Cerrar los ojos y pasar página. Cuanto antes y concentrarse en el partido de la segunda vuelta: las municipales. Eso pide la dirección de Junts per Catalunya, para olvidar el resultado de las elecciones generales. Pero Carles Puigdemont, que designó por su cuenta la lista electoral, y que ha dejado a un lado al PDeCAT, ha llevado a los exconvergentes a una debacle. Sobre el papel sólo ha perdido un diputado respecto a las elecciones de 2016, de ocho a siete, pero se deja muchas cosas en el camino, y, principalmente, “las esperanzas en mantener la presencia y el poder en el territorio”, según un dirigente del PDeCAT. ¿Por qué?
Junts per Catalunya obtuvo 497.638 votos en las elecciones de este domingo, menos de la mitad que los lograda por Esquerra Republicana, con 1,15 millones de votos. El resultado contrasta con los 668.892 votos que, entonces CiU, consiguió en las municipales de 2015, los comicios preferidos por los exconvergentes, que tienen su columna vertebral en el territorio, en las alcaldías, diputaciones provinciales y consejos comarcales.
Ni en Sant Cugat
La lista de Puigdemont sólo ha ganado en un centenar de municipios, de los más de 900 catalanes, pequeños en su mayoría. Y quedó en quinta posición en la ciudad de Barcelona, con el 10,8% de los votos, a mucha distancia de ERC, con el 23%, y del PSC, con el 22,8%. Esquerra ha ganado en municipios como Sant Cugat, una de las referencias durante años del mundo convergente, y que tiene de alcaldesa a Carme Fortuny, que sustituyó a Mercè Conesa, actual presidenta del Puerto de Barcelona. En Sant Cugat Esquerra obtuvo en las elecciones generales el 26,8% de los votos, por el 16,7% de Junts per Catalunya.
En otras plazas importantes para los exconvergentes, como Igualada, o Martorell, la distancia también ha sido notable. Esquerra consigue el 32% en la primera localidad, y el 21,1% en la segunda, por el 18% y 7,2% respectivamente de Junts per Catalunya. Todo ello lleva al colectivo de alcaldes a manifestar su “temor”, según fuentes del PDeCAT, que, precisamente por la inminencia de esas elecciones, no quieren mover nada ni mostrar un rechazo a la actual estrategia que sigue Puigdemont para no perjudicar más sus intereses.
El caso de Barcelona
Uno de los resultados sangrantes se ha producido en la ciudad de Barcelona. Junts per Catalunya es la quinta fuerza política, por detrás de Esquerra, PSC, los comuns y Ciudadanos. Los republicanos lograron la victoria, con 201.162 votos, y el 23%, pero sólo 3.000 votos más que el PSC, con 198.611 sufragios y el 22,8%. En tercera posición quedó el partido de la alcaldesa, Ada Colau, los comuns, con 141.842 votos y el 16,3%. Ciudadanos quedó por detrás, con el 11,6% y Junts per Catalunya se quedó con el 10,8% sin ganar en ningún distrito de la capital catalana. En el gráfico se puede ver el resultado en la circunscripción de Barcelona, en la provincia, en la que gana el PSC, pero Esquerra es segunda, con Junts per Catalunya en quinta posición.
Carles Puigdemont y Laura Borràs, en una reunión en Waterloo
Las fuentes consultadas expresan su enojo por unos resultados que se han querido presentar, por parte de la dirección y de los candidatos –Míriam Nogueras y Laura Borràs—, como una mera primera vuelta de las elecciones “importantes” que se celebrarán el 26 de mayo, con las municipales y europeas. “No hemos ganado en ninguna capital de comarca”, se señala, y se añade que “ni en Girona”, ni en los feudos habituales de los convergentes.
Cambio de caballo en el independentismo
El partido ha comenzado a aceptar, en una especie de larga transición, que el independentismo ha cambiado de caballo. “Parece claro que la estrategia que prefiere el independentismo es la de Esquerra, no la de Junts per Catalunya, y ante eso se deberá tomar alguna decisión”.
También se señala que el voto no ha sido diferente en el Congreso y en el Senado, y que, si en la Cámara Baja se ha pasado de ocho a siete diputados, en el Senado Junts per Catalunya ha obtenido sólo dos senadores, cuando contaba con doce tras las elecciones de 2016.
Tampoco en Girona
En cuanto a ese dato en Girona, en la ciudad, el territorio de Puigdemont, la ciudad en la que fue alcalde, Esquerra ha ganado con el 26,2%, y 13.274 votos, por el 23,9% de Junts per Catalunya, y 12.097 sufragios. El cambio en la hegemonía ha comenzado a hacer mella en el mundo exconvergente. En el gráfico se ven los datos de la circunscripción de Girona, en toda la provincia, donde también gana Esquerra.
Esquerra se ha impuesto en ciudades como Sant Cugat, Vilafranca del Penedès o Vilanova y la Geltrú, dentro de la circunscripción de Barcelona. Junts per Catalunya queda por detrás en todas ellas, y en las que que gana con claridad el PSC, que vuelve a ser primera fuerza en L’Hospitalet, Badalona, Sabadell, Terrassa, Santa Coloma de Gramenet, Mataró y Cornellà.
El poder territorial en peligro
¿Qué puede ocurrir? Aunque el comportamiento electoral es distinto en cada elección, lo que temen los dirigentes consultados es que la tendencia sea ya estructural. Están en peligro las diputaciones provinciales, los consejos comarcales, concejalías y alcaldías de todo el territorio. Y con ese poder ha funcionado el mundo convergente, que ve cómo la apropiación de Junts per Catalunya por parte de Puigdemont les puede llevar a la debacle más profunda.
En las elecciones municipales de 2015, CiU fue la primera fuerza en todo el territorio, con un total de 668.892 votos, y el 21,49%. Todos esos sufragios se transformaron en 3.333 concejales. La segunda fuerza –concentrada en el área metropolitana de Barcelona— fue para el PSC, con 530.909 votos, y el 17,06%, lo que le proporcionó 1278 concejales. Esquerra Republicana, que quedó tercera, obtuvo 2.384 concejales, a partir de los 366.611 votos obtenidos, con el 16,39% del total. En mayo, estas proporciones se podrían revertir, en función del ascenso de los republicanos, y eso ha comenzado a crear temor y grande entre los cuadros y dirigentes del partido. Y claro, de los propios alcaldes y concejales.