El nombre de Jordi Cuixart ha vuelto a aparecer en la octava semana de juicio en el Tribunal Supremo como una de las piezas principales para "obstaculizar" el cumplimiento de órdenes judiciales. Un cabo de la Guardia Urbana de Badalona (Barcelona) que intervino el 25 de septiembre de 2017 en el requiso de carteles de propaganda de la votación ilegal del 1 de octubre de 2017, ha narrado este martes ante el tribunal que el presidente de Òmnium Cultural estuvo presente en este episodio formando parte de un grupo de personas que buscaron evitar la intervención, y que le sugirió que hiciera la "vista gorda" ante lo que ocurría.

El episodio se produjo tan solo cinco días después de las protestas masivas ante la Consellería de Economía, a seis días de la votación ilegal. Cuixart se desplazó hasta Badalona, como hizo el 20S en Barcelona.

Cuixart y José Téllez

Según las versiones del cabo de la policía municipal y del otro testigo del mismo cuerpo, Cuixart --para quien se piden 17 años de cárcel por rebelión-- llegó acompañado de otras personas, y la situación se fue tornando cada vez más tensa. Los agentes recibían insultos como "fascistas" y amenazas, como que tras el 1 de octubre les iban a echar en la Guardia Urbana de Badalona, aunque ninguno de los testigos han señalado a Cuixart como emisor de tales manifestaciones.

Tras recoger los DNI de los integrantes del grupo oficial --para dar cuenta de lo ocurrido a la Fiscalía-- los agentes tuvieron que responder también a otra persona que llegó al lugar en bicicleta. Se trataba del teniente de alcalde de municipio José Téllez, que igualmente les exigía que cesaran en su actuación. "Hablé con el señor Cuixart, me insinuó que podíamos haber pasado de largo, no haber intervenido”, ha recordado el guardia. De pronto, se vieron rodeados por un grupo de personas. “Recibíamos insultos, nos ponían el móvil en la cara, que nos iban a echar el 1-O, que nos iban a echar de la Guardia Urbana y de Cataluña. Cuixart estaba allí entre la gente, era uno más de ellos”.

Insultos

Por su parte, los dos guardias civiles que han testificado este martes en la sala segunda del Tribunal Supremo han relatado los insultos que recibieron no solo de la ciudadanía sino por parte de algunos Mossos d'Esquadra: "Mira, ahí van los piolines", han explicado los guardias que dijo uno de los agentes de la policía autonómica cuando pasaron a su lado en una plaza de la ciudad de Lleida. En total, eran seis agentes del instituto armado que iban paseando en su día libre, todos ellos de paisano, han apuntado a preguntas del fiscal Jaime Moreno.

En ese momento se dieron la vuelta y los mossos comenzaron a aplaudir "de forma despectiva", ha explicado uno de los agentes, lo que hizo que otras personas que también pasaban por allí se pararan a mirar; incluso algunos aplaudieron también. Cuando se acercaron a los miembros de la policía autonómica, que sí iban de uniforme pues estaban de servicio, éstos se quitaron sus números de identificación.

Todos los testigos de este martes han coincidido en que los Mossos consolidaron un escenario de cara a la ciudadanía contrario a su presencia en Cataluña. Al mismo tiempo, del papel de los interlocturoes civiles, como es el caso de Jordi Cuixart, ha abonado la tesis de que intentaban imponer sus propias órdenes a las de la justicia.