos democráticos de nuestro pueblo”, señala.
Entonces, ¿qué se dirime? ¿Qué pretenden esos colectivos, como la CUP, o sectores de Junts per Catalunya o de ERC, o la ANC, o de Òmnium Cultural cuando plantean determinadas acciones para mostrar el rechazo a esa posible sentencia condenatoria? Sobrequés es directo: “Sin una determinada acción violenta, en la versión a la que me he referido, nunca Cataluña logrará su liberación. Corresponde, pues, a los políticos definir el marco y los límites de la ‘violencia’ con el Estado; de las formas de resistencia también ‘violenta’ que se deberá ejercer ante la cerrazón fascista al diálogo y a la negociación y, en definitiva, cuadrar el círculo y cumplir, a través de la ‘violencia’ pacífica, pero más firme y diferente de la que predicamos en un lenguaje reiterativo, aburrido, cansino y de una gran inutilidad tanto por parte de la mayoría de la clase política como de los dirigentes sociales”.
La 'violencia' de España
Porque, para el movimiento independentista, la ‘violencia’ la ha practicado el Estado. No respecto a la violencia física, aunque se recurre con frecuencia a las cargas policiales del 1-O, sino a otro tipo de ‘violencia’: “¿No hablamos de la violencia del Estado español con Cataluña, en forma de deudas e incumplimientos presupuestarios, de detenciones de centenares de catalanes, de procesamientos de unos cuantos más, de tener encarcelados a los dirigentes elegidos democráticamente, de mantener al presidente de Cataluña en el exilio?, ¿Eso no es violencia?”, se pregunta Sobrequés.
Ante eso, Cataluña debe responder con “una ‘violencia’ pacífica”. Pero, ¿quién interpretará a Sobrequés y cómo? Eso es lo que no responde el historiador.