Isabel Fernández es profesora de Estructura de la Comunicación en la Universitat Autònoma de Barcelona. Ha trabajado en distintas universidades dentro y fuera de España. Llegó a Barcelona en 2001 y se estableció como profesora titular en 2010. Nacida en Asturias, se dirigió a la región por trabajo. Con el auge del procés decidió adherirse primero a Societat Civil Catalana y ahora a Impulso Ciudadano, para que la oposición al nacionalismo fuera visible también desde los centros académicos.
--Usted decidió dar un paso al frente con el auge del procés. ¿Ha visto algún cambio en la universidad catalana con relación al posicionamiento político?
--Ha sido una lluvia fina. Cuando llegas ya notas que todas las políticas nacionalistas han ido calando. Ves toda una serie de estrategias que se van introduciendo poco a poco. Lo que fue en su momento el programa 2000 de Jordi Pujol, de ir contratando a personal con un claro enfoque nacionalista en posiciones estratégicas como son los colegios profesionales o las universidades.
--¿Cuáles son estas estrategias?
--La lengua es desde luego un elemento muy claro, pero no solo esto. La utilización de los conceptos, también. En el libro de estilo de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA) se ve cómo se dice claramente que al hablar de país o de nación se habla de Cataluña, o el uso del concepto “Països Catalans”. Yo, como profesora, opté no utilizar el concepto de nación porque cada uno tiene sus sensibilidades, y cada uno puede utilizarlo como quiera. En mis clases utilizo el concepto administrativo, hablo de Estado y de comunidad autónoma. Me ha parecido una manera equilibrada, porque los sentimientos no se pueden legislar y cada uno puede sentir la nación como quiera. Pero es evidente que ha habido una estrategia de lluvia fina que en los últimos años se ha acelerado de manera muy llamativa. Eso es lo que a mí me llevó a acercarme en Sociedad Civil Catalana en su momento y ahora a Impulso Ciudadano.
--Ha hablado a nivel de medios de comunicación, ¿pero con el alumnado ha tenido algún problema por renunciar al uso del vocabulario que fija el nacionalismo o por dar sus clases en castellano?
--No. Creo que esto es un problema que se ha creado políticamente, desde arriba. Mi sensación es que con los estudiantes quieren una clase lo mejor posible. A mí nunca se me han quejado ni por razones lingüísticas. Yo daba las clases en castellano, pero ellos tenían todo el derecho, solo faltaría, de contestar en catalán sus exámenes si se sentían más cómodos así. No he tenido ningún problema. Los dos tipos de problema que tenido en la universidad los he denunciado y no han sido con los estudiantes, sino con las estructuras de poder.
--¿Cuáles han sido?
--Por un lado, cuando vi los ataques a los jóvenes de Sociedad Civil Catalana. En la UAB fueron de una agresividad completamente fuera de lo normal. Yo me posicioné, fui a los actos que organizaban para apoyarles, y me parece inaudito que no haya habido una condena contundente por parte de las autoridades universitarias. En algunos medios han hecho alguna condena pública, pero es verdad que no ha habido un comunicado a toda la comunidad universitaria condenando un hecho que se había producido en el campus. Tampoco se dijo quiénes fueron los agredidos. Se vulneraron una serie de libertades fundamentales de algunos estudiantes por no compartir los posicionamientos nacionalistas y se les ha excluido del debate público.
Por otro lado, me he manifestado en contra de los comunicados de carácter político a favor de las tesis nacionalistas. Ha habido comunicados del claustro, del consejo de gobierno de la universidad, y todos ellos del mismo signo. Creo que excedían lo que son las competencias de estos órganos. Eran sobre los presos independentistas o sobre el llamado derecho a decidir. La libertad de expresión es para las personas, pero no la universidad. Si se lanza un comunicado en nombre de la universidad se vende la idea de que hay unanimidad y se contribuye al espiral de silencio.
--Se ha quejado también de que envían comunicados al mail institucional de carácter partidista. ¿Es verdad que algunas universidades animaban a ir a la “huelga de país” tras el encarcelamiento de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart en 2017? ¿O incluso a hacer la vista gorda y no pasar lista a los que se ausentaban de clase?
--Yo he visto recomendaciones, lo cual es inaudito. A lo largo de la historia quien ha decidido hacer una huelga ha asumido las consecuencias. Yo respeto a la gente que ha defendido el derecho de huelga y ha asumido las consecuencias. Alguien que va a una huelga no cobra su sueldo.
--¿Cree que la universidad catalana instrumentaliza a los alumnos para la causa nacionalista?
--Se ha intentado movilizar a estudiantes en torno al 1 de octubre. Es una evidencia palmaria. No solo en la universidad, también en los colegios. Colocaron a los alumnos en el foco del 1 de octubre, lo cual es una irresponsabilidad manifiesta. Y más allá del 1 de octubre, antes y después.
