Silvia Requena (Terrassa, 1968) sabe cómo funcionaban las ejecutivas de Convergència Democràtica. Se considera una “disidente”, porque, junto a otros exmiembros del partido, y capitaneados por el exconsejero de la Generalitat, Germà Gordó, tomó la decisión de enrolarse en Convergents. Su posición es contundente: “Sin un pacto interno en Cataluña, mayoritario, amplio, no habrá nada que hacer con el Estado, y eso lo deberíamos interiorizar todos”.
La idea es recuperar un espacio político “huérfano”, que los expertos en demoscopia calculan que lo añoran unas 250.000 personas. De aquella Convergència, Requena critica el excesivo peso de unos pocos dirigentes y la toma de decisiones, con poca participación. Ahora admite que debe ser “peor”, porque el PDeCAT, ha quedado ya subyugado a los intereses de Carles Puigdemont, y sus más fieles. La idea de Requena es “ayudar al partido, en unas elecciones que no se habían previsto, porque Convergents pensaba en las municipales, pero una vez tomada la decisión, queremos mostrar nuestro proyecto al Congreso, con valores y principios claros”.
Mas y el ejemplo del PNV
Requena no se amilana. Plantó cara a la mano derecha de Artur Mas, Francesc Homs (Quico), en las primarias al Congreso para las elecciones de 2016. Perdió, pero se llevó el 27% de los votos de la militancia y supuso un toque de atención al partido. En una entrevista con Crónica Global señala el ancla ideológica de Convergents de cara a las elecciones del próximo domingo: “Hay una cuestión esencial, y es que es poco comprensible que un partido como Convergència se dejara llevar por la CUP. Es algo que siempre ha tenido claro, por ejemplo, el PNV, frente a Bildu. Son espacios distintos, y no era posible un acuerdo. En ese momento todo se quebró”, señala Requena, en alusión al pacto que provocó el paso “al lado” de Artur Mas y la presidencia de Carles Puigdemont, en enero de 2016. La política catalana quedaba marcada, a partir de ese momento, por la fuerza anticapitalista, que forzó la “desconexión” del Parlament de las instituciones españolas.
El presidente de Convergents, Germà Gordó
Pero, ¿es Convergents más de lo mismo, una manera de replantear el independentismo? Sílvia Requena, abogada con despacho propio, con décadas de militancia en Convergència, se planta. Su base es “la mayoría de dos tercios que marca el Estatut, la mayoría necesaria para modificar el Estatut".
La mayoría de dos tercios
"Sin esa mayoría, sin esos acuerdos amplios, entre las fuerzas políticas catalanas, no se podrá hacer nada, y menos un acuerdo posterior con el Estado y eso es lo que no han entendido ni Junts per Catalunya ni ERC”. Su idea es que se puede negociar y acordar “sin necesidad de modificar la Constitución, con leyes orgánicas”, y que se debe recuperar “cuestiones que podrían lograr esos consensos como un nuevo sistema de financiación, en línea del concierto económico”.
Pero Convergents, ¿puede contribuir a organizar un espacio de centro más amplio? El partido que lidera Germà Gordó tienen 519 militantes, y ha presentado 61 candidaturas a las municipales. En varias localidades, como Sant Cugat, ha llegado a acuerdos con Lliures y Units per Avançar. “Los contactos existen, y hay complicidades con esos partidos, y se verá si podemos lograr alguna candidatura de cara a las elecciones autonómicas”, admite Requena, que no esconde que ese es el objetivo real, el de rehacer un espacio que será “soberanista, en el sentido de que los acuerdos se deberán establecer en Cataluña”, pero que rechazará “cualquier vía unilateral”.
Requena, Pitarch y Gómez, las candidatas de Convergents al Congreso, al Ayuntamiento de Barcelona y al Senado
El papel de las entidades soberanistas
Si uno de los males en los últimos años en Cataluña ha sido que la política catalana quedara en manos de la CUP, según Convergents, el otro problema es que “han mandado las entidades soberanistas”, en alusión a la ANC y Òmnium Cultural. “Ha habido una especie de secuestro de la política por parte de esas entidades”.
Esta semana Requena se reunió con empresarios en el Círculo Ecuestre, con la percepción de que existe un “diagnóstico común”. La tesis de fondo es “convergente”, al entender que, pese a los cambios sociales, que se han producido, y muy determinados por la crisis económica que se inició hace diez años, y la sentencia del Estatut por parte del Tribunal Constitucional, el espacio nacionalista de centro-derecha debería haber podido mantener su espacio, “sin lanzarse al vacío, como ha pasado”.
Ciudadanos huérfanos
El reto de Requena es difícil de cara al 28 de abril, pero la intención de Convergents es exhibir que hay “muchos ciudadanos huérfanos, que quieren respuestas posibles, que desean que se gobierne, y que desean participar en la política, sin corsés y con dirigentes que permitan esa participación”.
Requena sabe de lo que habla. Vivió los mejores años de Convergència, pero también ha visto los peores. Aquel partido como tal ya no existe. Pero este grupo de exdirigentes y de militantes nuevos desea mantener el nombre, más allá de los casos de corrupción que salieron a flote o del caso de Jordi Pujol, su principal hacedor, para lo bueno y para lo malo.