La figura que lo ilustra es Marc Castells (Igualada, 1972), alcalde de su localidad y presidente de la Diputación de Barcelona. Convergente. Y la esperanza blanca del expresidente Artur Mas para rehacer el espacio ideológico, que ahora ha quedado ahogado en Junts per Catalunya. La alarma en la marca electoral que dirige Carles Puigdemont es total, porque se puede perder mucho poder territorial este domingo. Para comenzar, la propia Diputación de Barcelona, aunque Castells pueda mantener, por su propio carisma en la ciudad, la alcaldía de Igualada. Pero, principalmente, la alcaldía de Barcelona, si queda en manos de Ernest Maragall, con una posición marginal de Elsa Artadi. La batalla por Barcelona es central, pero también la que se juega en todo el territorio. Barcelona lo es...casi todo.
Lo que está en juego es poder, recursos, cargos, influencia, y presencia en toda la geografía catalana. Un mundo que se va, y otro que llega con fuerza: el de Esquerra Republicana, aunque con un dirigente veterano como Ernest Maragall en la ciudad de Barcelona. En el resto, se trata de una renovación generacional, más que ideológica, que también. Y una oportunidad para que, según lo que ocurra en las elecciones municipales, todo el espacio del PDeCAT y de Junts per Catalunya se reoriente a partir de ese verano, con la ciudad de Barcelona en el centro de todo.
Ernest Maragall, candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona
Un presupuesto en el territorio de 1.380 millones
Las diputaciones provinciales, esas que nadie quería hace unos años, porque es un modelo de división territorial española del siglo XIX, manejan un presupuesto de 1.380 millones. El exconsejero de Territorio, Josep Rull, se quejaba amargamente de que Puigdemont se negara a tramitar los presupuestos de Pedro Sánchez, cuando, desde la prisión, explicaba que se iba a perjudicar a los municipios, que reciben dinero de las diputaciones con un fondo que proviene del Estado.
Pero también están en juego los consejos comarcales. Esquerra Republicana gobierna en ocho de esos consejos, que suman un total de 39. Eso supone poder e influencia. Y los republicanos van esta vez a por todas, ante el temor de Junts per Catalunya, que lo basa todo en la figura de Puigdemont para aguantar en Barcelona --además de ser el candidato a las elecciones europeas-- con Elsa Artadi, para intentar que Maragall no pueda gobernar con los comuns de Ada Colau, pero también en Igualada, Manresa; Girona; Vilanova i la Geltrú; Lleida; Tarragona; Olot o Figueres. Todo eso implica que pueda perder las cuatro presidencias de las diputaciones, que siguen en manos de exconvergentes: Marc Castells, en la de Barcelona, sustituyó a Mercè Conesa, ahora presidenta del Puerto de Barcelona; la de Tarragona, con Josep Poblet, que ya se retira de la política; la de Lleida, con Rosa Maria Perelló, alcaldesa de Tàrrega; y la de Girona, en manos de Miquel Noguer, alcalde de Banyoles.
Elsa artadi, candidata a la alcaldía de Barcelona de Junts per Catalunya
Esquerra, pisa los talones
Todas esas localidades están amenazadas por los republicanos que, por primera vez, han presentado más candidaturas que los exconvergentes. Ahora, la marca de Puigdemont tiene 437 alcaldes, el 46% del total, y se trata de pequeños y medianos municipios. Los republicanos pueden exhibir 256 alcaldes. Eso puede cambiar por completo a partir de este domingo, aunque será determinante lo que pase el 15 de junio, cuando se constituyan los consistorios. Los pactos pueden salvar a muchos exconvergentes. En todo caso, los dos partidos independentistas lo tienen complicado en el área metropolitana, donde el PSC ha lanzado un mensaje: “volvemos”, y pueden ampliar, incluso, el apoyo en algunas ciudades, como L’Hospitalet de Llobregat, o Santa Coloma de Gramenet, además de influir, --puede que de forma decisiva— en Barcelona con el candidato Jaume Collboni.
Los números de las anteriores elecciones, de 2015, indican que los republicanos de Oriol Junqueras ya estaban cerca. En la Diputación de Barcelona, CiU obtuvo 419.735 votos, por los 334.452 de ERC y los 413.358 del PSC. Para los socialistas, de hecho, se presenta una oportunidad de recuperar la presidencia de la Diputación, aunque el resultado en algunas ciudades, como Badalona, puede inclinar la balanza hacia Esquerra.
Marc Castells, presidente de la Diputación de Barcelona y alcalde de Igualada de Junts per Catalunya
El suegro de Castells en Igualada
Marc Castells suele comer los domingos en casa de su suegro, Ramon Mir. Si lo hace en el día de las elecciones, podrá reflexionar con un convergente de toda la vida. Mir fue concejal de Igualada, pero no pudo ser alcalde, por la rivalidad que había mantenido siempre con Flora Sanabra, fiel a Jordi Pujol. Tampoco tenía sintonía el suegro de Castells con Unió Democràtica, y eso lo tenía en cuenta el expresidente catalán. Pero sigue dando consejos y ve en su yerno un buen exponente de lo que podría ser la Convergència renovada del futuro.
De hecho, eso es lo que se dirime. Viene Esquerra, que son los jóvenes que se han hecho mayores y que quieren sustituir a los viejos convergentes. Hay diferencias de clase social e ideológicas. Pero las cosas no cambian de la noche a la mañana. Y hay muchos Castells que se resisten. En todo el territorio, más allá de Barcelona, esa lucha se hará este domingo muy presente.