El independentismo tocó fondo el pasado 11 de septiembre. La ANC movilizó a 600.000 catalanes en el acto que la entidad separatista organiza cada Diada. Es la cifra más baja de los últimos años. Sin embargo, el procés cuenta con distintos simpatizantes en Europa, y de manera especial en el norte del continente. En los últimos tiempos, representantes de una docena de países han manifestado algún apoyo oficial a la Cataluña del llamado derecho a decidir.
Letonia fue el primer país que hizo un guiño a la independencia. En concreto, el que era primer ministro en 2013, Valdis Drombovskis, deslizó que la Via Catalana era un “mensaje muy poderoso” al que había que “prestar atención” y, preguntado por el reconocimiento de una hipotética república, añadió: “Si hay legitimidad, ¿por qué no?”. Interviú publicó tiempo después que el político había cobrado seis millones de euros para posicionarse a favor de la independencia en público. Sin embargo, tras la DUI del 2017, Letonia apoyó a España.
El derecho a la autodeterminación
Lituania también mandó un mensaje de apoyo a España tras la DUI. No obstante, en 2017, el ex primer ministro Algirdas Butkevicius declaró que cada país “tiene que encontrar su propio camino” y “tiene derecho a la autodeterminación”. Un año después, el eurodiputado Petras Austrevicius dijo a Cataluña que “no pierda la esperanza”. El Parlamento de Finlandia, por su parte, creó un grupo proprocés, mientras el ya exdiputado finés Mikko Karna llevó a la Cámara una moción para reconocer la república catalana.
En Suecia, el Parlamento también creó un grupo de apoyo al procés. Incluso el ministro de Asuntos Exteriores, Timo Soini, rechazó la actuación policial el 1-O y llamó al diálogo. Antes, en 2015, la Cámara acogió un debate sobre el proceso catalán en el que el presidente del Comité de Asuntos Exteriores, Carl Schlyter, defendió la posible independencia y el encaje de Cataluña en la UE: “Sería mucho mejor un referéndum real”. En el Parlamento de Dinamarca, en cambio, salió adelante en 2015 una moción para el diálogo “democrático y pacífico” entre el Gobierno de España y el Govern catalán. Eso sí, ese país consideró que era un “asunto interno” español.
Los países bálticos y su simpatía por Cataluña
Pero no son los únicos casos. También Gran Bretaña, Estonia, Suiza, Noruega, Bélgica, Irlanda y Eslovenia se han pronunciado a favor de Cataluña, bien sea con otras mociones en pro del diálogo o con recepciones oficiales al Govern, entre otros actos.
Jordi Casassas, catedrático del departamento de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona (UB), argumenta que el apoyo de los países bálticos al procés se debe a su historia reciente. “Han logrado la independencia hace relativamente poco, han vivido una historia tormentosa en el siglo XX, con invasiones, con inestabilidad”, explica. Por ello muestran una “simpatía” por Cataluña, y porque el independentismo catalán vende una separación “pacífica” de España, “sin ir en contra de nadie”.
La fantasía de la república
Más contundente es François Meylan, impulsor de Catalunya Peuple d’Espagne (CPDE), fundada para luchar contra el nacionalismo y el supremacismo que existe en Cataluña. Recuerda que “ningún Estado del mundo ha reconocido la fantasía de la república catalana”, y suma a la anterior lista de países el nombre de Alemania --por reinterpretar la euroorden y dejar en libertad a Carles Puigdemont, expresidente catalán huido de la justicia española--. Sostiene que países como Francia, Italia y Portugal “son difíciles de convencer” por los independentistas, ya que rechazan cualquier postura separatista y tienen una “doctrina de Estado”.
Sobre el silencio oficial de los Estados también se pronuncia Casassas: “Los países europeos no pueden dar un paso que signifique una enemistad con un Estado establecido; hoy por ti, mañana por mí”. Afirma que prima la “prudencia” en estos casos, y que es normal que nadie hable en firme porque el suceso --la independencia de Cataluña-- ni existe ni existirá, al menos a corto plazo. “Es un problema de todo el continente”, manifiesta Meylan, quien añade que se trata de una “manipulación de las masas sin precedentes desde la época nazi”.
Propaganda independentista
El impulsor del CPDE afirma que la ANC y el Diplocat han estado ocho años haciendo “propaganda” por Europa sin respuesta del Gobierno, y la organización que preside Elisenda Paluzie sigue con su discurso. Sin ir más lejos, este agosto, la Assemblea Noruega participó en el festival político Arendalsuka, cerca de Oslo, y se dedicó a explicar su versión de los hechos al público, dado que allí hay “poca información” del 1-O y de la “posterior ola de represión por parte del Estado español”. Por primera vez, una entidad independentista catalana participó en el evento.
La ANC quiere arraigar en Noruega, como está haciendo en otros países. No se detiene. Cuenta con organizaciones en media Europa: Alemania, Andorra, Inglaterra, Austria, Bélgica, Dinamarca, Escocia, Francia, Irlanda, Irlanda del Norte, Italia, Letonia, Luxemburgo, Países Bajos, República Checa, Suecia y Suiza, entre otras delegaciones. “La república no existe, pero el aparato indepe persiste”, sentencia Meylan.
El fundador de CPDE sostiene que, de manera oficial, Suiza no apoya el procés, pero sí lo hace por detrás. El “aparato” pone “mucha pasta” --¿dinero público?--, desliza. Asegura que es muy difícil que un periodista hable bien de España, y explica que la Universidad de Ginebra solo invita a personajes de la parte separatista (caso del president, Quim Torra). Marta Rovira utiliza espacios públicos sin autorización, asegura. Y Puigdemont ha visitado Lausana estos días, en el marco del Festival Endorfine, y fue presentado como “líder europeo”. Con todo, pide una “respuesta dura” del Gobierno español, al que acusa de dar alas al independentismo: la defensa del Estado de derecho. Del mismo modo, alerta de intereses exteriores para la desestabilización.