--A pesar de los intentos del Programa 2000, tengo la sensación de que en la universidad hay más diversidad que en las escuelas. ¿Es así?
--Así es, también depende de las universidades. Y cuenta mucho el hecho de que no hay una inmersión lingüística y que cada uno tenga derecho a expresarse como quiera. Este sistema hace que la convivencia sea normal, que no se prendan mechas, porque además son dos lenguas muy próximas y no suele haber problemas de comprensión. En la universidad hay más reticencia, pero poco a poco también se va minando. En Cataluña se está dibujando un cuerpo de profesores separado al del resto de España. No me parece una casualidad que la denominación de las categorías profesionales sea diferente en Cataluña. Por ejemplo, lo que en toda España es un profesor ayudante doctor, en Cataluña se llama profesor lector. O un profesor que es un contratado doctor en el resto de España, en Cataluña es un profesor agregado. No es ninguna casualidad. Desde 2010 en Cataluña no se convocan plazas de profesores titulares, que somos funcionarios del Estado, sino que se apuesta por las categorías del contratado laboral y depende mucho más de la Generalitat. No son funcionarios. Es un proceso que no es de un día para otro, sino progresivo.
--Aunque se haya frenado la hoja de ruta del procés, parece que continúan creando sus estructuras al margen del Estado.
--Esto es una lluvia fina y lo que ha habido es un error de precipitación, de cuando todavía no tenían la mayoría suficiente. Se ha frenado el golpe, pero la lluvia fina continúa. Siguen controlando una serie de centros clave y la oposición es todavía muy frágil, sobre todo a nivel social. Aunque cada día hay más no es comparable al poder que tienen las entidades independentistas. Además, han generado un ambiente tan difícilmente digerible que muchos profesionales en la universidad están abandonado Cataluña. Se están marchando gente que ha sido resistente, por cansancio. Y la gente joven simpatiza bastante más con el nacionalismo porque la campaña de propaganda ha sido espectacular.
--La Universidad Autónoma de Barcelona fue condenada por vulnerar los derechos fundamentales de participación política. La universidad donde usted trabaja.
--Sí, es muy triste. Y hasta donde yo sé es la única condenada en toda España. Perdieron el juicio en primera instancia y perdieron también la apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Nosotros promovimos una carta de apoyo a los jóvenes cuando se produjo la primera sentencia. A mí me habría gustado que la universidad diera marcha atrás, hablé con el Síndic de Greuges. A los jóvenes se les reprochaba las críticas que hacían a la universidad en redes sociales. Decían que dañaba la imagen de la universidad, cuando la imagen de la universidad la dañan los jóvenes que agreden a otros. En democracia no se puede agredir a nadie. En el acto de S’ha Acabat sobre populismos y nacionalismos en Europa, tuvieron que entrar los Mossos para proteger el debate. Es increíble que en la universidad no se pueda debatir. Si los Mossos no hubieran actuado, se hubiera impedido el debate. Expulsamos del ámbito universitario y lo hacen en nombre de un supuesto progresismo. Es el mundo al revés.
--Usted es miembro de Impulso Ciudadano. ¿No hay ya muchas iniciativas constitucionalistas?
--Cuando nació Sociedad Civil Catalana toda la energía de Impulso Ciudadano, que se había creado en 2009, se volcó en el nuevo proyecto. Cuando se producen los últimos cambios en SCC, cuando Rafael Arenas retira su candidatura porque no cuenta con los apoyos necesarios, pues nosotros también nos retiramos. Cuando el proyecto ya no tiene cabida dentro lo que hicimos fue retirarnos. Y allí José Domingo me ofrece entrar en la directiva, y comparto sus enfoques plenamente. Tiene un conocimiento muy exhaustivo de la vida política en Cataluña. Así que acepté de muy buen grado.
--¿Cuáles son las diferencias entre vosotros y SCC?
--Nosotros creemos que no se pueden hacer más concesiones al nacionalismo. Por ejemplo, en la justicia. Un Gobierno de España le tiene que decir al Gobierno de la Generalitat que venga con una propuesta para Cataluña, no con la propuesta de los nacionalistas. A partir de ahí, diálogo, pero no podemos ceder más. Impulso Ciudadano tiene una postura muy clara, también como impulsor de la Asociación por una Escuela Bilingüe, aunque ahora tenga vida propia. Queremos unos centros donde quepa todo, una modulación en función del entorno sociolingüísitico. De respeto y convivencia. Es muy importante también generar un argumentario potente, que contrarresten la propaganda nacionalista. En este sentido el informe que hemos hecho de la violencia política en Cataluña es muy necesario. Allí demostramos la fuerte violencia que hay contra las constitucionalistas. También hemos hecho un informe que se ha enviado a la ONU de violaciones de los nacionalistas a los derechos de los constitucionalistas. En muchas cosas coincidimos con SCC, y colaboraremos con ellos en todo aquello que nos parezca razonable. Espero que haya muchos puntos de conexión.