La hora de la verdad. Para Pedro Sánchez, que no logró este jueves la investidura como presidente del Gobierno, y deberá esperar a septiembre. Pero lo es también, y de qué manera, para el independentismo catalán. Por primera vez desde el inicio del proceso soberanista, Esquerra Republicana y el mundo exconvergente, aderezado por los fieles de Carles Puigdemont y por entidades soberanistas como la ANC, se han bifurcado. La escisión interna es profunda, con una batalla total que ha iniciado el propio Puigdemont, abriendo la veda contra los republicanos por alta traición.
Los 14 votos de Esquerra (serían quince con el voto del suspendido diputado Oriol Junqueras) no sirvieron para investir a Sánchez, pero marcan un punto de inflexión. Junts per Catalunya lo sabe, y teme que esa actitud pueda tener premio en Cataluña. Puigdemont reaccionó de inmediato, con mensajes en su cuenta de Twitter, dejando claro que la posición que mantenía la “dignidad” del “pueblo de Cataluña” era la de Laura Borràs, la diputada de JxCAT, capaz de apelar a los propios referentes de ERC para desacreditar a Oriol Junqueras y a Gabriel Rufián, el diputado de Esquerra que justificó en el Congreso la abstención a Sánchez. “155 no a Pedro Sánchez. A veces existe la justicia aritmética. Macià: ‘Ay del pueblo si la decisión que toma no es dictada por la dignidad, y ay del pueblo si no tiene la firme voluntad de llevarla a cabo, cueste lo que cueste y sean los que sean los sacrificios que ello comporta’”, clamó Borràs.
Castigar a Esquerra
El referente de Esquerra, el president Francesc Macià, en boca de la diputada postconvergente para afear la decisión de los republicanos: una declaración de guerra directa, sin medias tintas. Un grito de guerra que suscribieron todos los dirigentes de Junts per Catalunya, comenzando por Albert Batet, el portavoz en el Parlament, uno de los más fieles hombres de Puigdemont, que debe su cargo al expresident.
El presidente del Govern también se ha sumado a la causa, por lo que Esquerra se encontrará en una muy difícil situación en los próximos meses. La determinación, sin embargo, es la de aguantar. Quim Torra estará este viernes en Waterloo, con Puigdemont, en una reunión del llamado Consejo por la República. Todo ello contrasta con la decisión de Artur Mas, que estará junto a las juventudes del PDeCAT. Sin embargo, y pese a los intentos del propio Mas, quien tomó el mando, quien maneja los hilos, y quien decide cómo debe moverse cada cual es Carles Puigdemont. Y la orden es taxativa, según fuentes de su entorno: “Castigar a partir de ahora, en todo momento, a Esquerra Republicana, que, además, ha tomado decisiones para dejarnos en la oposición en muchas localidades”.
¿Volver al autonomismo?
Se trata de una afirmación que denota la pugna, sin cuartel, entre dos mundos que se juegan la centralidad política en Cataluña, el gobierno de la Generalitat en los próximos años. Los exconvergentes se refieren con ello a los acuerdos de ERC con el PSC en ciudades como Sant Cugat o Figueres, aunque Junts per Catalunya pactó con los socialistas el gobierno de la Diputación de Barcelona.
Esa guerra, sin embargo, es desigual. Puigdemont sabe que Esquerra ha logrado la centralidad en el campo independentista. Lo que pretende es dificultar al máximo el acceso en solitario de los republicanos a la Generalitat, o un posible acuerdo con los socialistas. Se trata de una cuña para presentar a Esquerra como un partido que “quiere volver al autonomismo”, cuando lo que pretende la dirección de ERC, con Pere Aragonès y Roger Torrent al frente con el aval total de Oriol Junqueras es iniciar una nueva etapa y comenzar a decir la verdad: no puede haber otra vez vías unilaterales, no hay mayoría social para la independencia de Cataluña y se debe gobernar de una vez una autonomía que está ahogada, con unos presupuestos prorrogados desde 2017.
La guerra entre 'compañeros de viaje'
¿Es una venganza? Esquerra, y con el mismo protagonista, Gabriel Rufián, complicó las cosas a Puigdemont cuando el 26 de octubre de 2017 tenía decidido la convocatoria de elecciones. “Por 155 monedas de plata”, dijo Rufián en las redes sociales. Aunque fue la presión interna en el campo de Puigdemont la que resultó decisiva --Josep Rull, Jordi Turull, (ahora en prisión), Albert Batalla o Jordi Cuminal reclamaron a Puigdemont que no convocara, porque sería considerado como un traidor--. Junts per Catalunya atribuyó a ERC aquel hecho.
La investidura de Pedro Sánchez no se ha materializado, pero sí ha marcado un punto de inflexión en el independentismo, con la apuesta de un partido que ya era independentista --una parte importante-- en los años de la República por la estabilidad política de España. Esquerra quiere gobernar en Cataluña y se prepara para ello. Pero Puigdemont y sus hombres han iniciado la batalla más cruenta: la que se vive entre supuestos compañeros de viaje.