Carlo Angrisano se ha convertido en el nuevo presidente de la European Democrat Students (EDS), una de las dos organizaciones que representan las juventudes del Partido Popular Europeo (EPP, en sus siglas en inglés). Nació en Niza (Francia) en 1996, de padre italiano y de madre catalana, y se fue a vivir a Barcelona de niño. Con solo 15 años se afilió a Nuevas Generaciones y a los tres meses se convirtió en presidente del Club Juvenil de Cataluña. Su perfil internacional lo llevó a entrar en contacto con la política europea y, entre otros cargos, fue vicesecretario de Relaciones Internacionales de su organización política en España.
El joven siente "todos los rincones de Europa" como parte de él, puesto que ha vivido en múltiples países y habla cinco lenguas "de nacimiento". Se considera un perfil "muy dialogante", capaz de llegar a acuerdos con todo el mundo: "La política regional tiene componentes más clásicos que la europea, que dificulta llegar a grandes consensos. No veo yo en Cataluña al PP pactando con JxCat o ERC, pero sus eurodiputados aprueban cosas al lado del PPE y la gente lo desconoce".
Europa y los jóvenes
Reconoce que las instituciones europeas suscitan menos interés que "el concejal de tu pueblo, tu diputado nacional o el presidente de un Estado", pero hace autocrítica: "Nosotros también estamos en una burbuja, somos políticos que viajamos siempre en avión de un país a otro y que representamos tanto al agricultor polaco como al empresario del Ibex 35". Eso sí, recuerda que las políticas que se llevan a cabo en la UE tienen mucha incidencia en la vida de la ciudadanía, "aunque se vea poco".
A pesar de eso, defiende que los jóvenes cada vez tienen más interés por la política europea, sobre todo "los más formados", y pone de ejemplo el aumento de la participación en los últimos eurocomicios. Angrisano recuerda que su organización nació para combatir a aquellos "que no creen en el proyecto europeo" y para conseguir que las nuevas generaciones "rompan con regionalismos provincianos". Por ello, programas como Erasmus le parecen imprescindibles y recuerda que la idea de facilitar un interraíl para todos los que cumplieran 18 años se impulsó desde EDS.
Crisis catalana
Angrisano ha vivido el conflicto político en Cataluña desde su militancia política en el PP, pero también como ciudadano. Se ha manifestado contra la independencia en distintas ocasiones, aunque la más importante fue en la convocada por Societat Civil Catalana el 8 de octubre de 2017. Desde su nueva posición, seguirá trabajando "con Cataluña y España presentes" y con "mucha responsabilidad por haber vivido un problema" que afecta a su generación.
Precisamente, considera que el conflicto catalán es algo que se debe resolver "entre catalanes", al tratarse de un problema "de convivencia". Rechaza de plano las soluciones que desde ciertos ámbitos del independentismo se proponen, como la mediación internacional: "Ir a Bruselas no tiene ni un mínimo de seriedad. Es ridículo, porque eso significa que hemos sido incapaces de resolverlo entre nosotros mismos".
¿Mano dura?
Se muestra crítico con la gestión del procés catalán, puesto que en Bruselas "existe la perpeción de que hace falta mano dura y piden una mayor aplicación del Estado de Derecho". Recuerda que el independentismo intentó ponerse con ingenuidad a la UE de su parte: "En las manifestaciones separatistas veíamos que paseaban banderas europeas, y ahora poco les falta para quemarlas".
Eso sí, aunque considera que a Josep Borrell le ha faltado mano dura en el caso de "las supuestas embajadas catalanas", reconoce el trabajo que se hace desde el Ministerio de Exteriores y por parte de todo el cuerpo diplomático para frenar lo que desde el independentismo se llama "internacionalización". Eso sí, revela que el conflico catalán es solo foco de atención en Cataluña y forma parte de la "burbuja política": "El procés interesa muy poco en la vida política europea".
Puigdemont, el "fanático"
El joven popular siente cierta "vergüenza" por la imagen que Carles Puigdemont –huido a Bélgica desde la suspensión autonómica como consecuencia de la votación de la DUI– transmite en Europa. Asegura que desde los entornos europeístas se refleja una imagen de "fanático" y de "bufón", en lugar de ser el "líder épico que ven los independentistas".
Defiende que la mayoría de aliados europeos del expresidente proceden de partidos "ultras" que van con "banderas nazis" y pone de ejemplo a los nacionalistas flamencos. Angrisano lamenta que la mala imagen de Puigdemont manche "la seridad de la política española" y silencie nombres como Gil Robles, Josep Borrell o Javier Solana, respetados en las instituciones comunitarias. Por eso, asegura que su organización "nació para luchar contra elementos radicales" y pone como ejemplo el Congreso de Viena de 1959, en el que todos los jóvenes que venían de países del otro lado del Telón de Acero acabaron "de una manera u otra detenidos".