Las universidades siguen siendo uno de los centros de polémica entre el independentismo y las asociaciones de estudiantes que reclaman la “neutralidad” en los edificios públicos. En la UAB, que fue el escenario de un incidente en contra de la propia asociación, con un boicot también a un acto de la candidata del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, se mantiene una de las pintadas principales. S’ha acabat reclama que se borre, tal y como acordó el pasado 11 de abril la Junta Electoral Provincial de Barcelona.
La entidad señala que “nueve días después de ese acuerdo, aún no se ha borrado la pintada más significativa de la Universidad, mencionada expresamente en el acuerdo de la JEP de Barcelona de 11 de abril”.
Responsabilidad del Rectorado
La responsabilidad es del Rectorado, según la asociación de estudiantes, que se ha conjurado para que se respete en todo momento “la neutralidad” en los edificios públicos, máxime en plena campaña electoral de las elecciones generales.
Asedio en la UAB a un acto de Álvarez de Toledo
“No puede tolerarse esta burla a las instrucciones de la administración electoral. Es por eso que se ha presentado recurso contra el acuerdo de la Junta Electoral de Zona de Sabadell de 17 de abril, y, además, se ha dirigido directamente un escrito a la Junta Electoral de Barcelona a fin de que adopte las medidas necesarias para hacer cumplir de manera efectiva su acuerdo de 11 de abril de 2019”, señala en un comunicado S’ha acabat.
Dominio independentista
La cuestión de la hegemonía del independentismo en las universidades públicas, y, en concreto, en la UAB, es motivo de una reflexión amplia del profesor de derecho constitucional de la propia universidad, Josu de Miguel Bárcena, en la que señala que los mismos docentes han aplaudido o tolerado esa apropiación de los espacios públicos. Lo señala en este artículo en Crónica Global.
Para la entidad S’ha acabat, que ha decidido plantar cara frente a la proliferación de asociaciones independentistas en el ámbito universitario, “no puede llamarse democrático un país en el que las elecciones no son limpias”, al entender que ese tipo de símbolos y pintadas condicionan la “neutralidad” que se exige en todo momento a las instituciones.