“Pinta muy mal”. Lo dice un veterano dirigente de ICV ante la reunión prevista para el próximo lunes. En ella, el histórico partido, heredero del PSUC y que durante años formó parte del gobierno socialista en el Ayuntamiento de Barcelona y en la Generalitat --en este caso también con ERC-- deberá decidir si presentan concurso de acreedores como paso previo a su disolución. Estas son las cinco causas de ese declive.
1. El mal negocio de la confluencia.
ICV fue engullida por los comunes, liderados por Ada Colau y su marido Adrià Alemany. Los tres dirigentes actuales, Marta Ribas, David Cid y Ernest Urtasun “decidieron sacrificar al partido”, explican desde la formación ecosocialista. “Si ICV hubiera mantenido su actividad normal, habría podido enjugar su deuda”, añade.
2. Una deuda de nueve millones.
El partido acumula unas deudas que superan los 9 millones de euros. Buena parte de ese desajuste se debe a la hipoteca de la sede nacional de ICV. Y es que, en septiembre de 2010, ICV se despidió de su histórica sede nacional, situada en la calle Ciutat de Barcelona, y que había ocupado el PSUC, tras 33 años de permanencia en ella, para trasladarse al cercano Passatge del Rellotge.
3. La gestión del patrimonio
“Lo peor será si perdemos el patrimonio que hemos ganado con el sudor de la frente”, explica un veterano militante ecosocialista. Se refiere a los locales propiedad de la organización nacional y de las diferentes organizaciones locales y territoriales. En 2012, el valor de ese patrimonio estaba valorado en casi diez millones de euros, pero hay que tener en cuenta que algunos de ellos tienen más de 20 años de antigüedad. ICV es la formación de la confluencia de los comunes que tiene más presencia en el territorio.
4. La pérdida de subvenciones públicas.
El ingreso en Catalunya en Comú supuso una pérdida de representatividad y, por tanto, una disminución de las subvenciones públicas y de las aportaciones de los cargos electos. Así, en el último presupuesto que aparece en la página web del partido, las subvenciones del Parlament ascendían en 2017 a 574.200 euros, mientras que en 2013, esa cifra había alcanzado los 1,2 millones de euros. Las cuotas de la militancia y de los cargos electos han pasado en seis años de 849.634 euros a 670.809 euros. Pero los gastos de personal apenas se han alterado, superando los 736.000 euros.
5. El pulso con el independentismo
Los ecosocialistas han ejercido de contrapoder del soberanismo exhibido por la cúpula de los comunes. Sin embargo, lograron situarse en la ejecutiva de esta confluencia de izquierdas tras la marcha de Xavier Domènech. Esa labor de reafirmación quedó reflejada en un manifiesto hecho público por varios miembros de ICV en febrero de 2018 donde se denunciaba el “castigo” recibido en las elecciones autonómicas de 2017 debido a “la indefinición y la ambigüedad de los comunes sobre la relación Cataluña-España”.
Los firmantes de este documento, muchos de ellos procedentes del mundo sindicalista, critican el silencio de los comunes sobre la "excelente labor" de Lluís Rabell y Joan Coscubiela durante la etapa de Catalunya Sí Que Es Pot. "Nuestros valores históricos se han silenciado", dicen. Los ecosocialistas repasaban la evolución, tanto ideológica como electoral, de esta nueva confluencia de izquierdas, y exigían que ICV tuviera una mayor presencia en las candidaturas municipales.